martes, 14 de julio de 2009

Cuando las apariencias engañan


“No cabe una posición de neutralidad en la comprensión de la prostitución (…) Todo sujeto que se acerca a la comprensión de un fenómeno, y más aún a la comprensión de un fenómeno social, lo hace desde un paradigma (conjunto de teorías que considera verdaderas), y desde un determinado sistema de valores”

Ana Rubio, profesora de la Universidad de Granada. Abolicionista.



La prostitución genera un profundo rechazo entre ciertas personas y colectivos. Esto creo que es indiscutible. Se la ha calificado de “degradante practica”, “siniestro negocio”, “perversidad”, o “lacra social”. ¿Cual es el motivo? ¿Podemos relacionar la prostitución con otros aspectos de la vida social, o incluso con un “sistema de valores” como apunta la señora Ana Rubio? De existir estos valores, ¿son compatibles entre sí, es decir, es posible el entendimiento entre quienes abogamos por la normalización de la prostitución y los abolicionistas?

Fui observando la existencia de ciertas pautas entre quienes abordamos este fenómeno. Aquellas organizaciones que mantenían posturas similares en multitud de asuntos políticos, también coincidían en éste. Y del mismo modo que existían fuertes debates internos en el seno de dichos colectivos por estos otros temas, la prostitución no escapó de la disputa. En su momento no había llegado a relacionar todo lo que veía que estaba sucediendo, me limitaba a tomar cada uno de estos aspectos por separado, así diferenciaba la política territorial de la educativa y ésta de la económica. En principio no tendrían nada que ver entre sí, sin embargo podemos comprobar que las “recetas” que aplican unas u otras formaciones políticas invariablemente toman siempre el mismo sentido. ¿Por qué? Sencillamente porque detrás existe un PROYECTO POLÍTICO común para todos los aspectos de la vida social.

Sé que estoy entrando en un terreno escabroso y muy polémico, no obstante es necesario. Con toda seguridad me gane aún más enemigos, pero bueno, yo ya sabía a lo que venía. Continuemos, como habréis observado quienes hayáis seguido la evolución de los debates (enfrentamientos, más bien) sobre la prostitución en nuestro país, se han conformado dos bandos, o polos, claramente diferenciados. Curiosamente los abolicionistas recurren continuamente a una justificación ideológica, así son los valores “progresistas”, “feministas” o de “izquierda” los que sustentan su compromiso con la erradicación de la prostitución. Por eso doy tanta importancia a este aspecto, porque la retórica de la SUPERIORIDAD MORAL DE LA “IZQUIERDA” es un hecho, nada que me invente yo. La consecuencia lógica de esta “legitimación ideológica” es la destrucción política de quienes se les opongan, así las feministas que no les bailen el agua dejarían de serlo, se convertirían en unas traidoras “vendidas al patriarcado”; las prostitutas que afirman ejercer libremente (o peor aún, disfrutar con su actividad) estarían “alienadas”, manipuladas; y los hombres clientes seríamos intrínsecamente malvados y prácticamente tendríamos que pedir perdón por haber nacido.

Fácilmente encontramos precedentes a esta actitud excluyente y totalitaria. Quien no se doblega al pensamiento único es machacado, se fabrica un estereotipo de la persona de derechas, del no nacionalista, del “machista” que critica las medidas des-igualitarias del gobierno… la creación de estos tópicos contra el enemigo (recibe tal consideración, no la de adversario) ha sido la pieza clave de las estrategias de los regímenes autoritarios. ¿Insinúo con esto que nuestro gobierno lo es? Quien tenga ojos que vea, y quien tenga oídos que escuche.

(Ya lo dije, no escribo aquí para hacer amigos. No pensaba comenzar a dar estopa tan pronto ni de manera tan directa, pero mirándolo bien, eso que adelanto).

