martes, 26 de mayo de 2015

Los hombres ante la prostitución

Como saben mis lectores asiduos, lo que me distingue de otras personas que hablan sobre prostitución no es sólo hacerlo como cliente. Ni como una persona que conoce profundamente esta realidad y se ha sumergido a fondo en ella. Ni siquiera como alguien que también se ha documentado y ha añadido una perspectiva académica a su contacto directo y continuo con el fenómeno de la prostitución.

Lo que resulta totalmente novedoso de mi blog, y no lo veréis en ningún otro, es el hecho de que mantenga una relación bastante cordial con personas cuyas posiciones y análisis resultan muy diferentes al mío. No me avergüenza decirlo, estoy en contacto con algunos de los llamados "abolicionistas" (pocos, la verdad sea dicha... pero no es por mi culpa). Antes de putero soy un convencido liberal, y todavía antes un ferviente demócrata, y por eso creo en la libertad de ideas, de expresión, y de discusión. He de remarcar esto porque cualquiera que se aproxime al debate existente en torno a este tema verá que las posiciones parecen totalmente inamovibles, sin que exista debate más que entre gente de la misma cuerda y eso es algo que considero sumamente empobrecedor. Me gusta escuchar a todo el mundo porque estoy convencido (como me ha demostrado la experiencia) de que no hay nadie de quien no se pueda aprender algo. Por eso mis planteamientos son absolutamente únicos.

Pues bien, una de las personas con quienes contacté recientemente fue con D. José Ángel Lozoya Gómez. Él es un investigador que se halla estudiando el fenómeno del consumo, de la demanda de la prostitución. De nosotros, los clientes. Así que me envío un correo con un artículo que viene a resumir las conclusiones de un estudio que viene haciendo con Hilario Sáez, Álvaro Rúiz y Juanma Romero en Andalucía. Le prometí comentarlo y ayudar a difundirlo, así que como lo prometido es deuda aquí vamos:



José Ángel Lozoya Gómez, miembro del Foro y de la Red de Hombres por la Igualdad

En los últimos cuarenta años el consumo de prostitución ha evolucionado de la forma menos previsible. Lo que bajo la dictadura fue rito de iniciación y válvula de escape (que se explicaba por la represión y la censura franquistas de la sexualidad en general, y de toda práctica sexual fuera del matrimonio y que no fuera encaminada a la reproducción), ha pasado ahora a verse como la posibilidad de vivir una experiencia placentera que, además, reporta plusvalía de género.

Durante el franquismo se pronosticaba que con la llegada de las libertades, la legalización de los anticonceptivos y la liberación de las costumbres sexuales, el consumo masculino de prostitución acabaría siendo una práctica muy minoritaria. Pero la cobardía de unos y la oposición de otros han frustrado los esfuerzos del movimiento por la liberación sexual (feministas, gais, lesbianas, sociedades de sexología...) en pro de una educación sexual democrática, en la escuela y en las familias, que pusiera la libertad y la búsqueda mutua del placer en el centro de los encuentros afectivo-sexuales.


¿Por qué pasamos por caja para tener sexo? Mucha gente ajena a nuestro mundo ha dado multitud de explicaciones, pero pocos se han parado realmente a escucharnos.



Este vacío educativo lo llenó el mercado, que asumió la función de proveedor de información sexual sustituyendo a los amigos de antaño. Con la conquista y consolidación de las libertades democráticas, el mercado se encargó, con la pornografía como mascarón de proa, de dar respuesta a las ganas de explorar y conocer todas las posibilidades de lo sexual; la búsqueda y la obtención del placer se convirtieron así en un variado catalogo al alcance de todos, que incluye productos tan diferentes como la moda, el culto al cuerpo, la cirugía estética y genital o la viagra. Y también, claro, la prostitución.

Hoy todavía va de putas la generación educada en el nacionalcatolicismo (que asistió a la llegada del destape, la pornografía y los videos comunitarios), para quienes este era el único contacto sexual a que se podía aspirar sin pasar por los altares, o el único modo de experimentar aquellas prácticas que no osaban sugerir a sus esposas; también va la generación que creció con el feminismo, los hombres que vieron cuestionada su habilidad cuando las mujeres comenzaron a reivindicar su propio placer en el encuentro heterosexual; e incluso la juventud consumista que ha crecido con Internet, se ha educado sexualmente frente a la pantalla del ordenador y se descarga sin problemas aplicaciones para el teléfono móvil. Van de putas todos aquellos hombres a quienes no compensa la incertidumbre ni el esfuerzo del ligue, los que ven más cómodo y asequible pagar por los servicios de jóvenes de distintas razas y nacionalidades, que les prometen satisfacer todas sus fantasías sexuales sin que ellos tengan que asumir responsabilidades ni sentirse examinados por unas mujeres cada vez más autoafirmadas.


Una de las motivaciones que no se le pasa a nadie por alto es la comodidad, facilidad e incluso economía del sexo de pago. O como se suele decir, "quien folla pagando, acaba ahorrando". Aunque parezca contraintuitivo es cierto, cuando tenía novia no ahorraba un duro y, sin embargo, cuando vas de putas controlas mucho más tu dinero.



Es cierto que ahora los jóvenes tienen mucho más fácil relacionarse sexualmente con gente de su edad, pero para ellos, al igual que para sus mayores, la iniciación en el consumo de la prostitución tiene mucho de rito homosocial. Aunque ir de putas haya dejado de ser la ceremonia de paso a la sexualidad adulta, ahora se suele entrar por primera vez a un puticlub para acabar una fiesta o una juerga entre amigos; sin la premeditación de antaño de quien va a pagar a cambio de sexo, pero con unos colegas que les animan a probar, a cambio de reconocerles como los heterosexuales activos y trasgresores que se supone que son.

Hay cierta coincidencia entre los hombres en ver su sexualidad como una necesidad que transciende el autoerotismo y debe ser satisfecha; esta supuesta necesidad se percibe entonces como un derecho individual que algunos convierten en exigencia social, lo que les lleva a sostener que la prostitución cumple un fin social de innegable importancia que debe ser regulado por el Estado. Los consumidores habituales son pocos, los ocasionales muchos. Lo que garantiza el futuro de la prostitución es que en realidad son muy pocos los hombres heterosexuales que no se ven a sí mismos pagando a cambio de sexo en ninguna circunstancia. La inmensa mayoría defiende la necesidad de perseguir la trata de personas y la prostitución de menores, y que una regulación garantizaría el control sanitario y fiscal, al tiempo que protegería los derechos de las mujeres que supuestamente la ejercen voluntariamente. Pero en un mundo en el que todo tiene un precio, pocos clientes se preguntan, cuando van de putas, si la mujer con la que negocian está siendo objeto de trata o afirmando la libertad de toda mujer para decidir sobre sus cuerpos, porque preguntárselo les baja la libido y arruina el deseo. 

