"Creo que hay que buscar aquella fórmula que proteja al mayor número posible, que margine al menor número posible, y que saque de la clandestinidad a todos los que sea posible. Los que están en contra de la regulación se refieren a ella en términos francamente despectivos y ofensivos (...) pero lo cierto es que únicamente se apoyan en argumentos, desde mi punto de vista, ideológicos (...) Estos argumentos creo que son muy peligrosos porque ahondan en esa situación de ailsamiento y de marginación y de estigma que siempre ha rodeado a la prostitución"
Hace varias semanas me escribió una señora llamada Mabel, vecina de Villaverde (zona de prostitución callejera muy conocida aquí en Madrid), manifestándome su deseo de que nuestro Ayuntamiento elaborase una ordenanza "para evitar conflictos entre vecinos y las meretrices y sus clientes y también para la protección de las meretrices". Señalaba varias conductas de estas chicas que la resultaban molestas, añadiendo que "la prostitución no es solo un problema moral, sino de higiene, salubridad y seguridad".
He mantenido con ella una fluida conversación por el correo electrónico, sin embargo la prometí tratar este tema públicamente en el blog. Ante la desidia de los poderes públicos en este tema parece que hemos de ser los ciudadanos quienes busquemos soluciones, algo que por cierto no me molesta en absoluto ya que como sabéis soy un firme partidario de la autoorganización y del gobierno mínimo.
Pero he retrasado esta obligación a la que me había comprometido no sólo por la cantidad de asuntos que he tenido que atender estas semanas, sino también porque la magnitud de la tarea me desbordaba. Me gusta hacer las cosas bien, el problema de la prostitución es un nudo gordiano que no puede cortarse tajantemente sino que requiere un análisis sereno y una búsqueda de soluciones que tengan en cuenta a la diversidad de agentes sociales implicados. Los "planes de choque" ofrecen respuestas tan sencillas como ilusorias, como han mostrado reiteradamente los hechos.
Por lo tanto voy a comenzar una serie de entradas orientadas en primer lugar a dar a conocer el conflicto existente, para posteriormente ofrecer alternativas viables que puedan ser adoptadas por nuestros representantes. Es decir, desde el primer momento ya os estoy confesando que busco una solución institucional a este problema, no voy a limitarme a teorizar sobre el mismo sino que el objetivo último consiste en alcanzar una solución práctica. Pero he de empezar por el principio, tratando el problema de fondo que no es ni más ni menos que la existencia misma de la prostitución. Porque desde algunos sectores niegan la mayor, la consideran como algo indigno, humillante, inhumano... Y claro, entonces cualquier acuerdo es imposible.
Iré yendo de lo abstracto a lo concreto: hoy comenzaré con el debate que se da en los medios cuando se habla de la regulación de la prostitución, aspecto fundamental ya que condicionan la opinión de la ciudadanía. Los siguientes temas que trataré serán 2) un análisis de los intereses que sostienen los distintos actores enfrentados desde una perspectiva de las políticas públicas, 3) un ejemplo concreto: el caso de Villaverde y 4) una vez conocida la situación existente qué propuestas normativas podrían sugerirse a la administración.
Vamos a ello, dentro primer video: ¿legalizar la prostitución es una medida necesaria o, por el contrario, supone un atentado a la moral?
Algo que observarán en todos y cada uno de los debates es que los contertulios son personas con una serie de características comunes: tener un status socioeconómico alto (abogados, políticos, periodistas, escritores, etc) , ser ajenos al mundo de la prostitución (¿con qué otro colectivo se hace esto? hablar de nosotros pero sin nosotros, puro despotismo ilustrado) y generalmente mantener posiciones bastante cerradas y dogmáticas.
Es raro, muy raro, que a las prostitutas o sus clientes los poderes públicos nos tengan en cuenta cuando toman sus decisiones. Reconozcámoslo, aunque seamos los principales afectados no tenemos la menor capacidad de incidencia en las instituciones ya que no nos hemos organizado, no somos un actor activo políticamente. Las administraciones públicas van a escuchar a aquellos que sí tienen peso (lobbys feministas, ONGs y, sobre todo, cuerpos policiales), los cuales darán SU visión propia del problema y aportarán SUS soluciones. El primer paso para dar batalla en la arena política es visibilizarnos: conseguir que cuenten con nosotros en los programas de tv, que en las radios nos entrevisten, que la prensa saque nuestros comunicados. Ya he hablado numerosas veces sobre cómo hacerlo, conectando con alguien que ya tenga un pié dentro como es el caso de Torbe. Esto es pura política, hay que conocer gente, crear redes, darse a conocer. Y contar con un "padrino", porque sin él no podemos "bautizarnos".
