"Las únicas mejoras para las mujeres prostitutas no son mejoras de las condiciones del ejercicio de la prostitución, sino nunca más ser consideradas como objeto de consumo (…) La prostitución nunca debe suponer una opción para las mujeres. Será así como entonces todos seremos totalmente libres (…) Creo que no hay una mujer que quiera vender su cuerpo, a las mujeres les gusta su cuerpo y quieren ir con el hombre al que quieren. Creo que las mujeres no quieren ser prostitutas."
Hace unos días entró al blog una persona que de vez en cuando se deja caer por aquí y mantiene una oposición frontal a la prostitución, la señorita “Frambuesa”. Quienes me venís leyendo sabéis que esto es como el coño de la Bernarda, entra y sale todo el mundo, es un completo descontrol y más cuando los habituales entran al trapo. Además, como tengo la costumbre de recortar los comentarios menos que un keynesiano el gasto público pues os tiráis a la piscina de cabeza y a veces esto acaba pareciendo un programa de la Noria por el tono y los argumentos esgrimidos.
Os quiero a todos (y a todas), por lo cual generalmente tengo la deferencia de al menos una vez dedicarle una entrada a los visitantes más notorios. Pues bien, hoy le toca a la persona que más me ha insultado (al menos a la cara) desde que abrí el blog. Frambuesa, o Framby como cariñosamente la llamo, hizo constar la existencia de mujeres que habían ejercido la prostitución y que la criticaban como Sonia Sánchez (de quien hablé en su día) y Somaly Mam.
Somaly vendría a representar la imagen de “mujer prostituida” tan del gusto de los abolicionistas. Una mujer vendida muy joven, a los 9 años, a un burdel en Camboya, donde fue sometida a las más atroces torturas, vejada por miles de hombres, violada ininterrumpidamente… hasta que finalmente logra escapar y comienza una nueva vida. Bueno, relativamente nueva. Porque las consecuencias psicológicas la seguirían atormentando por el resto de su vida, así sufriría pesadillas, flashbacks y el conocido como síndrome de stress postraumático.
La imagen que las instituciones transmiten de la trata de mujeres resulta grotesca y del todo increíble. A falta de argumentos reales, emplean la demagogia y el sentimentalismo. Una parte de la población sucumbe fácilmente a estos mecanismos tan burdos de manipulación.
A partir de entonces dedicó el resto de su existencia a liberar a otras niñas que, como ella, habían sido vendidas a los burdeles y se veían abocadas a una vida de palizas, violaciones y enfermedades hasta su prematura muerte. Por su denodada lucha a favor de los derechos humanos, la defensa de los menores y la cooperación internacional ha recibido premios de tanto renombre como el Príncipe de Asturias o el de los Niños del Mundo.
No conozco ni a Somaly ni la labor de AFESIP, por eso no he hablado de ella hasta ahora. En numerosas ocasiones he dicho que el mundo de la prostitución es muy amplio y que no quiero pillarme los dedos hablando de lo que no conozco. Sin embargo, habiéndoos precavido ya me siendo más cómodo para continuar. En un principio, cuando únicamente había leído breves artículos sobre Somaly o sus intervenciones parlamentarias la creí. A ver, resulta razonable suponer que una mujer que creció bajo el despótico régimen de los jemeres rojos en Camboya no lo haya pasado precisamente de película (o sí, pero de las de terror). Si las torturas, las violaciones y los trabajos forzados eran el pan de cada día para toda la población, la situación de las prostitutas –discriminadas incluso en las civilizadas sociedades occidentales- tendría que ser lamentable. Añadamos a esto el factor cultural de profundo machismo y de tolerancia hacia el sexo con menores, la completa inseguridad (Somaly señala que en Europa “no se mata a la gente”), la pobreza y la falta de la educación más elemental (según ella, muchas prostitutas no sabrían leer ni escribir) para preparar un cóctel explosivo. Además esta mujer reconocía que las condiciones en Europa no eran las mismas que en Camboya, que aquí sí que podría llegar a hablarse de prostitución voluntaria y que no era partidaria de ningún modelo de intervención determinado (abolicionismo o regulacionismo), simplemente pedía que no se castigase a las prostitutas (prohibicionismo).
Hasta ahí su discurso resulta coherente y verosímil. Que en otras partes del mundo las condiciones de vida, y por tanto también las del ejercicio de la prostitución, fuesen mucho peores que las que tenemos en Europa me parecía una obviedad. Además hablaba desde la experiencia (o eso afirmaba) y no parecía una radical.
Otro cartel sobre la trata, representando a mujeres y niños envasados como cacahuetes. ¿Por qué tendrán tanto interés nuestras autoridades en atemorizarnos con un problema tan "invisible" del que ningún ciudadano tiene constancia real?