Mujeres y hombres homosexuales consumen mucho menos sexo de pago. En el caso de las mujeres, esto quizás indique que el mercado no es capaz de suministrar el sexo que respondiera a sus expectativas, por el que quizás estuvieran dispuestas a pagar. Por su lado, la experiencia del colectivo homosexual sugiere que el consumo de prostitución disminuye entre quienes acceden con facilidad al tipo de sexo que desean: por qué habría de pagarse por algo que, entre hombres con las mismas expectativas, se encuentra gratis con facilidad. Cabe suponer por tanto que el consumo heterosexual solo disminuirá si la deconstrucción de los roles de género, y por tanto sexuales, propicia una aproximación en las expectativas de los hombres y mujeres predominantemente heterosexuales, y coloca en el centro de las relaciones sexuales (para ellos y ellas, en igualdad) la búsqueda de la gratificación mutua.

¿Dónde está la gente que va de putas? El mundo de la prostitución es bastante desconocido para el público general, y dentro de él lo referente a los clientes produce particular curiosidad. Bueno, pues por eso mismo decidí abrir este blog. Vi que no existía información a disposición pública de un tema del que yo controlaba bastante y que además estaba viviendo en primera persona.



Últimamente viene siendo frecuente que se hable de quienes frecuentamos prostitutas, generalmente reprochándonos lo que hacemos y tratando de hallar toda clase de patologías que expliquen nuestra "desviada" conducta. Así, una larga lista de académicos entre los que podemos citar a Octavio Salazar, Alberto B Ilieff, Juan Carlos Volnovich, Enrique Javier Díez Gutiérrez, Rafael López Insausti, David Baringo, Maria José Barahona Gomariz, Águeda Gómez Suárez, Silvia Pérez Freire, Rosa María Verdugo Matés y Beatriz Ranea Triviño se han aproximado -al igual que José Ángel Lozoya y sus colegas- a la figura del cliente. Todos desde una perspectiva abolicionista, contraria a la prostitución. El único trabajo que conozco en sentido contrario, escrito en castellano, es el del sociólogo José López Riopedre basado en los testimonios de varias trabajadoras sexuales.

¿Qué pienso, como cliente de prostitutas, de lo que se dice sobre nosotros? Bueno, pues para empezar que no hay que generalizar porque hay de todo, al igual que cuando de habla de las chicas. La gran diferencia, como lo veo yo, reside en el tiempo en el que se haya estado vinculado al mundo de la prostitución pues un cliente eventual, que no conozca a las chicas y sea ajeno a su mundo, seguirá manteniendo unos temores y prejuicios similares a los de la mayoría de la población. Las prostitutas que han decidido salir a la luz pública son siempre personas con una amplia experiencia, que han logrado superar sus miedos y son capaces de confrontar la discriminación que sufren. Por el contrario muy pocos clientes logran construir una identidad como tales, ya que no es algo que nos dé de vivir y además resulta mucho más sencillo rehuir el estigma que enfrentarse a él. Yo puedo decir que me he encontrado de todo, desde tipos que efectivamente necesitan pagar por sexo porque jamás lo conseguirían de otra forma a otros a quienes las chicas se lo harían gratis (conmigo mismo han estado bastantes veces sin cobrar, o pagando sólo la habitación, o regalándome tiempo, o incluso gratis total invitándome a su casa). Desde hombres que se creen superiores a las prostitutas y las menosprecian a otros que las defienden y se enfrentan a los anteriores. Hay algunos que se limitan a mantener una relación estrictamente comercial lo más breve posible y otros que nos interesamos por las chicas, por su familia, por sus problemas, y que trabamos un vínculo emocional. Pero eso creo que va más con el carácter propio de cada uno: siempre he dicho que el tipo que es simpático lo va a ser tanto dentro como fuera del ambiente, y del mismo modo el que es un sosainas va a estar a disgusto con las que cobran y con las que no lo hacen.

Otro de los aspectos que suelen omitir los estudios sobre los clientes, pero que encontramos recurrentemente en sus testimonios, es la posibilidad de tener un sexo fácil, variado (con múltiples parejas), de calidad (mujeres jóvenes, bonitas, que se cuidan) y sin compromiso. Pensándolo fríamente, cepillarse a una maciza por un puñado de euros no parece mal negocio. La relación satisfacción/coste es bastante buena.



Hecha esta aclaración, voy a dar mi opinión sobre las cuestiones que plantea el señor Lozoya no sin antes agradecerle sinceramente que haya querido contar con mi parecer. Una supuesta paradoja que inquieta a todos aquellos que estudian la prostitución es comprobar cómo el consumo de la misma va en aumento, y además entre gente cada vez más joven que en principio no parece necesitar pagar para obtener relaciones sexuales. ¿No debería ser al revés? Pues no. Siento desilusionarles pero la explicación es sumamente sencilla pues es de naturaleza económica. El consumo de prostitución es elástico, a mayor liberalización de las costumbres hay mayor oferta de sexo pero también una mayor demanda. No podemos valorar la demanda de prostitución de hoy con parámetros de antaño, porque mientras en un régimen autoritario quizá no había otra alternativa que pagar por sexo (lo desconozco, yo no viví esa época) hoy lo que se hace es pagar por tener MÁS sexo. La gente encuentra agradable follar, y lo ve como un placer más de la vida (como comer o dormir). Existe toda una amplia oferta de ocio disponible en nuestra sociedad, y mientras a uno le puede gustar fundirse los cuartos en ver la final de la Champions y a otro en asistir a un concierto de Melendi, pues ir de putas es una opción que también produce bienestar y satisfacción. Es así de sencillo, sin más dramones ni explicaciones rebuscadas. Cuando yo "cogí carrerilla" y comencé a ir de putas habitualmente no era ni porque considerase a las mujeres como menos que yo ni porque desease refugiarme en un "espacio de machismo". Nada de eso me pasó a mí ni a los otros puteros que fui conociendo. Lo que nos gustaba era poder "catar hembras", sentir diferentes cuerpos, experimentar placer sexual con desconocidas. ¿Que podríamos haberlo hecho sin pagar? Pero no de manera tan rápida ni tan cómoda. Lo reconozco, al igual que muchos tíos me gusta que me lo pongan fácil. Somos más simples que el mecanismo de un calcetín, y si lo que quiere uno es echar un polvo en media hora después del curro y estar en casa para la hora de la cena y acostarse pronto y calentito que el día siguiente hay que madrugar lo más sencillo es ir de lumis.

