"Los políticos han hecho todo lo posible por amargar nuestras vidas, o al menos la mía, desde que vine al mundo".
"La penalización de los clientes no terminará con la prostitución. Seguiremos trabajando, pero en peores condiciones. Es un ataque contra nuestro medio de subsistencia que implica una bajada potencial de nuestros ingresos y un aumento del riesgo de violencia, explotación, contagio de enfermedades venéreas y, sobre todo, una estigmatización discriminatoria aún más institucionalizada".
activista del Syndicat des Travailleurs du Sexe (STRASS).
Suelo decir que lo de ir de putas no es el peor de mis vicios. También soy "dragoadicto" y estoy enganchando a toda una serie de cadenas, emisoras y periódicos que muchos de mis lectores consideráis totalmente perniciosos. Para mí todo va en el pack, es un estilo de vida. El de la irreverencia, el del gusto por lo políticamente incorrecto, el de sentirme bien conmigo mismo y a la vez despertar la más profunda ira entre la progrez.
Hoy os traigo de nuevo a un viejo conocido del blog, Sánchez Dragó. Jejeje, me acuerdo que cuando escribí sobre él hará hace un año (cuando lo de las "lolitas" japonesas) no tuve un solo comentario positivo. En aquella ocasión rememoré el artículo en el que reconocía abiertamente haber acudido a prostitutas. Ahora resulta que, tras leer que el parlamento francés ha presentado una iniciativa para acabar con la prostitución penalizando a los clientes de la misma con multas de 3.750 € y 2 meses de prisión, ha escrito una entrada en su blog mostrando la indignación ante lo que considera como una ilegítima intromisión de los políticos en la vida privada de los ciudadanos. Mi querido Fernando, siempre contracorriente. Reconoce abiertamente lo que todos los demás se esfuerzan en ocultar. Es ése carácter de enfant terrible lo que me hace adorarle.
La penalización del cliente es la nueva moda para combatir la prostitución, da el aire de legitimidad y superioridad moral tan del gusto de los izquierdistas a la vez que empeora las condiciones reales de los trabajadores como declaran desde la asociación STRASS. Pero seamos justos, no sólo las izquierdas siguen esta línea. También una buena parte de la derecha les sigue el rollo, ya sea por sus complejos y la eterna necesidad de hacerse perdonar o porque directamente comulgan con sus planteamientos (ya saben, "socialistas de todos los partidos"...).
Los planteamientos colectivistas del abolicionismo pueden apreciarse en este cartel francés que pretende llamar la atención del cliente, transmitiéndole la idea de que si no quiere la prostitución para sus seres queridos no la debería querer para nadie. Si fuese por mi conveniencia personal prohibiría muchas cosas, pero entiendo que estaría pasando por encima de los derechos de otras personas. Lo que les falta a estos déspotas es eso de lo que presumen, RESPETO por el prójimo. ¿Querrían menos a su madre o a su hermana si optasen por prostituirse?
Poco importa que varios centenares de profesionales y simpatizantes se estuviesen manifestando en contra lo que consideran 'un atentado a la libertades ciudadanas' o que, como señala la noticia, la inmensa mayoría de la población declare estar a favor de una legalización (73%) y en contra de sancionar a los clientes (63%). Por ello Fernando se cuestiona la legitimidad democrática de un gobierno que legisla en contra del sentir mayoitario. Se hace evidente que la casta política tiene su agenda y no le presta atención a la ciudadanía. Respaldan su decisión en la consulta a una serie de "expertos" entre los cuales nunca encontramos a prostitutas, clientes o empresarios del ramo. Curiosa manera de informarse.
Quienes sigáis este blog ya conocéis de sobra mi postura. La defensa de la prostitución tiene un trasfondo de principios como muy acertadamente señala Dragó y los activistas de STRASS. En una sociedad respetuosa con las libertades individuales resulta totalmente inadmisible que los políticos penen una conducta que no le causa perjuicio alguno a un tercero y que de hecho muchos consideramos altamente beneficiosa. No se trata de prostitución o de drogas, sino de la libertad de hacer con nuestra vida, nuestro cuerpo y renta (en caso del cliente) lo que nos dé la real gana. Claro, los abolicionistas se respaldan en la supuesta existencia de mafias y mujeres obligadas. Pero esto es una ficción como denunciamos de manera constante quienes estamos en contacto directo con esta realidad. En primer lugar, si eso fuese cierto, lo que habría que perseguir es el delito (la trata de blancas, la prostitución forzada, las redes de proxenetas...). Arremeter contra la prostitución indiscriminadamente significaría reconocer la incapacidad de las autoridades para combatir el delito. Eso ya por sí sólo sería malo, muy malo. Pero es que la realidad es peor, es que la administración lo que va a conseguir con su intervención es precisamente sumir este mundo en una mayor clandestinidad, fortaleciendo de hecho a las organizaciones criminales. Que ésto sea un efecto indeseado o, por el contrario, hayan buscado tal resultado desde el principio queda a juicio del lector.