Sin embargo, más adelante fue adoptando todas y cada una de las tesis abolicionistas: que si la violencia y secuelas que deja la prostitución no pueden equipararla a ninguna otra actividad, que si hay que sacar a las mujeres de la prostitución quieran o no, que si la prostitución es negativa “per se” independientemente de las condiciones en que se ejerza… No sé si se acabo convenciendo de la bondad de semejantes planteamientos, lo cierto es que en lo personal ha prosperado claramente. Para que conozcan de primera mano las medidas que propone, estas son las recomendaciones que trasladó a los diputados cuando compareció en una comisión parlamentaria en el 2007 en España:
- siempre relacionar la trata con la prostitución, ya que la segunda vive de la primera;
- no criminalizar a las mujeres en situación de prostitución, sino hacer hincapié en los demandantes;
- abordar la prostitución como una cuestión de violencia; y adoptar las medidas destinadas a promover la igualdad y a dar los poderes a las mujeres;
- no establecer diferencias entre prostitución libre y prostitución forzada, es lo mismo. La compra y la venta de seres humanos y el concepto de las mujeres como objetos de consumo son contrarios a la dignidad humana, incluso si hay consentimiento;
- promover medidas sociales, tanto en los países de origen como en los países de destino, y luchar contra los fenómenos como el turismo sexual;
- hacer inversiones en medidas de prevención, mediante planes de cooperación en los países de origen.
- trabajar en la promoción de estrategias de salida para las mujeres, y medidas para sensibilizar a los clientes, a los demandantes de sexo;
- ratificar los tratados internacionales sobre la lucha contra la trata y la explotación sexual de las mujeres, en particular en Europa, el Tratado de Varsovia de 2005.
La señora Somaly asegura que las cifras de mujeres víctimas de la lacra de la trata son escandalosamente altas, siendo víctimas niñas de incluso apenas 4 años de edad. Parece que ha logrado que su mensaje llegue a los gobernantes, quienes apoyan todo tipo de campañas contra esta "esclavitud"... ¿o es ella la voz de nuestros dirigentes?
No vamos, como me acusa Framby, a desestimar su testimonio porque no nos guste. Ciertamente está ahí y es el de una persona que afirma haber sido vendida y obligada para ejercer la prostitución. Simplemente señalo la evolución de esta señora desde que ha comenzado a recibir premios y sustanciosas subvenciones que la permiten dedicarse a tiempo completo a su ONG y a su fundación. Asimismo que sea un ejemplo tan excepcional, pues apenas se conocen casos como el suyo; al contrario, las prostitutas que llegan a los medios dan en todo momento una versión radicalmente opuesta. Incluso en Camboya, al menos a día de hoy, las trabajadoras sexuales reclaman que se las deje trabajar en paz y que la prostitución sea reconocida como un trabajo. Por último, una de mis fuentes que ha estado en contacto con estas ONGs de rescate de prostitutas afirma que lo que hacen es “secuestrarlas” y llevarlas a la fuerza a un centro de rehabilitación donde las obligan a pasar un programa que tienen que seguir antes de permitirlas marcharse. Quizá por eso lamenta que, aunque sacan a muchísimas mujeres de los circuitos de prostitución, ellas vuelven repetidamente.
¿Es Somaly una acérrima defensora de los derechos de las mujeres? ¿Es una desequilibrada que, efectivamente, está tocada de la cabeza y no puede aceptar que otras mujeres decidan escoger la prostitución como trabajo y forma de vida? ¿O sencillamente estaríamos hablando de una oportunista que ha visto la manera de hacerse de oro sin dar palo al agua? Como he dicho, no lo sé, no la conozco. Pero seguro que ustedes opinan algo al respecto. A continuación añado varios videos y una entrevista que concedió a ZAZPIKA, la revista dominical del diario “Gara”, para que sepan qué opina esta señora.
“El sacrificio de mi vida no será en vano si con él consigo salvar otras vidas”
Escapó de la esclavitud sexual en Camboya y ahora dedica todas sus fuerzas a rescatar a miles de chicas que viven lo que ella sufrió. Pero su labor va más allá, y trata de que los gobiernos del sudeste asiático se impliquen en la erradicación de la prostitución masiva que caracteriza a la región. Se enfrenta en su lucha contra el machismo de sociedades que hacen de la mujer un objeto de usar y tirar. Su historia, y la de muchas jóvenes atrapadas en la extensa red de la explotación sexual camboyana, se plasman ahora en ‘El silencio de la inocencia’, un espeluznante recorrido por el lado más oscuro del país.
No llegó a conocer a sus padres. Antes de cumplir diez años, la habían vendido a un viejo musulmán borracho. A los doce, la violaron por primera vez. Y a los catorce concertaron su matrimonio con un hombre doce años mayor que ella que la apaleaba y abusaba de ella. Tras la muerte de éste en la guerra con Vietnam, fue revendida a un burdel en el que se convirtió en esclava sexual. Antes de la mayoría de edad había sido torturada, encarcelada y violada decenas de veces. Aun así, consiguió escapar del infierno.