Por otra parte, se dice que el hecho de pagar crea una especie de asimetría, que la prostitución viene a sancionar la desigualdad entre hombres y mujeres. Nuevamente he de mostrar mi más profundo desacuerdo. Las prostitutas son el paradigma de mujer liberada, al contrario de lo que se piensa no están sometidas al hombre porque no se "casan" con nadie. No tienen un novio, un marido, un hombre que las controle sino que al tener multitud de parejas no dependen en exclusiva de una de ellas. El mercado de la prostitución es casi perfecto, sin barreras ni de entrada ni de salida y con multitud de oferentes y demandantes: en una relación de pareja convencional existe un MONOPOLIO, que como cualquiera sabe es la situación perfecta para que existan abusos. Si sólo estás con una persona con la que guardas fuertes lazos afectivos, va a poder controlarte. En la prostitución esto no pasa, puedes tener varias "amiguitas" (al igual que ellas) sin que existan celos, ni otros malos rollos tan habituales en las relaciones monógamas. Yo creo que más que por sexo, casi empecé pagando por TRANQUILIDAD. Y además, tanto la prostituta como el cliente salen satisfechos con el intercambio y ambos tienen fuertes incentivos para que la transacción sea mutuamente beneficiosa y se vuelva a producir en el futuro. Aunque sé que esto que digo me va a hacer ganarme más antipatías que simpatías, es el mercado libre en funcionamiento: buscando nuestro propio y egoísta interés acabamos beneficiando al prójimo... al revés que en el socialismo, en el que bajo la pretendida consecución de un interés general el dirigista perjudica a la sociedad.

Divertida historieta de "El Jueves" (pueden ampliarla pinchando en ella) acerca de los motivos que se supone que tienen tanto los que van de putas como quienes no lo hacen. Se mantienen muchos de los estereotipos e ideas preconcebidas que tanto critico, pero al menos te hace sonreír.



Asimismo se cuestiona que veamos el sexo como una "necesidad" que debe ser satisfecha a toda costa, pero esta crítica es tan endeble que no resiste la mínima contrastación con la realidad. Cualquiera puede observar, en las zonas en las que se ejerce la prostitución en medio abierto, que son las chicas quienes en no pocas ocasiones paran al cliente buscando que contrate sus servicios. Ellas básicamente realizan una labor comercial, y aunque cuando vendes algo evidentemente en ocasiones te encuentras con clientes que están deseando adquirir el producto o servicio que les ofreces en muchas otras eres tú quien debe convencerles de que tienen una necesidad. O de que te compren por cualquier otro motivo. ¡Cuántas veces las chicas te animan a atenderte con ellas apelando a tu solidaridad ("vamos, no hay trabajo", "nadie me folla") o incluso a tu orgullo como hombre ("¿qué pasa, no quieres follarme?", "¿estás maricón, ma?")! Emplean impulsos y emociones para cerrar la venta, habilidad básica en el mundo mercantil. Yo muchas, pero MUCHAS veces he ido de putas porque son ellas las que me han llamado. Me mandaban SMS o Whatsapps para que fuese a verlas. Y es que como buenas vendedoras, saben cuidar de su cartera de clientes. 

Además resulta evidente que en los últimas años la demanda de servicios sexuales se ha desplomado y eso no es achacable a que haya descendido la libido de los varones sino sencillamente a la devastadora crisis económica. Quien va de putas lo hace, en primer lugar, porque LE SOBRA EL DINERO. He de decirlo así de claro, de hecho cuando se le dice a alguien que puede tirar su pasta se emplea la expresión "por mí como si te lo gastas en putas". ¿Por qué esos famosos directivos de BANKIA y los sindicalistas de los EREs de Andalucía resultaron ser tan puteros? ¿Es que acaso después de DARPOLCULO todavía les quedaban más ganas de JODER? La respuesta, de nuevo, es la más sencilla: tenían tanto dinero que no sabían en qué gastarlo. ¿Por qué cuando más se va de putas es a principios de mes y, en cambio, a finales las chicas no se comen ni los mocos? El puterío es OCIO, y uno se gasta los cuartos cuando los tiene.

Para ir de putas se necesita pasta, a ver si hemos descubierto el agua tibia. Es un vicio, y potencialmente muy caro. Por eso quienes van de putas son aquellas personas que subjetivamente valoran más el bienestar (tanto físico como emocional) que pueden obtener acudiendo a prostitutas que el que les reportan el resto de bienes y servicios disponibles en el mercado. No sé por qué causa tanto escándalo pagar por sexo, más en una sociedad como la nuestra en la que el sector servicios desempeña un papel de primer orden.



Para finalizar hay dos puntos que he tratado hasta la saciedad en otras entradas pero que no me queda más remedio que mencionar. El primero es la posibilidad de que la chica con la que estemos no esté allí libremente. Creo que ese es un temor que hemos tenido muchos clientes, es un tema que sale recurrentemente. Pero es que eso no es lo que nos encontramos, por suerte o desgracia. Ya, sé que diréis que hay cosas que no queremos ver, que no podemos saber qué hay tras las chicas, o directamente podéis acusarme de mentir. Lo sé. Lo único que puedo hacer es aseguraros que YO CUENTO LO QUE VEO, que si viese otra cosa es lo que contaría. Que me he interesado MUCHO en estas chicas y en sus condiciones de vida y trabajo, y que pasando muchísimo tiempo con ellas no he detectado UN sólo caso de prostitución forzada. Y mi experiencia es compartida por otros clientes, otras prostitutas y también por profesionales (abogados, trabajadores sociales, académicos...) que han entrado en contacto con este fenómeno. ¿Si creía que podía haber alguna chica obligada? Al principio estaba CONVENCIDO de ello. Creía que todas, o prácticamente todas, estaban ahí a la fuerza. Me tomó un tiempo darme cuenta de que no era así, y eso que creía ver en el menor indicio una prueba concluyente de que las estaban obligando. A día de hoy puedo afirmar categóricamente que la prostitución forzada en España o no existe, o se halla en circuitos muy restringidos a los que la gente corriente no tiene acceso (los poderosos siempre se ha movido en una "liga" diferente). Sin embargo hallé otro problema, aunque como ahora no viene al caso no profundizaré en él: ciertamente la inmensa mayoría de las chicas (quizá en el torno del 80-90%) se hallan sometidas a mafias, pero éstas no las obligan a prostituirse sino que se lucran gracias a su actividad y generalmente lo hacen de manera coercitiva. Es decir, prostitución forzada CERO. Chuleadas, CASI TODAS. Pero vamos, como nos sucede al resto de los españolitos de a pie que nadie nos obliga a currar pero luego nos expropian la mitad de lo que ganamos. ¿Que me gustaría que todo lo que ganasen se lo quedasen ellas? Claro, también a mí me gustaría no pagar impuestos. Pero esto es lo que hay, y no parece que vaya a cambiar.