Y bien, ¿a dónde quiero llegar con todo esto? En mi anterior mensaje cité varios ejemplos como demostrativos de posturas totalitarias, todas recubiertas con un barniz izquierdista. Entre ellos aludí a la política de paridad, lo cual extrañó a Ibán:

“Yo no entiendo por qué opones el tema de la igualdad de oportunidades para las mujeres al establecimiento de unas cuotas femeninas de participación en la toma de decisiones o en los cargos directivos de los partidos políticos, empresas, etc. Sabiendo que este es un tema que ha sido debatido en el seno del feminismo en relación con el problema de la igualdad, me gustaría que nos clarificases un poco más de tu postura al respecto”

Entiendo que el establecimiento de cuotas, la llamada "discriminación positiva" (término que es una obviedad, la discriminación siempre va a ser positiva para algunos en perjuicio de otros), supone una diferenciación inexistente, y, como apunta Marien (comentario #3 del anterior mensaje), potencialmente muy dañina para las propias mujeres.

Primero, en el plano teórico, supone una simplificación extrema del concepto de igualdad, que en este caso conduce a su desnaturalización. Ésta es una igualdad referida a las oportunidades, no a los resultados. ¿Que es una buena noticia el que las mujeres accedan a puestos de responsabilidad que tradicionalmente las habían estado vetados? INDUDABLEMENTE. Pero quien ha de conseguir esto es LA SOCIEDAD CIVIL, la paridad debe ser el resultado de una sociedad que haya interiorizado unos valores igualitarios, no algo que se imponga desde un ESTADO DIRIGISTA que emplea las leyes para realizar INGENIERÍA SOCIAL.

Es decir, mi oposición no está en el fin sino en los medios. Pero éste no es un aspecto baladí, pues LOS MEDIOS CONDICIONAN EL FIN. Una sociedad pretendidamente igualitaria si se quiere conseguir a las bravas desemboca en totalitarismo, en esclavitud, en la mayor de las barbaridades que hayan existido, como la extinta URSS.

Las políticas de género disfrazan con frecuencia los auténticos problemas y diferencias sociales. ¿Hasta qué punto nos importa realmente una medida tan publicitada como la paridad en el gobierno o a la hora de elaborar listas electorales mientras "el bacalao" se lo reparten los de siempre?



Os voy aponer un ejemplo muy claro, con el que vais a entenderme perfectamente. Existe un consenso generalizado acerca de que es preferible una alta participación electoral, pues proporciona una mejor representatividad del electorado y también dota de mayor legitimidad al sistema político. Sin embargo estaríamos desvirtuando este noble fin si, para alcanzarlo, recurrimos a una medida coactiva como es el voto obligatorio. La alta participación electoral, como la igualdad entre hombres y mujeres, no puede imponerse. Han de crearse las CONDICIONES que la hagan posible. Podemos trasladar a la ciudadanía el mensaje de que es su responsabilidad cívica el acudir a las urnas, no como se ha hecho hasta ahora de que escojan “el mal menor”, sino infundiendo esperanza con una alternativa ilusionante (por ejemplo lo que ha hecho UPyD, al mejorar casi un 150% su apoyo electoral en las pasadas europeas). Del mismo modo podemos promover valores igualitarios que cuestionen los roles de género tradicionales, en lugar de las campañas de satanización del varón o de una legislación que nos presupone culpables. Asimismo el poder público tiene en su mano medidas de intervención directa al establecer “reglas del juego” para alcanzar esos fines, pero éstas deben limitarse a los aspectos institucionales. Por ejemplo puede bajar la barrera electoral de modo que el sistema político sea más inclusivo y así animar a una mayor participación, pero NO estaríamos otorgando ninguna “cuota” a los partidos, sino que intentamos que todos CONCURRAN en unas condiciones lo más equiparables posibles. Del mismo modo es necesario eliminar aquellos obstáculos estructurales que han marginado de la vida pública a las mujeres, como fue en su día la extensión del sufragio o ahora la inclusión de mujeres en el gabinete, sin recurrir a la COACCIÓN en la obtención de resultados. Por poner un ejemplo por todos conocido, sin necesidad de ninguna cuota las mujeres llegaron a tener incluso más presencia que los varones en las universidades cuando tuvieron acceso a ellas.