Ahora, Somaly Mam (Bou Sra, Camboya, 1970), frota con fuerza su cuerpo cuando se ducha, y se rocía con cantidades ingentes de perfume. Para mitigar el olor a semen que cree que despedir. “Me siento sucia, degradada y sin redención posible”. Ya han pasado quince años desde que Mam huyó del sórdido mundo de la prostitución en Camboya, y una década desde que fundó la asociación AFESIP (Asociación para las Mujeres en Situación Precaria), con la que ha rescatado a casi 3.500 niñas que vivían una situación similar a la suya. Pero las secuelas psicológicas de una vida plagada de violencia las sentirá toda su vida. A ellas se unen ahora las amenazas de muerte que ha recibido, y que pesan también sobre su familia. La mafia que controla el gigantesco negocio de la venta de sexo en su país de origen, ha puesto precio a la cabeza de Mam. “Vivo con miedo, y es posible que me maten, pero no dejaré de luchar por la vida de esas chicas en las que me veo reflejada todos los días”. Somaly Mam pasa las noches llorando, y no hay día en el que las pesadillas no se ceben en ella.
La autora de "The Road of Lost Innocence" relata en su libro los brutales e inhumanos tratos que reciben las mujeres y niñas que, como ella, son explotadas sexualmente. Sufre contando su historia, pero los niños la dan fuerza para continuar... ¡Oooh!
Mam se siente más segura en la selva camboyana de la que procede, a pesar de conocer de cerca el estilo de vida occidental. Considera que el hecho de pertenecer a una minoría étnica tachada de ‘salvaje’ por la mayoría jémer de su país ha influido en su fuerte carácter. No se anda con chiquitas, consciente de que la justicia en su país no merece tal nombre. “Hace mucho tiempo disparé a un hombre que me había violado. No lo maté, pero quedó inválido. Al menos, pensé, éste ha recibido su merecido”. Ahora, sin embargo, colabora con la policía en la desarticulación de mafias dedicadas a la explotación sexual, y espera que, en el futuro, el sudeste asiático cuente con un sistema judicial similar al europeo, para que, por lo menos “no gane quien más paga al juez”. Su trabajo no es fácil, y reconoce que “hoy en día todo es más violento”.
La vida de Somaly Mam se publica condensada en 217 páginas por las que desfilan todo tipo de vejaciones y horrores, propias y ajenas. Como el caso de una niña de siete años a la que violó un grupo de hombres. “Como ella era demasiado estrecha, cogieron un cuchillo para agrandarle el orificio de la vagina”, recuerda. Mam denunció el caso. “Según los violadores la culpa era de la niña, por llevar la falda muy corta”. El juez había sido comprado y perdieron el caso”.
Entrevista concedida a la escuela de negocios INSEAD, donde habla de sus motivaciones y de los problemas que afronta en su lucha diaria para salvar a mujeres que, a pesar de todo, acaban volviendo a los burdeles ("I can save 1000 girls, but 1000 come back to the brothel").
A pesar de la sordidez de relatos como éste, tampoco falta la esencia de la esperanza que mueve la autora del libro. Mam reconoce que ha escrito ‘El silencio de la inocencia’ (Editorial Destino) por tres poderosas razones: “para demostrar a las víctimas de la prostitución que existe una salida; para que los gobiernos del mundo se impliquen más en la lucha contra la explotación sexual; y para no tener que estar contando mi pasado una y otra vez, algo de lo que no salgo indemne”. Y es que la relación de Mam con los medios de comunicación es de amor y odio. Admite que forman una pieza fundamental para la captación de fondos para sus programas, y que son clave para que el mundo conozca la realidad, pero critica el sensacionalismo. “Algunos periodistas de comportan como buitres, y yo soy la carroña que ellos vienen a devorar para despertar la emoción de los espectadores”.
Somaly Mam es una mujer de belleza elegante. Su rostro transmite serenidad, pero la profundidad de su mirada descubre su pasado. Nos recibe con un suave apretón de manos en un céntrico hotel madrileño. Es una mujer cercana que se expresa con fluidez en jémer, francés e inglés, algo sorprendente teniendo en cuenta las dificultades que tuvo que sortear para acudir a la escuela. El teléfono móvil no deja de sonar. De Camboya llegan noticias preocupantes. “La corrupción echa por tierra mucho de nuestro trabajo. Los proxenetas quedan en libertad, y muchas chicas vuelven a la vida en los burdeles. Son muchas las dificultades a las que nos enfrentamos día a día”.
Somaly Mam recibió el XIII premio Caja Granada a la Cooperación Internacional por su labor de ayuda a las jóvenes víctimas de la esclavitud sexual. Aunque asociaciones como la suya denuncian la falta de apoyo instucional, la verdad es que no dejan de recibir premios, subvenciones, reconocimientos y todo tipo de ayudas.