En cualquier tema, y más en este como vemos en el debate, los juicios de valor resultan determinantes. Las ideologías van a "crear la realidad", algo que he mostrado infinidad de veces en el blog es que por muchas evidencias que pongamos en la cara a los abolicionistas convencerles va a resultar tarea imposible. Y no es porque sean tontos o su discurso defienda intereses inconfesables (que también), sino porque se han construido un mundo en el que todo cuadra. No buscan respuestas, ya tienen todas las que necesitan. Si nosotros venimos mostrándoles otra realidad lo que estamos haciendo es destruir su mundo, y creedme, es todo un trauma tirar el edificio abajo y volver a edificarlo desde los cimientos (cosa que tuve que hacer cuando fuí siendo consciente de las mentiras de la izquierda). No importa que los hechos contradigan su ideología, siempre pueden negarlos, ¿que la inmensa mayoría de prostitutas no están obligadas físicamente a ello, que su actividad no las incomoda especialmente o que la prefieren a otras salidas laborales? DA IGUAL, porque como hace el abogado chileno EL OBJETIVO (luchar contra la prostitución) se fija primero, luego se buscan los argumentos.
Los abolicionistas equiparan la prostitución a la esclavitud, con lo cual la mera idea de regularla sería inadmisible pues supondría su aceptación legal. La prostitución en sí no es más que la prestación de unos servicios personales (no siempre pero sí generalmente de carácter sexual) a cambio de una retribución económica, es decir, lo que todos entendemos como UN TRABAJO. Y como cualquier trabajo puede realizarse en régimen de libertad (que de hecho es el único trabajo aceptado en nuestro Estatuto de los trabajadores) o de esclavitud (lo que se persigue, al igual que quien es obligado a recoger tomates o a planchar pantalones).
Estas ideologías se reflejan en la manera de expresar las cosas, de definir los problemas, que nunca es inocente. Si empleamos expresiones como "vender su cuerpo", "indignidad" o incluso "no es un trabajo común y corriente" ya estamos introduciendo unas valoraciones muy peligrosas. La objetividad pura es inalcanzable, pero indudablemente hay grados. Yo soy un partidario confeso de la prostitución, qué duda cabe, sin embargo cuando se trata de buscar una respuesta a un problema social intento dejar mis simpatías a un lado y ser lo más neutral posible, lo cual NUNCA hacen los abolicionistas ya que sus irracionales tesis sólo pueden ser defendidas desde el dogmatismo más extremo. Ellos se echan al monte, cuanto más absurdas y radicales sean sus propuestas tanto mejor.
Los planteamientos de los colectivistas, ya sean de izquierdas (socialistas, aka "progres") o de derechas (conservadores, aka "carcas"), comparten una profunda radicalidad, desprecio por la libertad individual y amor por el dirigismo estatal. ¿Qué es eso de entrometerse en una relación entre particulares fotografiando y multando a los clientes? ¿quién es la víctima en este "delito"? ¿qué bien jurídico se protege? ¿Y lo de "reconvertirlas"? ¿por qué no se propone esto con las dependientes, las cajeras del super o las señoras de la limpieza que también están hasta el moño de su trabajo? Además estas intervenciones cuestan dinero del contribuyente, que no sé yo si está por la labor de pagar a policías para que persigan a los puteros o talleres de costura a las prostitutas en detrimento de la educación, sanidad o transporte públicos.
El prohibicionismo no es la única cara del dirigismo, también tenemos al reglamentarismo. En este caso lo que promueve es una rígida regulación que controle esta actividad en todos sus aspectos. Cúantas prostitutas hay, quienes son, dónde viven... un censo, vamos. Bueno, de hecho en España es lo que se está haciendo y no se realiza sólo con fines sanitarios, sino también desde la perspectiva fiscal y penal. Los pro derechos o regulacionistas se oponen a esta medida, y yo en teoría estoy con ellos. No obstante también soy consciente de que es muy difícil dar marcha atrás, y ya que se están realizando este tipo de controles habría que darles una cobertura legal. No me opongo a que se realicen pruebas sanitarias obligatorias a las prostitutas o a que se las cobre una tasa para financiar este servicio, una regulación lo que debería hacer es dar seguridad jurídica a estas mujeres estableciendo los requisitos necesarios para que puedan ejercer su actividad. De acuerdo, que los poderes públicos realicen inspecciones sanitarias y las cobren impuestos, pero que al menos la actuación de la administración se atenga a derecho y se haga bajo el paragüas de la Ley y no de acuerdo a instrucciones policiales internas totalmente arbitrarias de las que no queda ninguna constancia escrita.