Este es el resultado de una ciudadanía inclusiva, que no haga distinciones por el sexo, color de la piel, religión, lengua, o cualquier otra diferenciación artificial, que politizada por los sectores interesados se convierte en un cleavage social. La necesidad de una política de cuotas ha sido también argumentada desde el punto de vista de la representatividad, ¿puede un hombre representar a una mujer? Llevado a su consecuencia lógica este argumento conllevaría que existiesen elecciones separadas de hombres y mujeres, que ellas tuviesen reservado un número de escaños por ley. Evidentemente el propio concepto de la representatividad presenta sus problemas, pero es la única manera conocida hasta el momento de articular la democracia en un Estado moderno. Sin embargo la representatividad será entendida en relación a los planteamientos políticos, más allá de las condiciones o circunstancias personales, podríamos preguntarnos si un viejo puede representar a un joven, un heterosexual a un homosexual o una persona capaz a una impedida. Desde luego que habrá diferencias entre nosotros, pero eso no nos va a hacer desiguales, por ello me representará mejor aquella persona que diga y haga lo que yo digo y hago, independientemente de lo que tenga entre las piernas.

En la práctica el establecimiento de cuotas tiene efectos contraproducentes, como indicó Marien. Resulta que si tenemos en un puesto a una persona que se sabe que ha accedido a él por otras razones diferentes de su valía personal, vamos a albergar serias dudas sobre su competencia. Dudas que se ven disipadas con “elementas” como la Trujillo, la Álvarez o la Aído. ¿Qué es lo que interpreta la ciudadanía, o por lo menos parte de ella? Pues que son las MUJERES FLORERO de toda la vida, pero en vez de estar puestas ahí para “fardar de hembra” como antaño, ahora lo están para “fardar de feminista”. Típico de un gobierno que vive de la propaganda, de las mentiras y de aparentar lo que no es.

Por último no quiero decir que no exista lugar para una “discriminación positiva” (prefiero llamarla intervención social), siempre y cuando se orienten a alcanzar una igualdad de oportunidades real, y no la concesión de privilegios como está ocurriendo. Considero necesarias políticas de ayuda e inserción social para colectivos que, objetivamente, se hallan en desventaja por sus necesidades particulares, o dificultad de encontrar empleo, o situación de exclusión social. Es el caso de las personas discapacitadas, no se encuentran en las mismas condiciones que el resto. Por lo tanto yo, que considero iguales a las mujeres, no puedo apoyar una medida diferenciadora y paternalista como es el establecimiento de cuotas. Al ser iguales reciben el mismo trato, para mí no somos tanto "hombres" o "mujeres", sino CIUDADANOS (o personas, porque la ciudadanía presupone la existencia de unos derechos que lamentablemente no todos tenemos).

8 comentarios:

Amazona, dijo...

Yo estoy cansada de que la sociedad me tome por imbécil.

Me toma por imbécil cuando piensa que tienen que "salvarme" de la prostitución.

Me toma por imbécil cuando piensa que otorgándonos cargos sólo por ser mujeres nos hace un favor, en lugar de propiciar que, la que esté capacitada y lo merezca, no sufra ninguna discriminación a la hora de acceder a esos cargos.

Hartita me tienen.

(Y sí X soy Katia).

Cliente X dijo...

Jejeje. Me acabas de dar la idea para el próximo post. Bueno, para el siguiente, que hoy viene una noticia en el Mundo sobre la prostitución y espero poder escribir sobre ella esta noche.

Me gusta este sistema, que vosotros deis pie a las entradas. Tengo tantas cosas que contar que me resulta difícil saber por dónde empezar...

Un besazo, espero que te vaya bien en el trabajo.

Unknown dijo...