- ¿Qué puede llevar a una familia a vender a sus hijas?
- En Camboya la única ley que se cumple a rajatabla es la de la supervivencia. Todo el mundo lucha por sobrevivir y, en muchas ocasiones, no importan los medios que se utilizan para ello. Además, después de tres décadas de guerra, el país ha adquirido un clima de violencia que se manifiesta en todos los aspectos de la vida cotidiana y han cambiado los valores de la sociedad. En una ocasión pregunté a una madre por qué había vendido a su hija, y me contestó que, como su marido le daba constantes palizas, había vendido a su hija para castigarlo. Además, la prostitución mueve muchísimo dinero, y hay familias que están dispuestas a vender a sus niñas para sacar tajada. Piense que el mío es un país pobre, y el dinero es el que manda. La llegada de Cascos Azules, desbordantes de testosterona, agudizó el problema y, ahora, además, se considera el país como un paraíso para los pederastas. La falta de educación se suma a todos estos factores.
- ¿Cómo es la vida de una chica desde que es violada y vendida hasta que abandona la prostitución?
- Generalmente sigue un patrón común. Tras la violación y la venta al burdel comienza la etapa de adiestramiento, en la que lo importante es destruir la autoestima de la chica para que se sienta culpable y para que piense que sólo es capaz de vender su cuerpo. Ese período de tiempo es el más duro. Se tortura a las chicas, se las obliga a recibir hasta quince clientes al día, y muchas de ellas viven confinadas. Cuando se hacen dóciles las dejan salir. A partir de ese momento, vuelven ellas al burdel por voluntad propia, puesto que se ha destruido la resistencia que podían oponer. Sólo cuando dejan de resultar atractivas, los burdeles prescinden de ellas, y se ven abocadas a otro infierno, el que forma la combinación de las ETS y del estigma. Muchas terminan prostituyéndose en parques, y mueren de forma prematura. Las víctimas de la esclavitud sexual lo son durante toda su vida.
- Dice que el dinero se ha convertido en el ‘leit motif’ de muchos asiáticos, y que no hay nada que no tenga su precio. ¿Pueden las prostitutas que han progresado económicamente comprar su buen nombre y deshacerse del estigma ligado a la profesión?
- En muchos casos sí. Nuestra sociedad está enferma y sólo muestra interés en el dinero. Las mujeres violadas y vendidas sufren las habladurías de la gente cuando vuelven a sus lugares de origen, generalmente una vez que han perdido el atractivo que tenían para los proxenetas. Y su vida es un infierno. Unas pocas, sin embargo, hacen dinero y pueden regresar sin ese estigma. Esos raros ejemplos llevan a algunas familias a vender a sus hijas con el propósito de lucrarse no sólo con su venta, sino también con las ganancias que se puedan derivar de la prostitución.
- Resulta sorprendente que países del sudeste asiático valoren mucho la castidad de las mujeres, sobre todo a la hora del matrimonio, y que, a su vez, haya tantos hombres dispuestos a comprar sexo. ¿Diría que se trata de una contradicción o de hipocresía?
- Sin duda es una hipocresía basada en la prepotencia del hombre frente a la mujer. Y se entiende sólo porque las mujeres son consideradas mera mercancía, propiedad de los varones. La virginidad tiene una importancia extrema. Cualquier hombre exige que su novia lo sea y quienes pueden, pagan por desvirgar a una chica, porque todavía piensan que eso les dará un poder especial, permitirá que mueran longevos, y hasta aclarará su tono de piel. Por no mencionar la creencia de que así no se contagiarán de sida. De ahí que muchos burdeles cosan en carne viva a las chicas para que parezcan vírgenes, y que el número de violaciones sea extremadamente elevado. Además, las características de la sociedad dificultan la denuncia de estos casos, en los que impera la ley del silencio. Me sucedió a mí y les pasa a miles de chicas. Cuando son violadas se sienten sucias y piensan que la culpa es suya, por lo que optan por callarse. Saben, además, que si hablan serán ellas las castigadas.
- Muchos hombres se quejan de que sus mujeres no quieren mantener relaciones sexuales con ellos y que por eso acuden a las prostitutas, algo que parece no estar mal visto socialmente.
- Hay una preocupante falta de educación sexual en Camboya y, en general, en los países de la región. Es un tema tabú y pocos saben realmente qué hacer. En una ocasión, una mujer me preguntó por qué no se quedaba embarazada. Al final, descubrí que todavía era virgen, y que creía que con el simple roce de las piernas era suficiente para concebir. Para quienes practican sexo, suele resultar traumático, sobre todo para las mujeres. El hombre no considera que la mujer tenga que disfrutar, por lo que no resulta difícil comprender que ellas no quieran hacerlo. Muchas mujeres saben perfectamente que sus maridos van con prostitutas, y algunas incluso lo aprueban. Se ven liberadas de esa carga.