Además está el aspecto económico, que para mí es fundamental. Curiosamente el discurso progre lo obvia totalmente, parecen felices por renunciar a un negocio "billonario" -como afirma Dragó- mientras dilapidan los impuestos del contribuyente en costosísimas campañas de concienciación, exposiciones, charlas (con unos catering que os podéis morir), subvenciones a oenejetas y en la tan cacareada "persecución de las mafias". Hmmm. Piénselo un poco, ¿no les resulta extraño? Bueno, pues es que precisamente a la administración la resulta más rentable la situación de alegalidad de la prostitución, porque una Ley conllevaría ciertas obligaciones a quienes ejercen esta actividad (impuestos y control sanitario principalmente) PERO también supondría un reconocimiento de estas personas y las garantizaría una serie de derechos y protección frente a un comportamiento abusivo de los poderes públicos. O dicho en otras palabras, que perseguir la prostitución permite a las autoridades ejercer un mayor poder sobre quienes se prostituyen tal y como comenté recientemente en la entrada sobre Cuba. Es precisamente en época de crisis cuando los diferentes gobiernos necesitan unos mayores ingresos, y preferiblemente que no se encuentren fiscalizados para no tener que rendir cuenta de los mismos y poder emplearlos con una mayor discrecionalidad. Vamos, ya os lo dejado a huevo, ¿sabéis a lo que me refiero, verdad? Más claro no lo puedo decir sin riesgo de que me chapen el blog.
Dejo paso al soberbio artículo de Dragó, resulta realmente reconfortante leerle pues pone el acento en el asunto de fondo: el desmesurado poder que tienen los políticos sobre nuestras vidas y que les lleva a complicarnos la existencia. ¿Veis? Para defender la prostitución no hace falta ser un putero consumado como el Torbe o un servidor. Es una cuestión de proteger la libertad frente a sus enemigos (los "liberticidas"), que concierne a todos los que nos consideramos liberales, demócratas o tan siquiera ciudadanos de pleno derecho.
Abro el ordenador, tecleo www.elmundo.es y me quedo estupefacto. No es la primera vez que me sucede. Más bien diría que me sucede a diario, pero esta vez mi estupefacción raya en la cólera.
Tenía ya escrita y enviada a mi ayudante para que la colgase (yo no sé hacerlo) otra entrega de este blog. La aparco. Me pongo a teclear con furia estas líneas y curso instrucciones concernientes a su rápida inclusión.
Mi furia y mi cólera obedecen a la iniciativa puesta en marcha por los diputados franceses con el propósito de penalizar a los usuarios de los servicios de prostitución y de ir así extirpando poco a poco lo que en su vesania prohibicionista consideran un oprobio para la sociedad.
Lo hacen, por añadidura, desoyendo lo que todas las encuestas realizadas al respecto certifican: una amplia mayoría de franceses, cargados de bon sens, cree que la prostitución debería ser, de una vez por todas, legalizada, y no sólo, como hasta ahora, consentida.
Atacar a los clientes de las prostitutas es atacarlas a ellas mismas. Cualquiera que se haya acercado mínimamente al mundo de la prostitución, especialmente durante estos últimos años, habrá podido apreciar que una de sus principales preocupaciones es la falta de clientela. Multando al cliente lo que se consigue es empeorar la situación de quienes se dice querer ayudar. Qué despreciable es el cinismo progre.
Yo también lo creo, como lo cree, aquí, en París y en la Conchinchina, cualquier persona que tenga dos dedos de frente y unos cuantos centímetros de estatura moral.
¿Es democracia ir en contra de la opinión pública?
Consiéntaseme, ya que hablamos de sexo, un sexabrupto: estoy hasta los huevos, porque la coronilla no me basta, de esos tipejos pagados por mí y por ustedes que se dedican a prohibirlo todo invadiendo la vida privada y algo, así mismo, tan privado como lo son las braguetas y las bragas.
¿Son, acaso, curas? ¿Deberían ir a confesarse con ellos quienes en libre uso de su arbitrio y del arbitrio de las prostitutas contratan los servicios de éstas?
¡Hipócritas! ¿No es acaso, a menudo, el matrimonio, por ellos estimulado y legalizado, una forma encubierta de prostitución? Lo era, al menos, en el pasado, cuando la mayor parte de las esposas dependía económicamente de lo que el marido trajera a casa.