Y ya en último lugar, hablemos brevemente de por qué las mujeres no consumen prostitución. No lo hacen, de momento, porque la sexualidad femenina ha estado mucho más controlada que la masculina y precisamente considero que una muestra de que vamos hacia una sociedad más igualitaria y sexualmente saludable es que se vaya abriendo este mercado también a ellas (esa represión sexual también es compartida por muchos de esos hombres que no van de putas, y jugó un papel fundamental en que no me iniciase antes en este mundo... si llego a saber cómo es en realidad, habría empezado antes). Hay mujeres que acuden a boys, a strippers, que hacen turismo sexual y sus motivaciones son las mismas que las de los hombres. Esta opinión es compartida por expertas como Trinidad Losada, Dolores Juliano o Laura Agustín. Realmente creo que el hecho de que las mujeres comiencen a demandar servicios sexuales no sólo sería positivo desde un punto de vista "moral", si puede llamarse así, sino sobre todo desde un criterio económico: se crearían puestos de trabajo, permitiendo que se desarrollasen fuerzas productivas hasta ahora infrautilizadas. Aplaudo todo lo que sea crear riqueza y empleo, por eso mi inquietud no sería como evitar que la gente se gane el pan (que es la preocupación de todo socialista, como suele decirse "quieren tanto a los pobres que no paran de crearlos") sino precisamente permitir que se se lo puedan ganar, e incluso ayudar a conseguirlo si hace falta. ¿Por qué esa obsesión con reducir el consumo de prostitución? Dejen en paz a la gente: que el que quiera pagar que pague, que el que no quiera no lo haga, y el que quiera que se la pique un pollo, que se la pique. Yo soy partidario del vive y deja vivir, en cambio muchos de estos "iluminados" que nos estudian como si fuésemos monos de circo son más bien como el perro del hortelano, que ni comen ni dejan comer. Otro gallo cantaría si en vez de estar podridos de subvenciones tuviesen que trabajar de verdad.

sábado, 23 de mayo de 2015

Cómo vemos nosotros la prostitución

La gente tiene una imagen creada en su cabeza de lo que significa pertenecer a esta industria, normalmente basada en clichés y afirmaciones sin argumento. Especialmente odio cuando la gente intenta psicoanalizarme y buscar los motivos ocultos por los cuales pertenezco a la industria ¡Porque claro, una chica con estudios y cultura que está en el porno tiene que tener algo raro detrás! ¿Será adicta a las drogas? ¿La violaron de pequeña? ¿Habrá sufrido abusos? ¿Familia desestructurada? Supongo que nuestra educación judeo cristiana no permite asimilar que una mujer esté empoderada de su sexualidad y sea dueña de su propio cuerpo. Me gusta el sexo. Y estoy en el porno porque me encanta. ¡Y ya está! No veo a nadie cuestionando porqué los abogados, los panaderos o los pintores se dedican a su trabajo…

Amarna Miller, estrella del porno español

Es cierto que nunca en mi infancia deseé ser puta. Nunca jamás imaginé que de mayor sería puta. Pero ahora que lo soy, me gusta. 

Roco, Escort



He dicho muchas veces en el blog que es muy diferente la prostitución vista desde dentro, cuando se conoce y se vive, a cómo se concibe desde fuera. Y es que un servidor. también en un momento (ya muy lejano, pero del que todavía me acuerdo), repudiaba todo este mundo. La prostitución me parecía lo peor de lo peor, tocar fondo, la máxima degradación a la que podía llegar el ser humano.

Pero el problema, lo que estaba mal, no era la prostitución. Lo erróneo era mi educación, los valores en los que me habían socializado, las creencias que me habían llevado a pensar que alguien por pagar o ser pagado por sexo era menos. Es algo de lo que ahora me río, me parece totalmente absurdo, pero esa idea la tenía tan interiorizada que formaba parte de mí como si fuese mi propia piel.

La imagen que se tiene, porque además es la que trasladan desde medios e instituciones, es que la prostituta es un ser pasivo, alguien que se vende "como una mercancía" y que el acto de pagar por sexo resulta denigrante pues implica tratar a las personas como si fuesen objetos. Pero como dice Amarna, ¿por qué no nos cuestionamos pagar a un abogado, a un pintor o a quien nos despacha el pan?



Esto lo cuento porque recientemente tuve una charla con Adela Úcar, presentadora de televisión que en breve protagonizará un programa sobre prostitución en La Cuatro. No he dicho nada hasta que he visto que lo ha anunciado en su cuenta de Twitter, así que entiendo que puedo hablar del tema. Resulta que el programa va sobre los prejuicios que encierran a una persona en una "caja", pero en vez de tratar de superarlos parece como si quisiera reafirmarlos. Desde el primer momento fui consciente de que lo que busca la TV es morbo y carnaza, pero entendiendo que la va a encontrar igualmente he pensado que será mejor que alguien que da una imagen un poquillo más presentable aporte un muy necesario contrapunto a lo que van a sacar.

Creo que resulté convincente en la mayor parte de mis aseveraciones: cuando hablé de la libertad de las personas y de que se respetase las opciones de cada uno, de mi relación con las chicas más allá del ámbito meramente comercial, de lo absurdo de la versión oficial sobre la prostitución forzada e incluso del deseo del cliente de que la chica estuviese lo mejor posible y de despertar su  libido. Y eso que vino a deguello, en plan Ana Pastor. Bueno, serían exigencias del guión, porque tampoco la vi muy convencida de lo que decía. En lo que sí que creo que me fue sincera es en lo de que no querría que su hija fuese prostituta. Ese recurso emocional a que pensemos cada uno en nuestros hijos y si para ellos querríamos esta ocupación tiene un enorme peso. Porque en sus casas todo el mundo dirá "nooo, para mi tierna hijita eso ¡nunca jamás!".