- Usted ha dado conferencias a grupos de hombres camboyanos sobre relaciones sexuales. ¿Cuál es la reacción?
- En nuestra sociedad no se habla sobre sexo. Aún es más raro que lo haga una mujer frente a grupos de policías y militares como he hecho yo. Pero es necesario. Al principio teníamos miedo porque pensábamos que nos rechazarían, pero, al contrario, recibimos propuestas de todas partes para dar charlas multitudinarias en las que llegamos incluso a mostrar cómo utilizar los preservativos con un plátano. Les explicamos el origen de las enfermedades venéreas y cómo prevenirlas, y la necesidad de utilizar siempre protección. Muchas jóvenes prostitutas sufren continuas enfermedades de transmisión sexual (ETS) porque no pueden exigir el uso del preservativo. Si lo hacen, el cliente se queja y son torturadas. Lo que pretendemos es que los hombres sean conscientes de que ellos también corren riesgos.
- Su historia está repleta de violencia. No recuerdo cuántas violaciones describe en el libro, pero son muchas. Lo que más sorprende es que habla de ello como algo natural.
- Yo diría que, ahora mismo, la noche de bodas de casi todos los matrimonios constituye, en realidad, una violación. La mujer no tiene ni idea de lo que supone el sexo, mientras que el marido, que ha acudido a los burdeles, sí. Y es muy común el uso de la fuerza en ese primer contacto y en sucesivos. Las madres les dicen a sus hijas, “la primera noche, quédate callada y no te muevas, y deja que tu marido haga lo que quiera contigo”. Antes me parecía algo normal, pero ahora lo considero una violación. Además, el número de violaciones fuera del matrimonio aumenta cada día, y en especial las que se hacen en grupo. La importancia que se le da a la virginidad hace que sean muchas las niñas violadas. Es algo arraigado en la cultura y se tardará mucho en cambiar esa mentalidad.
- En occidente se suele culpar al turismo sexual de las dimensiones que cobra el problema de la prostitución y de la esclavitud sexual en Asia. ¿Qué papel cree que juegan los turistas sexuales?
- El problema reside en nuestra sociedad y en nuestros valores. El turismo sexual existe pero tiene una importancia residual, que los periodistas se encargan de enfatizar para ligar el problema con su público. Eso crea un efecto boomerang porque, aunque los medios de comunicación escriben sobre el tema para denunciarlo, lo que consiguen de rebote es hacer publicidad y dar ideas a los depravados. Tenemos que concentrarnos en luchar contra la demanda, en todos los frentes posibles. Si no hay demanda, no habrá prostitución.
- ¿Cree que la prostitución debería ser ilegal?
- No debería ser ilegal si eso conlleva castigar a quienes la ejercen. Tampoco estoy de acuerdo con la legalización porque eso supondría regularizar la violencia contra las mujeres. Yo me considero abolicionista. Hay que luchar contra las mafias que explotan a las chicas y contra los clientes que hacen uso de ellas. Un buen ejemplo es lo que sucede en Alemania y en Holanda, donde se ha legalizado la prostitución. Si nos fijamos, veremos que la gran mayoría de las mujeres que trabajan vendiendo su cuerpo no son ni alemanas ni holandesas, sino americanas, de países del este y asiáticas. Si se les pregunta, la gran mayoría no quiere dedicarse a ello, y lo hacen por otro tipo de razones ligadas, en general, a la necesidad económica y al uso de la violencia. ¿Qué ha traído de positivo la legalización?
- En los países del sudeste asiático hay leyes que condenan el proxenetismo, sin embargo no parecen obtener ningún resultado. ¿Por qué?
- Es fácil redactar leyes cuyo contenido agrada a la comunidad internacional y así seguir recibiendo las ayudas de muchos países. Ese dinero pasa por manos sucias que se benefician de él, y nadie cuida que las leyes se lleven a la práctica. Eso es lo que nosotros denunciamos desde AFESIP. Tratamos de que se implementen la normas del código penal, pero la corrupción llega a las esferas más altas y, generalmente, nuestro trabajo no da frutos en ese aspecto. De momento, aunque no consigamos encarcelar a los culpables, nos sentimos muy orgullosos de poder salvar a miles de niñas, a las que no sólo sacamos de los burdeles, también les proporcionamos ayuda psicológica y la formación necesaria para rehacer sus vidas con otras profesiones.
- Ha pasado más de una década desde que escapó de la esclavitud sexual, y ha seguido trabajando activamente en este campo. ¿Qué ha cambiado en Camboya desde entonces?