¿No desaparecerían las lacras de la prostitución –los abusos, los macarras, las enfermedades venéreas, la inmigración ilegal, la trata de blancas, de amarillas, de cobrizas y de negras– si se legalizaran de nuevo los burdeles?
¡Prohibir el oficio que pasa por ser el más antiguo de la historia precisamente ahora, cuando las cifras de paro están a punto de cargarse todo lo que en las últimas décadas, para bien o para mal, ha venido siendo Europa! ¡Confinar en la trastienda de la economía sumergida y el dinero negro, en época de tanta estrechez y corrupción, algo que mueve no ya millones, sino billones de euros y de divisas!
Los políticos han hecho todo lo posible por amargar nuestras vidas, o al menos la mía, desde que vine al mundo.
Las trabajadoras del sexo francesas cuentan con una envidiable tradición de movilizaciones sociales en las cuales principalmente demandan a los poderes públicos que respeten su libertad de ejercer la prostitución y que, con palabras de Dragó, "no amargue sus vidas".
¿Por qué tratan de impedir, sin conseguirlo, claro, que haga yo algo tan inocente como tomar de vez en cuando una galletita de marihuana? ¿A quién importa eso? ¿A quién hago daño?
¿Por qué ya no puedo ganar en mi constante liza con el reloj y el calendario una noche a la semana, sólo una, que dedicaría a escribir, no a irme de putas, ingiriendo, como durante muchos años –los comprendidos entre 1955 y 1982– lo hice, un comprimido de dexedrina para mantenerme alerta?
Sin ese empujoncito no habría sido capaz de escribir Gárgoris y Habidis o hubiese tardado mucho más tiempo del que necesité. Es sólo un ejemplo.
Pondré otros… Gentes tan honorables como Javier Pradera, que acaba de morir, o como Rafael Sánchez Ferlosio, premio Cervantes, también tomaban dexedrina. Me consta. Lo hacíamos, a veces, juntos. Eso no impidió al primero vivir largos y fecundos años ni impide al segundo seguir como un jabato en la octogenaria brecha de su vocación.
Los ingleses pueden tomar dexedrina. Los españoles, no. Los franceses todavía pueden irse de putas (aunque por poco tiempo). Los suecos, no.
¡Pues valiente democracia la que mide por raseros tan distintos a quienes, bajo ella, no son ciudadanos, sino súbditos!
Yo no soy inglés, no soy francés, no soy sueco, pero soy español y no debo, según los políticos, tomar galletas enteogénicas ni puedo comprar dexedrina en la farmacia. Con Franco, por cierto, sí podía… Lo último, digo, porque lo primero, tampoco.
Un mal día llegaron al poder los socialistas y empezaron a prohibirlo todo. No es que la dexedrina se vendiera sólo con receta. Es que dejó, por decreto, de producirse. ¡Que se lo pregunten a los laboratorios Merckx!
El PSOE también puede presumir de una larga trayectoria... de ataques contra la libertad. La gran mayoría de medidas adoptadas por los socialistas se enmarcan dentro de un proyecto político totalitario que pretende someter al ciudadano, relegándolo a la categoría de súbdito.
¿Políticos? No. ¡Liberticidas todos ellos, cortados por el mismo patrón, ya sea éste el de la democracia, ya el de la dictadura!
¿Se salva alguno? Sí, se salvan los liberales que lo sean de verdad, pero yo, en España, sólo conozco uno. Tiene nombre de mujer y de virtud teologal. Acaba de tomar la decisión de no imponer a sus administrados el inicuo impuesto del patrimonio. Acaba de aprobar la libertad de horarios y calendarios comerciales, sin limitación alguna, tal como sucede en todos los países civilizados e incluso en muchos que no lo son. Acaba de eliminar las trabas que impedían abrir tiendas en Madrid o poner en marcha empresas que contribuirán a reducir el paro y sanear la economía.
Estoy seguro de que Esperanza Aguirre, si por ella fuese, permitiría vender dexedrina sin receta y no demonizaría a quienes, como lo hago yo, se toman de cuando en cuando –nunca más de una vez a la semana– una inocente galletita de cannabis.
Pero también esa dama de hierro (lo digo como elogio) está maniatada por los liberticidas. ¿Hay, entre los políticos, alguien, aparte de ella, que no sea socialdemócrata? Soy todo oídos.
La revolución francesa nació en el Jeu de Paume, el Juego de Pelota. Sus herederos, ahora, se dedican a tocárnoslas. Lo que acabo de decir es otro sexabrupto. ¿Me lo perdonarán de oficio o debo ir, por deslenguado, a que los curitas de la Asamblea francesa, del Parlamento de Bruselas y de las Cortes españolas me den la absolución?