De acuerdo al discurso anti-prostitución, ésta ocupación sería indeseable para cualquier mujer bajo toda condición y circunstancia. Sin embargo, vemos que en la realidad no es así. ¿Eslóganes como éste no serán en realidad una confesión velada de su odio hacia las putas, una reafirmación de la discriminación que ejercen en su contra?



Y es que claro, de acuerdo al concepto que tiene la mayoría de la gente sobre la prostitución es normal pensar eso. Yo mismo es lo que habría dicho hace diez años. ¿Cómo iba a desear a alguien querido lo que pensaba que era el peor de los males? Pero es que no es así. La prostitución no es mala per sé, sino normalmente lo son las condiciones en las que se ejerce (estigma social, violencia institucional, desprotección laboral...) y por lo tanto lo que yo querría es que mi hija, al igual que cualquier persona, pudiese realizarla en la mejor situación posible. Otra cosa es que la persona no se encuentre bien manteniendo relaciones sexuales habituales con desconocidos de manera indiscriminada, entonces obviamente la prostitución le resultará traumática y será mejor que se busque otra cosa. Pero hay personas que tienen unos gustos y sensibilidades diferentes, y es por ello que nuevamente hoy quiero dar voz a las prostitutas. Es el turno de una auténtica revelación, Roco Escort, una de las chicas que me han parecido demostrar una mayor sensatez y clarividencia.

En el primer artículo que he seleccionado (y recortado) habla precisamente de esto. De que ella, COMO TODA LA GENTE, había crecido escuchando que "puta" era lo peor que se le podía llamar a una mujer. ¿Cómo iba a querer ser algo a lo que la sociedad despreciaba? Pero UNA VEZ COMENZÓ A EJERCER LA PROSTITUCIÓN "descubrió que no era tan malo". Ése es el relato que me encuentro vez tras vez, que NINGUNA chica comenzó a putear "por gusto" pero, cuando dieron el paso, vieron que no les resultaba especialmente problemático y en algunos casos incluso lo disfrutaron. Lo sé, "desde fuera" resulta increíble. Pero es la realidad:




Yo no quería ser puta. En las peleas de patio de colegio dolía cuando te llamaban puta. En la puerta del cuarto de baño dedicabas la palabra ‘puta’ a la nueva novia de tu ex. 

Es cierto que nunca en mi infancia deseé ser puta. Nunca jamás imaginé que de mayor sería puta.

Pero llegó un día, después de una serie de acontecimientos en mi vida, en que me dije… ‘Tengo que ser puta‘. Entonces, comencé a ser puta y… Descubrí que no era tan malo. Descubrí también que no era tan nuevo. Era tener sexo, igual que ya lo había tenido antes, pero ahora me compensaba económicamente. 

‘Pobrecita, quién habría imaginado que acabaría de puta‘, dirían personas de mi entorno si se enterasen de mi profesión. Personas que cuando estaban en el colegio querían ser médicos o cantantes o modelos o futbolistas, y que sin embargo ahora el 99% se dedica a trabajar en algo que no les gusta o no les llena o para lo que no tienen vocación, y todo con el objetivo de poder pagar una hipoteca que los ahoga y les impide ser libres y felices. 

Es cierto que nunca quise ser puta, pero ahora que lo soy, me gusta. 

Roco emplea un razonamiento sencillo pero de lógica aplastante para que veamos qué opción de vida es la que realmente nos libera y cuál nos esclaviza. Muchas personas encuentran en la prostitución una vía de escape a una vida que, de otro modo, sería pesadísima: de ahí que decidiese titular al blog "un espacio sexual liberado". La prostitución es, para gente como Roco y el arriba firmante, una liberación.



Una mujer, como cualquier persona, tiene mucho más que ofrecer que su sexualidad. Las personas ajenas a la prostitución es algo que no parecen comprender, piensan que nuestra relación se circunscribe a un polvo rápido (que también puede ser, claro) y no intercambiamos palabra alguna. Pues sí lo hacemos, testimonios como el de Roco los he escuchado de primera mano CIENTOS de veces. Yo, claro, me quedaba flipado. No podía entender que una chica, a la que veía tan dulce, tan joven y tan delicada me dijese "mis machos me dan buena verga", "así picho todos los días", "me gusta que me follen y que me paguen"... No, mis dogmas eran que las prostitutas NUNCA podían disfrutar con lo que hacían, que los clientes JAMÁS se interesaban en ellas ni mucho menos tenían relaciones de amistad entre ellos y que TODAS estas pobres mujeres estaban deseando escapar de una vida de sufrimiento, que vivían un auténtico calvario. Eso lo pensaba... ¡porque no las escuchaba! Lo que pude conseguir gracias a frecuentar prostitutas, primero únicamente como cliente y después como amigo, fue desprenderme de estos prejuicios que tenía grabados a fuego en mi cabeza. Fue un proceso lento, claro, lo primero que pensé fue que me mentían. Me hizo falta escuchar a muchas chicas, pasar mucho tiempo con ellas y ver por mí mismo que las cosas no eran como las pintaban para ir cambiando de mentalidad.

Con el fin de que ayudar a erosionar esas creencias les traigo un segundo artículo de Roco, defendiendo la dignidad de su actividad pues el valor de una persona no se mide por lo que haga con sus genitales. Curiosamente el título hace referencia a las razones de no tener novio pero en su artículo (que pueden hallar íntegro si pinchan en el enlace, yo les ofrezco una versión extractada) no da explicación alguna. Supongo que se refiere a que esta valoración de la "dignidad" se halla tan extendida que resulta muy complicado que a una puta (al igual que a un "putero") le acepte una pareja que podríamos llamar "convencional". Lo triste no es prostituirse sino vivir en una sociedad que te condena, discrimina y estigmatiza.




He trabajado en una fábrica en pleno mes de agosto, rodeada de máquinas feas y ruidosas, a 40ºC, durante 10 horas seguidas, sin hablar con nadie porque era el turno de noche, para recibir a cambio 50€ al día sin poder elegir mi salario, era algo que ‘o lo tomas, o lo dejas y ya vendrá otra a sustituirte’. Pero era un trabajo ‘con las manos’. Entonces era digno. 

Y he estado con un hombre en una habitación de hotel, ambos disfrutando del sexo y olvidándonos de todo lo demás, él disfrutando de mi cuerpo, yo del suyo… Todo placer y sensaciones. Y he recibido 200€ que he pedido yo libremente y este hombre los ha pagado porque cree que el servicio que ofrezco está a la altura, e incluso ha repetido. Pero era un trabajo en el que hemos utilizado nuestros órganos genitales. Entonces es indigno. 