- Si le soy sincera, nada ha cambiado para bien en la práctica, aunque hemos conseguido avances en el aspecto teórico, en el legislativo. Un buen ejemplo es la ley de violencia de género aprobada por nuestro gobierno. Antes, los maridos podían pegar a sus mujeres y la ley estaba de su parte, pero nuestros esfuerzos han conseguido que esta actitud pase a estar penada desde hace un año. Ahora estamos impulsando un debate político para cambiar la Constitución e impedir la poligamia. Lo conseguiremos, pero, como he dicho, el problema real reside en la puesta en práctica de estas normas teóricas. Es un proceso duro y lento que tiene como objetivo final la apreciación del rol de la mujer en la sociedad.
- ¿Está cansada de luchar?
- Esta es una carrera de obstáculos que no sabemos si vamos a ganar. Sí, estoy cansada. Soy humana y, como todos, tengo un límite de paciencia y de aguante. Muchas veces me siento deprimida, otras me asalta la ira. Vivo amenazada, han llegado incluso a ponerme una pistola en la sien, y eso no es agradable. Pero no por mí, sino por mis hijos y por mis colaboradores.
- A pesar de ello continúa su cruzada contra la esclavitud sexual.
- Supongo que es algo que no puedo evitar, aunque haya muchas ocasiones en las que no encuentre sentido a esta lucha. Al final, siempre pienso que el sacrificio de mi vida no será en vano si con él consigo salvar otras vidas y cambiar algo en la región. Ese es el sentido de mi vida. Me he convertido en la madre o la hermana de cientos de chicas que me dan la fuerza para seguir adelante. Además, quiero sobrevivir para que AFESIP pueda continuar su labor, porque me temo que, si desaparezco, la organización se desvanecerá conmigo. Ahora hemos abierto sedes en Tailandia y Laos, y espero que en algún momento se vean los resultados.
- A pesar de todo, no pierde la esperanza.
- No, no la pierdo. No porque piense que yo conseguiré cambios significativos, sino porque creo que otras pueden continuar mi labor cuando yo no esté y lograr un cambio sustancial en esta situación.
- ¿Qué se ha de hacer para lograrlo?
- En primer lugar hablar, dialogar mucho. Involucrar a la prensa para que difunda valores equitativos que nos permitan modernizar nuestras costumbres y nuestra mentalidad. Es necesario también que la comunidad internacional se involucre, y exija saber dónde ha acabado el dinero que se envía a los gobiernos de países en vías de desarrollo, ayudando con ello a que se alivie la pobreza crónica que sufren. Y, sobre todo, mejorar los niveles de educación, para que aprendan a liderar una transformación duradera.
- Después de lo que ha vivido, ¿es capaz de confiar en alguien?
- Lo intento, pero he sufrido tantas decepciones que ya me resulta imposible. Es mucho el dolor que llevo sobre mis hombros, y me protejo de él desconfiando de la gente.
- ¿Cómo ha cambiado su forma de pensar el haber vivido en Francia y el estar en este momento entre dos mundos?
- Eso ha supuesto un choque duro para mí. Ahora me siento de ninguna parte. Mis ideas no son las de una camboyana, de ahí que pueda introducir novedades en nuestra sociedad, pero tampoco son las de una francesa. Hay que tener en cuenta que no soy una jémer (mayoría étnica en Camboya) sino que procedo de las montañas, lo cual todavía hace que mis sentimientos sean más confusos.
- Critica en ocasiones a quienes donan dinero y se desentienden. ¿Cree que los occidentales hacemos donaciones para sentirnos mejor con nosotros mismos y prestar menos interés por la solución de los problemas?
- En general, sí. Me sorprende que muchos donantes se nieguen a visitar nuestros proyectos, aunque tengan tiempo para ello. Suelen decirme, “ya te damos dinero, ¿qué más quieres?”. Para mí, es tan importante involucrarse económicamente como emocionalmente. De hecho, esto último es vital para las chicas a las que rescatamos. Necesitan ver que la gente está con ellas y que reciben su cariño. En el caso de las organizaciones y empresas que nos ayudan económicamente, lo que realmente hacen es utilizarme para ganarse un buen nombre, no es altruismo. Ligan mi figura con sus siglas y, en el fondo, lo hacen por una estrategia empresarial, para explotar la sensibilidad del ciudadano de a pie. Eso me duele. En ocasiones, organizaciones de cuya honestidad dudamos nos ofrecen donativos. Si no estamos seguros de que se trata de dinero limpio, no los aceptamos.
Para saber más:
· Biografía oficial (en inglés).
· Su historia, por Laura Alonso Cano.
· Biografía alternativa, por Ramón Peris.
· Entrevista por Jaime Fernández.
· Somaly Mam Foundation.
· AFESIP (Agir pour les Femmes en Situation Precaire - Acción para Mujeres en Situación Precaria).
11 comentarios:
"La imagen que las instituciones transmiten de la trata de mujeres resulta grotesca y del todo increíble. A falta de argumentos reales, emplean la demagogia y el sentimentalismo. Una parte de la población sucumbe fácilmente a estos mecanismos tan burdos de manipulación."