Yo no estoy de acuerdo con lo que dice aquí 'Amazona'. Creo que no se debe simplificar cuando nos referimos a las políticas de acción positiva orientadas a las mujeres para así tratar de evitar las discriminaciones que aquellas sufren por razón de género. Es un hecho que las desigualdades de naturaleza estructural entre hombres y mujeres (por razón de género; o de género asociado a clase social, o... lo que querais) continúan existiendo en nuestras sociedades occidentales modernas, por lo tanto, deberíamos entender que tales políticas de acción positiva (también llamadas de "discriminación positiva") el fin que persiguen es compensar de alguna manera esa desigualdades reales. Esas políticas podemos pensarlas por tanto como valiosas, y ello a pesar de que a algunas mujeres que han luchado de un modo notable por salir ellas mismas adelante puedan no gustarles, resultarles "humillantes", etc.
El problema considero que no está con las políticas de acción positiva en sí mismas, sino más bien en el enfoque que se las dé a éstas. Para mí (personalmente) deberían ser entendidas como medidas de carácter compensatorio provisionales o coyunturales... En un futuro deberían tender a desaparecer.

Por otra parte informar de que una socióloga feminista como Raquel Osborne, pro-derechos y poco sospechosa de estar alineada con el abolicionismo normativo en lo referente a la prostitución, ha escrito de un modo favorable sobre tales políticas de acción positiva (tiene varios artículos publicados).

Unknown dijo...

1ª Parte:

Por especificar un poco más:

En uno de los primeros artículos [creo] publicados de la socióloga Raquel Osborne sobre las políticas de acción positiva, ella en algún momento a lo largo de su exposición parece darle la razón a Cliente X en la consideración crítica que éste hace de que es importante que cambien la distribución de roles en nuestra sociedad
(... cuando él dice: "Del mismo modo podemos promover valores igualitarios que cuestionen los roles de género tradicionales, en lugar de las campañas de satanización del varón o de una legislación que nos presupone culpables."), pero considero que, globalmente, ella no compartiría los presupuestos teóricos de Cliente X acerca de la igualdad.
Transcribo a continuación algunos pocos párrafos del artículo aludido para que se vea esto que afirmo:

Ella comienza con una definición de 'Acción Positiva' como la que sigue:

"Acción positiva e igualdad son conceptos que se hallan indisolublemente ligados. Las acciones positivas desarrollan el principio de igualdad, y la igualdad constituye su fundamento. Una de las herramientas para la consecución del objetivo de la igualdad entre los sexos es la acción positiva o discriminación positiva.

¿En qué consisten las acciones positivas? En el establecimiento de medidas temporales que, con el fin de lograr la igualdad de oportunidades en la práctica, permitan mentalizar a las personas o corregir aquellas situaciones que son el resultado de prácticas o de sistemas sociales discriminatorios. Es decir, se pretende combatir las discriminaciones indirectas que no resultan necesariamente de actitudes discriminatorias adoptadas de forma intencionada, sino que provienen básicamente de hábitos sociales. De las actitudes, comportamientos y estructuras fundadas sobre la idea de que de un reparto tradicional de los papeles entre las mujeres y los varones en la sociedad se derivan efectos perjudiciales para las mujeres, que las acciones positivas buscan eliminar o compensar".

(Sigue...)

Unknown dijo...

2ª parte:

Más adelante, ya hacia el final de su exposición se puede leer:

"[Refiriéndose al caso español] Por tanto, la distribución de roles, uno de los factores que analizábamos como necesario para la efectividad a medio plazo de las políticas de igualdad y, más en concreto, de las acciones positivas, no se ha transformado en una medida significativa". [NOTA: lo que ella está diciendo aquí es que la sociedad no ha cambiado lo suficiente, paralelamente a como lo han hecho las medidas políticas correctoras de las desigualdad de género, vaya]

Finalmente, transcribo algo con lo que Raquel Osborne concluye su artículo:

"La vía por la que se canalizan las líneas de actuación del principal organismo oficial dedicado a estos menesteres, el Instituto de la Mujer [NOTA: el artículo fue escrito hacia 1993/94 y aún no existían las leyes para favorecer la igualdad que tenemos ahora], son los Planes de Igualdad de Oportunidades, el segundo de los cuales se encuentra vigente hasta 1995.El logro del Primer Plan fue la consecución de la igualdad jurídica entre mujeres y varones. En el Segundo Plan se reconoce la insuficiencia de las leyes en la consecución de la igualdad real y se prevén medidas para paliar las insuficiencias detectadas. Se intenta profundizar en la adaptación del ordenamiento jurídico al principio de igualdad y no discriminación por razón de sexo, en aplicación de los principios constitucionales que ya conocemos, con el compromiso institucional de aplicación de políticas de acción positiva. Estas acciones serán aplicadas en los ámbitos de la educación, formación, empleo y sanidad, en los que se ha visto la "necesidad de impulsar acciones positivas como medidas correctoras de aspectos concretos en los que las mujeres están infrarepresentadas".
Con las acciones positivas se intenta, en suma, invertir la tendencia hacia la desigualdad que los principios de igualdad de oportunidades, sin actuaciones correctoras, generan. Se pretende con ellas ofrecer un trato discriminatorio en sentido positivo a quienes en la práctica padecen desigualdades, porque: ¿sería justo tratar igual a quienes se ven tratadas como desiguales? En estas páginas hemos tratado de responder negativamente a esta pregunta. Las acciones positivas se hallan, pues, en las manos de todas y todos."

[Lo anterior ha sido extraido del artículo de Raquel Osborne titulado: "Acción Positiva"; de cualquier manera, recomendaría encarecidamente la lectura integra de dicho escrito, que está recogido en la siguiente publicación: "10 palabras clave sobre Mujer". 2ª ed. editorial Verbo Divino : Estella, 1998, pp. 297-329]

Cliente X dijo...

Bueno Ibán, has dicho algunas cosas que me han gustado y otras con las que me encuentro en franco desacuerdo, pero voy a intentar ser breve porque de otro modo no avanzo con nuevos posts.

Estamos de acuerdo en que era necesario modificar las cosas en un sistema que limitaba a las mujeres, que las trataba como menores de edad, imponiedo coacciones efectivas al ejercicio de la plenitud de derechos de una parte de la ciudadanía por razón de su sexo. Pero estas restricciones directas se ven complementadas por otras, invisibles pero que sigen actuando aun cuando las otras ya hayan sido superadas. Así se aduce a la existencia de numerosos comportamientos o creencias machistas que perviven en la sociedad y que continúan evitando que las mujeres levanten cabeza. Por ello sería necesario "corregir" (cómo me chirria esa palabra) las actitudes sociales que encontramos reprobables.

Sabes que soy de la opinión de que una injusticia no se puede arreglar con otra injusticia, y que me he vuelto muy prudente en cuanto a las reformas o experimentos sociales pues en muchos casos el remedio suele ser peor que la enfermedad. La reformas requieren su tiempo, si queremos que perduren. Si se establece una medida que va en contra del sentir mayoritario de la sociedad, no sólo va a gozar de poca legitimidad, sino que seá quebrantada en multitud de ocasiones y únicamente permaenecerá en vigor en tanto exista temor al castigo, a la coacción. Lo importante no es tanto que haya el 50% de mujeres ocupando una cartera ministerial, o en puestos directivos, o de catedráticos, etc; sino que socialmente no exista la convicción de que no pueden hacerlo, de que sus circunstancias personales (por ser madres, sexo débil, etc) las invaliden para ello. Ya te he dicho que al existir cuotas se está diferenciando a unos ciudadanos de otros, y es la sociedad civil la que debe controlar al poder político, no a la inversa. ¿Que luego existen ocupaciones en las que predomina uno u otro sexo? No sé quién soy yo para decirle a nadie a qué se tiene que dedicar.