Yo lo que creo, es que hay algunas personas que la única dignidad que conocen, es la que tienen entre las piernas, y piensan que las mujeres que nos dedicamos a esto, también, sin pensar que la verdadera dignidad es la que se encuentra en nuestra mente, y que hace que seamos coherentes en nuestras vidas día a día y hagamos aquello que creemos correcto, y la que hace que cuando me acuesto cada noche, lo haga con la conciencia tranquila de saber que no estoy actuando mal y que no hago daño a nadie, sino más bien al revés: con mi profesión como escort, doy ratitos de felicidad y placer a personas que se lo merecen y que están dispuestos a pagar por ello (lo cual quiere decir que mi forma de ser en la intimidad, -que no mi dignidad-, ‘lo valen’).

Como si nuestras partes íntimas fueran el más preciado tesoro de nuestro ser y tan solo debiesen ser alcanzadas por… ¿esa persona de sexo opuesto que la Iglesia nos dice que debemos elegir hasta nuestra muerte?! Yo veo mucho más poderosas y preciadas cosas como el cerebro, el alma, la bondad, la generosidad… Pero parece que hay quien no puede apreciar el valor de las mujeres más allá de un culo. 

lunes, 18 de mayo de 2015

Cada vez más menores

Una de las noticias que levantan mayor revuelo cuando se habla sobre la prostitución es el tema de los menores. Si ya el sexo venal resulta polémico de por sí, cuando lo ejercen personas muy jóvenes se desatan las pasiones y se condena furiosamente sin hacer el menor esfuerzo por comprender qué hay detrás de esta realidad.

Por eso mismo es de los aspectos que menos he tratado en el blog, sin embargo también he observado que en las pocas ocasiones que lo he hecho han aumentado bastante las visitas así que algo de interés debe haber en el tema.

Y es de lo que hablaré hoy pero dejando claras dos cosas. Primera, que la prostitución de menores es EN TODO CASO Y CIRCUNSTANCIA considerada como un DELITO en este país y por tanto no es mi intención defenderla, justificarla, ni apoyarla. Pero, en toda democracia (aunque sólo lo sea formalmente) es posible explicar una realidad e incluso cuestionar las leyes existentes. Porque la Ley dice que el consentimiento de un menor es irrelevante a la hora de ejercer la prostitución, pero resulta curioso que la propia policía reconozca tras estas redadas que ni estaban obligadas ni manifestaban estar a disgusto. Segunda, que es cierto que existen menores prostituyéndose en España. No son muchas ni su edad se aleja mucho de la mayoría de edad (16-17 años), pero es un fenómeno real y que he constatado en primera persona. En latinoamérica se pueden reír con lo que ponemos aquí, porque allá se ven crías de doce años (y casi hasta todavía de menor edad) puteando en calles, plazas y parques a la vista de todo el mundo. Es curioso que los periodistas no se animen a hacer un reportaje al respecto, porque es MUY SENCILLO encontrar a menores en menos de 24 horas incluso sin conocer el país. Pero bueno, vamos a ceñirnos a lo que nos ocupa que es la noticia que ha copado los medios sobre una "banda" que ofrecía a menores en Málaga:

La imagen que se da de los menores en la industria del sexo es de personas desvalidas, que necesitan ayuda y están clamando por ser "rescatadas". La realidad, como pueden comprobar, dista mucho de esta representación.




· La Policía detiene a once personas, de entre 35 y 75 años, por corrupción de menores
· El jefe tenía en su móvil imágenes desnudas de las menores para que los clientes eligieran
· Los otros detenidos se ocupaban de la vigilancia de la finca y del traslado de las jóvenes
· Las víctimas tenían 16 años y eran captadas sin que sus padres tuvieran conocimiento

Agentes de la Policía Nacional han desarticulado una organización que explotaba sexualmente a menores de edad en una finca de Vélez Málaga. En total, hay 11 detenidos como presuntos responsables de los delitos de corrupción de menores, relativos a la prostitución y pertenencia a grupo organizado.

Las víctimas tenían 16 años y eran captadas sin que sus padres tuvieran conocimiento de la situación. El jefe de la banda portaba en su teléfono móvil fotografías de las menores desnudas y las mostraba a los clientes para que eligieran. Después los miembros de la red recogían a la joven seleccionada en su domicilio y la llevaban hasta el lugar donde eran explotadas. 

La investigación se inició el pasado febrero cuando se tuvo conocimiento de que en una casa, ubicada en un paraje de Vélez Málaga, se podría estar explotando sexualmente a menores de edad. Tras realizar varias pesquisas, los agentes pudieron comprobar que existía una organización dedicada a esta actividad.

Cualquier puede comprobar que a las chicas no les suelen hacer mucha gracia estos operativos policiales, en los que las fotografían como si fuesen monos de feria. ¿No se debería, antes de actuar, investigar para saber qué tipo de intervención es el que desean estas personas? Si las chicas se prostituían a espaldas de sus familias, ¿no es sensato pensar que desearían que siguiesen sin enterarse? No parece que las ayudemos demasiado si entramos como elefante en cacharrería llevándolas detenidas, avisando a los padres y metiéndolas en casas de acogida o centros de menores. Antes al contrario, PARECERÍA como si se quisiese darlas un escarmiento.



Los investigadores identificaron al jefe de la banda, que se ocupaba de captar a las menores, y al resto de miembros de la organización, parte de ellos dedicados a labores de vigilancia para evitar alertar de la presencia policial, y el resto a trasladar a las jóvenes desde su lugar de residencia hasta donde realizaban los servicios sexuales.

Tras hallar suficientes indicios de la comisión de delitos, se procedió a la entrada y registro del inmueble en el que presuntamente eran explotadas sexualmente las menores. Cuando los agentes accedieron al interior de la vivienda, encontraron a una menor escondida debajo de la cama y comprobaron las pésimas condiciones higiénicas del inmueble. Paralelamente al registro de la vivienda se detuvo a once personas implicadas en los hechos, de edades comprendidas entre los 35 y los 75 años de edad.

Los investigadores han constatado que el jefe de la organización portaba en su teléfono móvil fotografías de las menores desnudas y que las mostraba a los posibles clientes para que eligieran a la joven con la que querían mantener relaciones sexuales. Después acordaba con ellos el precio por el servicio, que oscilaba entre los 30 y 40 euros.

Otra imagen 100% versión oficial. El poder público se yergue en el defensor de unos menores tiernos e inocentes (vamos, que los han dibujado con "caratontos") ante un grupo de degenerados que no piensa más que en aprovecharse de ellos. Pues no, la realidad es que ese PADROTE que los protege sólo les quiere para su beneficio. Y si no sabe a qué me refiero, siga leyendo...