Finalmente está ese manido argumento de que la legalización promueve la prostitución. No, la ley ofrece protección y seguridad, garantiza derechos a los ciudadanos a la vez que les somete a una serie de obligaciones. Promoverla sería subvencionarla, como se hace con los sindicatos, los titiriteros, o las oenejetas. Eso sí que es vergonzoso que se esté fomentando desde el poder público.
Pasemos al siguiente programa, en el que Francisco Pérez Puche, JJ Pérez Benlloch y Javier Peris debaten sobre la situación de la prostitución en España y si ¿Debe legalizarse la prostitución? ¿Cómo debe legalizarse?
Es atípico que en un debate sobre prostitución sólo intervengan varones, aunque todavía lo sería más que alguno declarase haber solicitado los servicios de una prostituta. Vuelvo a lo de antes, qué curioso que nosotros casi nunca tengamos voz propia para poder defendernos. Cuando hablan de toros invitan a toreros, si es de educación a maestros, pero con la prostitución no sucede lo mismo. Por ello no sólo me pregunto si a la sociedad le interesa este debate, sino ¿les interesa a los medios? ¿O sólo tratan este tema por el morbo que produce?
El señor Puche tiene razón en que la prostitución que escandaliza es la callejera, la que hace surgir mayores protestas e incomodidades. Consecuentemente es a la que mayor atención tendrá que prestar la clase política, respondiendo a las demandas ciudadanas. ¿Cómo? Pues como señala el siguiente invitado, sr. Benlloch, con regulaciones como de la que es partidaria la presidenta de la Comunidad de Madrid. En cambio lo peor que puede hacerse es abandonar a estas personas a su suerte como parece sostener el sr. Peris y tratar de escandalizar a la opinión pública repitiendo los archiconocidos mitos. Ni las "voluntarias" son una inmensa minoría ni los chulos están al lado, los proxenetas bien las controlan a distancia (cámaras, móviles...) bien se pasan por la zona periódicamente. Pero como dije en su día hay que diferenciar el proxenetismo, aunque sea coercitivo, de la prostitución forzada: no las obligan a prostituirse sino a pagar por el uso privativo que hacen del espacio público. Y yo la verdad es que no pretendo "evitar el proxenetismo", ni mucho menos, no soy ni un loco ni un revolucionario. Sólo quiero que ya que se las cobra un impuesto pues que esta práctica se reconozca y ese dinero pueda ser fiscalizado. Únicamente pretendo que las prácticas de la administración se ajusten a derecho, poder compatibilizar los inevitables privilegios del poder público con unas mínimas garantías individuales. No se trata de que "paguen sus impuestos y tengan sus controles de sanidad", ciertamente eso ya se ha logrado, lo que sucede es que la administración pública no puede (no debería, vaya) realizar ninguna función que no la haya sido expresamente atribuida, que tiene que someterse al principio de legalidad (art 103.1 CE). Eso es lo que se busca con una "legalización" (regulación más bien, porque ilegal no es) de la prostitución de acuerdo a la perspectiva garantista que mantego.
¿Que muy bien puede ser inútil? Claro, la Ley debería cumplirse y en cambio suele quedarse en papel mojado. Nuestra Constitución también dice que la administración debe servir con objetividad al interés general, que los españoles comos iguales ante la Ley o que el funcionamiento interno de los partidos ha de ser democrático... sería para reirse si las consecuencias no fuesen tan escalofriantes.
Venga, ánimo que ya hemos llegado al último video. Entre el idioma y el gallinero que se forma hay que hacer un esfuerzo para entenderlo, pero si se centran pueden lograrlo. Lo cierto es que viendo programas como éste sí que parece que Cataluña sea un mundo aparte, no caben más ultras: la Lidia Flacón (INCREÍBLEMENTE CALLADA casi todo el tiempo), Laura Freixas, el Anglada... menudo plantel de lujo (al tal Segura no le conozco). Un fiel reflejo de lo que es la "Catalunya" institucional. Y además el título del debate ya es tendencioso: S'ha d'abolir la prostitució?
Quienes seáis de fuera de España no conoceréis a Josep Anglada, pero aquí es bien famoso. El líder de Plataforma per Catalunya es todo un "hombre espectáculo", buscadle en youtube y ya veréis. Su posición queda bien clara, es el reglamentarismo más tradicional: no a la prostitución en la calle, sí en los clubes ("prostitución acuartelada") ya que "la gente tiene necesidades". Esa concepción de que la prostitución sólo sirve para desfogarse es la propia de la derecha NO LIBERAL más rancia, a mí ME ENCANTA LA PROSTITUCIÓN CALLEJERA porque no se trata sólo del sexo: muchas veces voy a tomar algo con las chicas, hablamos, paseamos, echamos unas risas... en los clubes también puedes hacer amistad con ellas aunque el ambiente, al ser tan distinto, condiciona mucho más la relación. Ya es un espacio cerrado, un compartimento estanco separado del resto del mundo, para ella es su lugar de trabajo. Casi no voy a clubes por eso mismo, me parece todo mucho más artificial además de que en la calle las chicas tienen una mayor libertad de horarios y no están tan presionadas para atenderse con nosotros. Para terminar va y suelta como siempre su discursito contra la inmigración. Qué obsesión, macho.