¿Te parece que habría que dar mejor imagen de algo tan sórdido y contra los derechos humanos como la trata?
Es que la trata sencillamente no existe. Por eso ha de fabricarse esa imagen exagerada, porque ya que se miente se hace a lo grande. Si existiese podrían mostarla, dar una imagen ajustada a la realidad en vez de esas caricaturas, poner casos reales. Pero no pueden porque es MENTIRA.
http://barriorojo-esl.blogspot.com/2010/12/existe-la-trata.html
El problema no es simplemente que lo de la trata sea un cuento. Lo verdaderamente inquietante es la razón que les lleva a fabricar este engaño.
Así es, Cliente, la verdadera trata que es la esclavización y explotación sexual forzada, representa un porcentaje microscópico dentro del rubro de la prostitución que en un solo país como España o Argentina abarca a cientos de miles de trabajadoras sexuales de las cuales un 98% lo hace voluntariamente por su decisión propia y totalmente consentida.
Pero lo que hacen algunos medios publicitarios apoyados( y en algunos casos directamente administradas) por las organizaciones nazi feministas que son las abolicionistas tanto en España como en Argentina y en gran parte del mundo es dar una imagen totalmente engañosa y distorsionada de la prostitución ligándola a la trata cuando en realidad la trata apenas existe(1-2% de la totalidad del rubro). Y hay mucha gente que no sabe analizar bien la información(de todo tipo) que les dan los medios y se la creen.
Por esto nuestro deber es des mascarar a estos personajes nefastos que saben muy bien como es la situación real de la prostitución y que la trata de personas se reduce a muy pocos casos, pero lo que de verdad interesa a las feminazis del abolicionismo es distorsionar la imagen de toda la prostitución y de los clientes que la consumen, para que las mujeres que se prostituya se convierta en victimas (que prácticamente perdieron sus derechos humano y su voz ya no cuenta) y sus clientes en sus agresores/violadores o sea en criminales. Esto es su verdadero objetivo. Y a estas personas tan perversas que son las feminazis no les importa en absoluto la vida de las mujeres del rubro de la prostitución y hasta estoy completamente seguro que ellas no quieren ni a sus propias madres. Son personas que odian a todo el mundo y solo persiguen sus objetivos sectarios y totalmente totalitarias para crear su "sociedad perfecta" que sera estéril y asexual basada en la ideología feminazista de la supremacía genética del genero femenino ante el masculino.
Esto es lo que son.
Al respecto de Somaly Mam, no creo que sea una clásica feminazi, si no mas bien una simple oportunista. Ya que al principio al llegar a Europa no pertenecía al abolicionismo y no le parecía mal la prostitución voluntaria y solo quería acabar con la prostitución forzada en su natal Camboya donde esta todavía existe(aunque disminuyo mucho después de la guerra), pero después se hiso amiga con las feminazis del abolicionismo locales que simplemente la utilizaron como un ejemplo excepcional para promover su ideología sectaria. O sea la compraron ofreciéndole un generoso financiamiento para sus proyectos en Camboya, y ahora es una persona rica, importante y conocida mundial mente. Y si para esto tiene que mentir, exagerar y promover una una ideología perversa y totalitaria, ella no tiene ningún problema y por la plata que gana muchas harían lo mismo.
Cliente, me parece muy bien y digno de admiración que estas des mascarando una por una a las principales figuras abolicionismo.
Esta es la mejor estrategia para ganar la batalla ideológica y demostrar a la sociedad quienes son verdaderamente las abolicionistas y que objetivos persiguen. Si lo aplicamos a gran escala mediática esto les quitara casi toda la credibilidad lo que los conllevara a desaparición natural por su falta de argumentos.
Pero también creo que estaría bueno(aunque seria mucho mas difícil) intentar de des mascarar a quienes los apoyan y les dan el financiamiento. Todos sabemos que en la política occidental existen peses muy gordas que tienen un fuerte presencia hasta en la ONU que odian a la prostitución y quiten acabar con ella y le otorgan un financiamiento muy generoso a todas estas ONGs del abolicionismo feminazi. la mayoría de estos políticos pertenecen a los partidos de izquierda(socialistas, social demócratas, progresistas, etc) aunque también hay algunos de derecha y quieren abolir la prostitución(aunque en la practica es totalmente imposible) por sus aspiraciones de crear un estado totalitario quitando le las principales libertades privadas y sobre todo las libertades sexuales y sus ciudadanos para imponer les con mayor facilidad su dominio sobre ellos.
O sea lo hacen no por sus dogmas morales(que realmente esta gentuza no tiene) si no, para que así paulatinamente imponer sus proyectos totalitarios.