¡Auxilio! Me ahogo...
Si le sabe a poco siga leyendo aquí:
· Los liberales y la prostitución VI: Esperanza Aguirre
· Puteros de renombre V: Fernando Sánchez Dragó
3 comentarios:
Saludos;
Como creo haber comentado hace ya un año en este mismo post, el amigo Sanchez-Dragó tiene mi más enérgica repulsa no sólo por sus aberrantes ideas ultra conservadoras, no sólo por su chulería, no sólo por su vergonzante afairre con las menores japonesas, no sólo por su enchufismo en áreas afines al PP, ETC... si no sobre todo por ser un literato mediocre y aburrido a más no poder.
Sin embargo, he de reconocer que en esta serie de razones le tengo que dar la razón. No sólo va a contra corriente, incluso en su mismo sector ideológico (recordemos que en francia gobierna la derecha, no los pogres izquierdistas), si no porque creo que expone las razones de forma lógica, argumental y quitándose un poco de ese exhibicionismo que tanto le gusta.
Dicho lo cualo, ruego me permitas hacer una humilde sugerencia. Ya sé que entre tus muchos vicios está la política y tal, y que este blog está altamente politizado, etc...pero creo que un post, con conocimiento de primera mano, de cómo afecta la crisis a las prostitutas sería harto interesante.
Un abrazo
Ok, tengo en cuenta tu petición. Ahora mismo tengo que sacar urgentemente 3 entradas así que hasta Enero no creo que me pueda poner con la de la crisis. De todas maneras es evidente que el impacto ha sido altísimo, sobre todo porque en lo que primero se recorta es en gastos superfluos como el ocio. E irse de putas, por mucho que nos apasione, hay que reconocer que no es vital.
También depende del tipo de prostitución del que hablemos, como el empleo que se ha destruido es sobre todo entre personas de baja cualificación el sector de la prostitución orientado a ellas (el de bajo presupuesto) ha sido el más afectado. O al menos esa es mi impresión.
No voy a hacer que cambie tu percepción de Dragó de un día para otro, tampoco lo pretendo. A tí te valoro por como eres y creo que es muy sana la discrepancia. Pero bueno, me alegro enormemente que te hayas molestado en leerle y aceptes que, aunque puntualmente, pueda ser valioso algo de lo que escriba. Como me gusta tanto equilibrar las cosas y ofrecer una auténtica pluralidad de puntos de vista, hoy he puesto la opinión de Gabilondo.
Sobre mi gusto por Dragó es tal que si me dan a elegir entre pasar una noche con él o la prostituta más hermosa que jamás haya conocido me quedaría con él. O bueno, me lo pnsaría, porque dependiendo del día... heh.
Sobre algo de lo que expones:
"Quienes sigáis este blog ya conocéis de sobra mi postura. La defensa de la prostitución tiene un trasfondo de principios como muy acertadamente señala Dragó y los activistas de STRASS. En una sociedad respetuosa con las libertades individuales resulta totalmente inadmisible que los políticos penen una conducta que no le causa perjuicio alguno a un tercero y que de hecho muchos consideramos altamente beneficiosa."
Creo que aquí se te escapan varios "elementos" (no sé si son 'razones') para entender el porqué de esta iniciativa del parlamento francés y de la "queja de Sánchez Dragó":
- Los altos polític@s de Francia (por decirlo de un modo simplificado) probablemente tengan aún una conciencia de lo que el Estado-Nación, de que gobiernan para toda una sociedad, con una historia de valores culturales y morales marcadamente democráticos (al menos los rastreables en su historia contemporánea) por los que además es reconocida internacionalmente.
Asimismo, Francia tiene toda una tradición en Sociología y, más en general, en Filosofía Social que es muy rica, muy significativa, muy trascendente (en definitiva) a nivel mundial. Piénsese en numerosos pensadores y científicos sociales que ha dado Francia:
Poulain de la Barre (1647-1723), Olympia de Gouges, Rousseau, Montesquieu..., Saint-Simon, Charles Fourier..., Proudhon...
Auguste Comte (uno de los fundadores de la Sociología), Emile Durkheim..., hasta el presente.
Es asi muy posible que entre esos politicos del parlamente frances actual lo que digan los pensador@s sociales y los sociolog@s de su pais =DE SU TRADICION CULTURAL IGUALITARISTA Y DEMOCRATICA si pueda estar teniendo peso a la hora de decidir sobre un asunto como la prostitucion.
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