Es típico querer beneficiarse de ciertos servicios o instalaciones sin tener que soportar los efectos negativos que provocan. La corriente reglamentarista es lo que postula, una prostitución alejada de la sociedad, como si fuese un vertedero.
A su lado está Laura Freixas, escritora catalana que comparó la prostitución con el maltrato. Esta "feminista" sostiene una visión muy restringida de la sexualidad, "como intercambio de sentimientos y emociones". Oiga, que el sexo con amor está muy bien pero también el bunga-bunga sin compromiso. Y ambos pueden darse dentro y fuera de contextos de prostitución. Qué más la dá, como dije al principio de esta entrada muchos debates son sólo la repetición de un tópico tras otro para respaldar una postura ya tomada de antemano. Siempre, absolutamente siempre, sale el dogma de que están obligadas por mafias. Oiga, que no, que las "mafias" las cobran para dejarlas venir, para permitirlas trabajar y la amenaza es de deportarlas. Las obligan a someterse a controles sanitarios y a abonar una tasa pero eso lo hacen también con todos nosotros, ¿o acaso no hemos de pagar tributos y si ofertamos determinados bienes o servicios que afecten a la salud pública (alimentos, atención médica...) estamos obligados a pasar ciertas inspecciones? Los sectores ultraliberales se refieren al Estado como una "mafia", aunque no me parece que sea el caso de la señora Freixas...
Y ya paso a comentar las intervenciones telefónicas. El presentador alucina con la del pavo que aboga por NACIONALIZAR LA PROSTITUCIÓN y llama al Estado "macarra total", jajaja, muy bueno. Pues no es algo descabellado, porque la situación real no difiere mucho de eso, del "Estado prostituidor" del que tanto abomina la Falcón. Clientes y prostitutas estamos dispuestos a pagar para que nos dejen tranquilos. Digan cuanto quieren, comprométanse a cobrarnos eso y ni un céntimo más, y tengamos ya la fiesta en paz de una vez.
¿Revisión sanitaria mensual? Aquí a las chicas se la hace SEMANALMENTE, y como tengan algo no la dejan trabajar. Y ellas apoyan esta política, porque así se aseguran que las demás no incurran en prácticas de competencia desleal (hacerlo sin goma, vaya) para obtener más cuota de mercado. Pillar una venérea supone para la chica perder automáticamente su trabajo, por la cuenta que las trae se cuidan muy mucho.
El poder público debería tener en cuenta la cantidad de puestos de trabajo que este sector genera, no digo que lo subvencione como a la minería, las energías renovables (qué incongruencia, ¿no creen?) o la industria del automóvil, pero al menos que los impuestos que nos cobre no sean confiscatorios. Además como indica un televidente la prostitución cumple una función social, podría considerarse como servicio social su prestación a las personas discapacitadas (no es coña, tenemos el precedente de Dinamarca).
¿Por qué al Estado no le interesa regular? pregunta una señora. ¿Cómo es que en otras materias existe una hiperregulación y en cambio la prostitución está en el limbo legal? Ya he dicho, y me repito más que el chorizo picante, que éste no es un problema de moralina sino económico. El poder público, por su naturaleza, es despótico y trata de huir del control. Los ingresos que obtienen de este rentabilísimo sector económico las diferentes administraciones públicas (en concreto los municipios, por eso no son partidarios de su regulación) están en negro, por tanto no sometidos a control ni gravamen alguno. Soy consciente del delicado equilibrio que afrontan los ayuntamientos en la eterna disputa entre eficacia y control de la gestión pública, me parece razonable que cobren un impuesto a las chicas (ya que éstas se benefician de servicios públicos como el alumbrado, la seguridad, las pruebas sanitarias...), nada más quiero que lo justifiquen. En modo alguno pretendo aguarles la fiesta, de hecho considero que es algo que les beneficiaría ya que en la situación actual se exponen a que periódicamente vayan surgiendo escándalos que erosionan su legitimidad. La legalidad no tiene por qué ser su enemiga, no la teman, seguro que podemos encontrar fórmulas para que puedan sanear las arcas públicas gracias a la prostitución sin tener que actuar de una manera "mafiosa".
Hasta aquí he llegado por hoy, nada más ni nada menos. Quedo a la espera de sus comentarios.