Por eso debemos demostrar a la sociedad a todos estos personajes que están financiando(encima con nuestros impuestos) a las ONGs de las feminazis con el nombre de cada uno/una, demostrando hechos reales y concretos de cada uno y la estimación de sus proyectos totalitarios de largo plazo.
Saludos!!!
Pues esta entrevista que le hacen a Somaly Mam y que tú compartes ahora con nosotros-as me parece muy bien en es sentido de que revela bastantes cosas. Creo que ella es honesta y sincera en sus respuestas, y que su ONG y su lucha tiene sentido.
Si falsamente se afirma, como ya se ha tratado aquí, que cerca de 400.000 mujeres se dedican a la prostitución en España. Y al mismo tiempo se afirma también, que la inmensa mayoría de prostitutas lo hacen "traficadas", viviriamos en un país lleno de pisos con barrotes en las ventanas, donde las mujeres no pueden abandonarlos, encadenadas a sus camas, amenazadas, violadas y drogadas por sus proxenetas etc...
Esto es un disparate, pero es la imagen que los abolicionistas transmiten, y hay gente que realmente tiene esa imagen del mundo de la prostitución.
Por eso, la primera vez que uno va con prostitutas siente culpabilidad, e intenta advertir en la mujer rasgos de coacción, de maltrato, de busqueda de salvación, de depresión etc. Hasta que te das cuenta incluso preguntandoles directamente a ellas, que esa idea sobre que te han vendido es completamente erronéa.
Por otra parte, si creen que no es lícito vender servicios sexuales, ni voluntariamente, ¿estarían de acuerdo en prohibir la pornografía?. Vaya una locura.
Claro, Zorg, al presentar cifras tan escandalosamente infladas las abolicionistas logran un efecto contrario porque a ninguna persona que conozca realmente el mundo de la prostitución pueden venderle semejantes patrañas. Lo que uno se acaba preguntando es por qué tienen tanto interés en dar una imagen tan distorsionada de la realidad. En algunos casos el motivo debe ser ideológico, están tan en contra de la prostitución que necesitan desprestigiarla de cualquier modo. Pero en muchos otros las razones son mucho más mundanas: la pasta. Saben que ir de salvadoras del mundo es un negocio muy rentable, seguro y cómodo. No tienen más que repetir las consignas dictadas desde arriba, nada más sencillo. Por supuesto las prostitutas les importan una higa, sólo las emplean como justificación.
Estas feminazis han montado un verdadero emporio a través de ONGs, organismos internacionales e instituciones oficiales para saquearnos. No me cabe la menor duda de que lo han hecho con la connivencia de la clase política, de la cual proceden muchas de ellas. Y es que es necesario colocar a tanta sinvergüenza que no sabe hacer otra cosa que vivir del momio.
Efectivamente, Jeeves, según las abolicionistas el mundo de la prostitución sería lo más obsceno y espeluznante que cabría imaginarse. He puesto en el blog varias de sus campañas de “concienciación” como la campaña Corazón Azul contra la trata p la exposición The Journey, y desde luego son más propias de mentes desquiciadas que de personas equilibradas. Pero ellos tienen los medios y pueden imponer la versión oficial. Nosotros, desde nuestra humildad y escasez de recursos, hacemos todo lo que podemos.
Durante mucho tiempo me sucedió lo que mencionas, que trataba de buscar por todas partes indicios de que las chicas estuviesen maltratadas o coaccionadas de cualquier forma. Uno tiene muchos temores acerca de este mundo precisamente cuando no lo conoce, debido a sus fortísimas campañas de desinformación. Y sobre la pornografía tb desean prohibirla, por considerarla degradante y una forma de violencia contra la mujer. Tú lo has dicho, están como cencerros.
Asturiano, también me alegro de que pienses lo que piensas. No podría ser de otra forma. El problema es… ¿cuántos asturianos todavía hay en el mundo?
Vaya, casi no muero de risa cuando leí esta entrada dedicada a mi sino fuera porque tocamos un tema tan serio. Por lo demás, estoy absolutamente deacuerdo con Somalí, no voy a debatirlo porque ya conocéis mi opinión y seria inacabable.
Ok, ok, lo sé. Pero supongo que al menos me reconocerás que la situación en la Camboya de los 70 es muy diferente a la de la Europa contemporánea, que aquí las prostitutas no son analfabetas ni hay niñas de 12 años siendo violadas en grupo. ¿O sí?
Las mentiras de Somaly Mam http://www.cambodiadaily.com/archive/more-questions-over-somaly-mams-kidnapping-claim-1592/
Muchísimas gracias por el enlace! Precisamente iba a volver a escribir sobre ella porque hace un par de semanas la entrevistaron nuevamente: http://www.finanzas.com/xl-semanal/magazine/20130609/somaly-violaron-vendieron-como-5535.html
Tardaré un poquito en publicar la entrada ya que ando muy liado, pero como en un mes o así estará lista.
Publicar un comentario