Me gustan este tipo de noticias porque a pesar de tratar de dar una imagen de alarmismo si uno rasca puede darse cuenta de que, en realidad, no se ha perjudicado o dañado a nadie... bueno, al menos hasta que llega la policía. En los comentarios a la noticia la gente ya se va preguntando cómo era posible que las chicas fuesen y viniesen a su casa. Que vamos, que "obligadas" no podían estar porque residían en el domicilio paterno y por lo tanto podían "escapar" cuando quisiesen. Pero es que ellas no querían abandonar la prostitución. Querían, como cualquier joven, ganarse unos leureles y lo cierto es que la prostitución es una actividad que se ajusta muy bien a lo que todos concebimos como un primer empleo (no existe necesidad de una formación previa, se puede ejercer a tiempo parcial y siempre hay trabajo). Muchas chicas que he conocido comenzaron a putear precisamente porque les resultaba muy sencillo, no encontraban otro trabajo y vieron que de puta se podían ganar la vida.

Como veis, en ningún momento se dice que las obligasen sino solamente que estaban siendo "explotadas sexualmente". Este término, que ha sido empleado hasta la náusea para que pensemos que las chicas sufrían condiciones abusivas o coacciones, lo único que refleja es que se obtenía lucro de ellas. Camareros, reponedores, cajeras... también son "explotadas". Pero es que si vamos a trabajos en los que NADIE usaría esta expresión como futbolistas, banqueros o pilotos... ¡resulta que también están siendo "explotados" porque generan un beneficio para la empresa en que trabajan! Me parece una forma muy enrevesada de manipular.

¿Cuál era la función de los "proxenetas"? Pues facilitarles el trabajo a las chicas. Las buscaban clientes, mostraban fotos para que no tuviesen que desplazarse (lo cual es un error, porque puede ser empleado como prueba), las ofrecían unas instalaciones y las llevaban y traían. No se ve en ningún sitio el "mal" que las podían hacer. De hecho, en Canadá se ha reconocido recientemente que las funciones que realizan estos "proxenetas" benefician a las trabajadoras sexuales y que perseguirles empeora la situación de las meretrices. ¿Corrupción de menores? Me ahorro el comentario sobre las chicas de 16 años de hoy en día. Digamos que parece que sabían muy bien lo que hacían y dónde se metían, ya están "espabiladas". De hecho, cuentan que una de ellas se trató de ocultar de la policía (normal). Pero lo que no cuentan y que me resulta más preocupante es que muy probablemente les hayan destrozado la vida a estas chicas, que hacían esto a espaldas de los padres y cuyo interés era precisamente que no se supiese qué hacían. Por eso doy siempre el consejo de que uno no se debe prostituir en su propia ciudad, pues trae complicaciones (lo cual, paradójicamente, te convierte automáticamente en "víctima de trata de personas") y es que con la legislación existente hay que ser muy cuidadoso con todo lo que se hace. No hay que dejar pruebas (fotos, los famosos cuadernos de ingresos, o los whatsapps que han resultado tan delatadores) y a ser posible hay que ejercer la prostitución en locales que no tengan ninguna relación con la prostitución y que siempre sean diferentes (hoteles, básicamente).

Esta foto, que debió ser tomada en el 2011 o 2012 en la Montera, nos muestra a dos de las prostitutas que comenzaron ejerciendo siendo menores: Gianina (izquierda) y Ana (centro). Al no reconocerse su voluntariedad, fueron de las chicas que se vieron obligadas a trabajar en condiciones más precarias pues la codicia policial se cebó en ellas. Así, por ejemplo, Gianina me contó cómo debía realizar servicios gratis a los agentes y Ana cómo la llegaron a robar tres mil euros que venía guardando. Cuando digo que la prostitución a partir de los 16 años no debería ser penalizada no es para inducir a más jóvenes a esta actividad, sino para que QUIENES YA LA REALIZAN no se vean sometidas a una serie de abusos que considero inaceptables y que ya se están dando.



Comentada esta noticia, de la que reconozco desde el minuto uno que no sé más de lo que sale en los medios (es decir, nada), pasemos a hablar de lo que yo he visto y para lo cual empleo una imagen muy ilustrativa. Como bien sabéis los lectores, yo me he movido durante buena parte de mi vida puteril en la calle y es allí donde he encontrado a menores. Creo que es muy difícil que puedan verse en clubs que están a la vista de todo el mundo, quizá sea más probable encontrarles en domicilios particulares debido a la menor visibilidad de este tipo de prostitución pero desde luego no se van a anunciar al público general en internet o en la prensa porque, como he mencionado, es delito.

Sin embargo en la vía pública la chica se anuncia a la vez que trabaja, y no hay nadie que se juegue el tipo por ella. Y así lo digo, porque tener a una menor es buscarse problemas. Te buscas la ruina. En cambio en la calle quien se la juega es ella, las menores van cien por cien por libre. Normalmente, hay chulas que protegen a las chicas y negocian el "canon" que se paga por estar en la calle con la policía. Pero estas chicas no, con ellas no hay piedad. Tienen dos opciones, o se buscan un "novio policía" como Gianina (aunque, en realidad, tenía dos) o se van al camino difícil como Ana. Y vaya que es difícil. Se trata de jugar al gato y al ratón con los agentes, la chica sabe que en cualquier momento la van a quitar todo lo que lleve encima y por eso necesita desarrollar las más variadas estrategias: desde buscarse escondites para guardar el dinero a gastárselo inmediatamente para no perderlo. Realmente la prostitución ejercida por menores es la más dura, pero no porque las chicas no sean maduras o las traumaticen la relaciones sexuales, sino porque el abuso, la explotación y las extorsiones policiales se multiplican. La policía encuentra carta blanca para hacer lo que quiera con estas chicas.

Quizá esa misma represión es la que ha provocado que, en el medio abierto (las calles), ya casi no se vean chicas menores. Sin embargo el fenómeno se ha desplazado a espacios cerrados donde necesariamente necesitan la intervención de un tercero para trabajar. Creo que es un grave error, ocultar un problema no lo soluciona sino que lo agrava. Hay que ser realistas y reconocer que va a haber chicas que decidan sacarle provecho a sus encantos antes de cumplir los 18, no pongamos el grito en el cielo porque es así. La alternativa es que sean ellas quienes decidan qué hacer, cómo y dónde hacerlo o que tengan un jefe que puede imponerlas condiciones indeseadas porque estará conchabado con las autoridades.