Este tipo de acciones manipula la realidad social, es como intentar enfriar a un paciente enfermo de gripe: la fiebre no es el problema, sino la gripe. Las medidas de discriminación positiva o acción afirmativa no combaten la enfermedad, sólo la enmascaran y de hecho suelen agravarla (al provocar un agravio comparativo entre los colectivos a los que discrimina). El ejemplo claro lo tienes en algunas "affirmative actions" que establecieron cuotas en EEUU para la minoría negra, que provocaron brotes de racismo incluso donde no existía. Del mismo modo estas políticas "igualitarias" lo que consigen en la práctica es que, cuando vemos algunas zopencas beneficiadas por ellas (ya puse algunos ejemplos), lleguemos a cuestionarnos la preparación de las mujeres (te están demostrando LO CONTRARIO a lo que pretendían).

Afortunadamente la mayoría sabemos que no son inútiles por razón de género, otros muchos ejemplos muestran que no es así, sino por razón de ideología. Pajines y Bibianas no hay más que en el PSOE, ¿pero de dónde las reclutará Zapatero?

PD: bueno, en el PP la Botella también suelta unas gansadas que son de película, pero al menos la Soraya, la Espe o la Cospedal son mucho más presentables.

Jabato dijo...

Me he propuesto leerme todo el blog, y ya voy por tu segunda entrada.
Disculpa mi sinceridad pero esta entrada me ha parecido especialmente farragosa, a partir del segundo parrafo literalmente me he perdido.
Mi vision del problema es mucho mas sencilla, quizas sea asi porque yo soy un simple.
Me pregunto ¿Porque hay personas que ve la prostitucion como “degradante practica”, “siniestro negocio”, “perversidad”, o “lacra social”? Pienso que el pueblo llano, lo que es la sociedad de a pie, no se mueve meramente por conceptos politicos. Nos movemos por conceptos educativos y sociologicos, sobre todo del entorno en el que nos educamos y formamos como personas, nuestra pequeña sociedad.
Por ejemplo posiblemente una persona educada con los parametros judeocristianos, en una clase media, tendera a despreciar a la prostituta y a mirar al cliente como un ser sin escrupulos. En cambio una persona educada en una barriada humilde, de una clase social baja, habituada a convivir en un entorno de delincuencia y cierta hostilidad, vera a la prostituta como una mujer que se busca la vida y al cliente como la fuente de ingresos de la prostituta.
Lo que hay que lograr es cambiar es la mentalidad de la sociedad respecto a todo lo que rodea la prostitucin, y esto se logra con una normalizacion, donde primero se legalice la actividad, para que de cara a la sociedad sea una actividad legal. Solo asi comenzara a ser aceptado el sexo de pago y podra cambiar la mentalidad social, evitando asi adjetivos como los anteriores.

Un abrazo.

Cliente X dijo...

Te parece farragosa porque lo es. Verás, me encuentro ante el dilema de realizar entradas breves, de fácil comprensión, y otras con la suficiente profundidad y nivel académico como para poder cuestionar el discurso abolicionista. Esto es necesario ya que como Marien yo he estudiado Ciencias Políticas (supongo que se me verá el plumero) y soy muy consciente del nivel al que se mueve el debate y de su importantísima trascendencia para nuestras vidas.

El "pueblo llano", el ciudadano común, evidentemente no emplea algunos términos que he venido utilizando, pero verás que lo mismo que me sirvo de algunos muy técnicos o poco usuales, también manejo otros mucho más comunes. Mi ventaja es que me muevo a todos los niveles, desde los despachos y universidades, a las calles y pisos de mala muerte. Ya irás leyendo más y descubriéndome, soy un tipo muy "peculiar".

Intentaré remediar este error publicando entradas más generales. No supondrán nada nuevo para quienes conocen la prostitución, sin embargo a otras personas les resultarán muy útiles. Gracias.