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viernes, 15 de mayo de 2015

El dinero maldito de la prostitución

Hace unas semanas una profesional del sector escribió un mensaje en un conocido foro quejándose por las altas comisiones "de mantenimiento" aplicadas por los bancos a toda aquella cuenta que no tenga domiciliada la nómina (evidentemente las putas no tienen nómina, como todo aquel que trabaja "en B"). Y además hace una pregunta muy interesante, porque no es normal que alguien sin oficio ni beneficio conocido ingrese entre mil y dos mil pavazos semanales. He aquí la duda que esta chica planteaba:

"Yo me abrí la cuenta en La Caixa hace ya unos años porque ofrecía ventajas a los menores de 26. Pero desde mi pasado cumpleaños, las tarifas por mantenimiento se me han elevado muchísimo!! Tengo que pagar 12€ cada 3 meses; no es por ser rácana, pero ¿¿no es pasarse un poco?? Como es la única cuenta que tengo no sé cómo funcionan las demás, yo no entiendo mucho de bancos... Entonces estoy pensando en abrirme una cuenta en una entidad diferente y quería saber vuestra opinión, cuánto os cobran a vosotrxs en vuestro banco, y también, desde mi desconocimiento, quiero preguntaros si existe algún problema por ingresar a la cuenta todas las semanas el dinero que gane trabajando, no creo que se pongan a mirar esas cosas, ¿o sí? Si una persona ingresa 1000 ó 2000 € cada semana en su cuenta, eso no hay nadie que lo investigue ni nada por el estilo??"

Hacer mucho dinero y muy rápido es el principal reclamo de la prostitución. Pero no es oro todo lo que reluce, porque ese dinero es en efectivo: sin nombre y sin dueño. ¿No se os ha ocurrido que precisamente ese puede ser el motivo por el que esta actividad no se regula? ¿Qué puede existir más fácil para un policía que quitarle el dinero a una mujer inmigrante, ejerciendo una actividad alegal y fuertemente estigmatizada? Como muestra la trama de corrupción de Palma de Mallorca, quienes están detrás de los discursos de "combatir la trata", "defender la dignidad de la mujer" o "trabajar por la igualdad" son los mismos que se sacan fantásticos sobre-sueldos gracias a la prostitución. 



De joven yo tenía muchas cuentas, porque eran "jóvenes" (lo que significa que no tenían ningún tipo de mantenimiento). Luego acabé dejando sólo la AHORRO BIENESTAR de CAJA LABORAL que no exigía ni un saldo mínimo, ni nómina (no tener nómina no significa no trabajar, sino muy a menudo hacerlo en condiciones muy precarias y sin contrato), ni cobraba comisiones y además daba unos atractivos intereses. De todas formas la que le recomendé fue la cuenta SIN NÓMINA de ING DIRECT, pues mucha gente me había hablado muy bien de ella. Me alegra que haya seguido mi consejo y se haya librado de esas tediosas, abusivas e injustas comisiones.

Pero voy más allá, y planteo incluso la posibilidad de vivir sin cuenta corriente como hago yo en la actualidad. Veréis, personalmente considero que no es una buena idea tener el dinero en el banco. En primer lugar, porque ya no es tuyo sino del banco y si se produce un "corralito" (si se niegan a pagártelo) despídete de él. Pero además está el hecho de que el gobierno te tiene localizado, sabe cuánto tienes y puede quitártelo o congelarte la cuenta. Estás dando muchas pistas con tu cuenta corriente, se sabe de dónde provienen tus ingresos y en qué empleas tu dinero. Uno de los problemas que se plantean a quienes ejercen la prostitución es consecuencia directa de la "alegalidad", de la falta de regulación, de la no consideración de la prostitución como un trabajo. Todas las ganancias obtenidas con esta actividad no pueden justificarse y por lo tanto los tribunales pueden declararlas ilícitas, procediendo a su decomiso. ¿Qué hacen muchas chicas? Pues guardarlo en efectivo, comprar oro o sencillamente gastárselo en cuanto lo ganan. ¿Para qué ahorrar si igualmente te lo van a quitar?

Quien desee hacer dinero trabajando en prostitución ha de ser muy cuidadoso, debe ocultarlo y no hacer ostentación del mismo so pena de quedarse sin un duro y acabar en el talego. La riqueza también trae inconvenientes, sobre todo si careces de cualquier tipo de protección legal y seguridad jurídica como les sucede a las prostitutas.



Eso fue lo que por ejemplo les pasó a ese "clan" (que la propia RAE establece como sinónimo de familia) rumano que fue detenido a hace unos años y recientemente juzgado. A simple vista puede parecer sospechoso que tuviesen tantos billetacos de 500 eurazos (nadie, al menos de la gente que conozco, va de putas con los "Bin-Ladens") y que guardasen 140 mil pavos en su casa (información curiosísima, ¿el objetivo de la operación policial era "liberar" a las mujeres... o liberarlas de su dinero?). Pero, en realidad, estaban haciendo lo único que podían hacer tal y como están las cosas. ¿Creéis que iban a permitir a una familia de gitanos rumanos, sin estudios y sin trabajo formal, tener 140.000 € en el banco? Ni mucho menos, aquí no se permite que venga un extranjero a prosperar. Se les quita el dinero y se les envía a la cárcel. Las mismas chicas que se prostituían son acusadas de "proxenetismo" y condenadas con una legislación que se supone que se ha promulgado para favorecerlas... Qué crueldad.

Trabajar en la prostitución suele vincularse con la marginalidad, pero es que el sistema legal existente es el que te convierte en marginal, el que te OBLIGA a volverte "invisible". Si sabes que van a ir a por tu dinero, evitas los bancos. Una de las cosas que me resultó más curiosa cuando fui conociendo a las chicas fue su empeño en tener billetes grandes, porque necesitaban guardar su dinero en efectivo. Si también van a ir a por ti buscarás vivir de alquiler, sin tener propiedades a tu nombre ni muchas posesiones para poder "levantar el vuelo" lo antes posible. Todo lo que necesitan las chicas lo pueden llevar en una maleta. Por supuesto olvídate de coche, que te hace muy fácilmente localizable. Viajan siempre en transporte público. Y no olvidemos el móvil, puesto que también saben que las pueden escuchar y localizar por el mismo. Usan terminales antiguos, nada de smartphones, con tarjetas compradas con un DNI de otra persona y no dicen nada más que lo necesario, a veces incluso se comunican a base de "toques". Ciertamente se puede ganar dinero en este negocio... pero a qué precio.