Vuelta a las andadas. El repertorio ya me lo tengo sabido de memoria: primero un medio, generalmente de tendencia ultraconservadora (El País, La Vanguardia, 20 minutos, etc) -actualmente conocida como "progre"- saca un reportaje gráfico, que es lo que impacta, sobre la prostitución de calle. A continuación se produce una inmediata respuesta de las fuerzas del orden, en forma de acción represiva, impidiendo trabajar a las chicas o cerrando los pisos donde se atienden. Por último se reaviva el debate sobre la prostitución, con renovadas fuerzas por parte del sector abolicionista/prohibicionista ya que cuenta con más munición.
El último episodio es el que provocó el diario el País al denunciar cómo en algunos casos esta prostitución se ejercía en plena vía pública. Me gusta que se informe de todo, que los ciudadanos tengan el mayor número posible de elementos de juicio, sin embargo la intencionalidad de noticias como ésta es causar un "efecto alarma" que permita ir progresando en los ataques que sufren las trabajadoras sexuales y quienes estamos de su parte. Es decir, en vez de plantear el debate en términos de responsabilidad del Ayuntamiento -que es el culpable de haber cerrado los meublés- y exigirle que proporcione unas instalaciones adecuadas donde poder realizar esta actividad de una manera higiénica y ordenada; lo que hacen es señalar la pésima imagen que se da de la ciudad para acto seguido proponer la solución más sencilla y también más engañosa de todas, prohibir la prostitución en la calle. Tenemos un paciente enfermo, ¿lo sanamos o lo matamos?
Imágenes como ésta no pretenden denunciar la situación de precariedad a la que se ven abocadas las trabajadoras sexuales debido a la actuación de las administraciones públicas, sino causar un masivo rechazo social de la prostitución. Hace tiempo vengo diciendo que somos objeto de un refinado y perfectamente elaborado plan: pretenden hacernos pasar como culpables de todos los males, como auténticos INDESEABLES, para así justificar toda las actuaciones represivas que ya nos están aplicando.
Algunos clientes han aceptado el razonamiento de los prohibicionistas y están de acuerdo con acabar con un tipo de prostitución que creen que les da argumentos a su favor. Craso error. No se van a detener ahí, sólo están atacando el que consideran el eslabón más débil de la cadena. Una vez que hayan subido el primer peldaño podrán argumentar, con toda lógica, que si se prohíbe en la calle ¿por qué no en los clubes? Volveremos a escuchar los cuentos de tráfico y trata de personas, de abusos por parte de proxenetas y clientes, o de trastornos que sufren las mujeres "prostituidas" y sin enterarnos habremos sufrido otro retroceso. No podemos dejarles avanzar ni un milímetro, no soporto esa actitud derrotista según la cual no hace falta hacer nada porque sus esfuerzos por erradicar la prostitución son estériles. Ni mucho menos, si la lucha contra la prostitución estuviese condenada al fracaso nadie la secundaría. Sería absurdo malgastar sus fuerzas luchando contra lo inevitable. Ellos tienen la posibilidad, si no de acabar con la prostitución sí de complicarnos mucho la vida... y maldita sea, lo están logrando.
Como muestra voy a contarles qué ha sucedido en Madrid. En torno a Febrero de este año se cerraron, después de años de tira y afloja, las habitaciones de la calle Jardines que era donde trabajaban la mayoría de las meretrices. Realmente no daban problema alguno, la localización era estupenda ya que se trataba de un inmueble vacío, sin vecinos, y disponía de un total de diez habitaciones con lo que a excepción de fines de semana por la tarde no solía haber mucha congestión. Según me comentaron el dueño no quería seguirlas alquilando, aunque estoy convencido de que la presión vecinal (los famosos vídeos de youtube en los que se apreciaba el trasiego de entrada y salida al edificio) fue la desencadenante del cierre. Esto provocó de inmediato un dramático efecto, el otro piso que funcionaba en la zona -en calle Caballero de Gracia- se vió completamente saturado. Sólo dispone de la mitad de cuartos, y solía ser empleado fundamentalmente por las chicas que se sitúan en la parte alta de Montera. Ahora tenía que absorber a las que trabajaban en toda la calle.
El cierre del inmueble de Jardines era la crónica de una muerte anunciada, todos sabíamos que iba a ocurrir antes o después ya que los parones "temporales" se iban haciendo más y más permanentes. Sorprende, por tanto, que su clausura definitiva se produjese sin que se le hubiese encontrado un sustituto. La solución provisional fue acudir a hoteles cercanos (no diré de qué calle para no dar pistas al enemigo que pueda leerme) que accedieron a alquilar sus habitaciones por pequeños ratos de 15 min a 5 euros. Con esto obtenían grandes beneficios, pero también corrían el riesgo de ser represaliados. Ante las reclamaciones de los vecinos muchos hoteles ya hace tiempo que optaron por dejar de alquilar sus habitaciones a las chicas y sus clientes, como es el caso del Hostal Ballesta.
Al poco las chicas comenzaron a comentarme que me tranquilizase, que yo era un alarmista, que todo se solucionaría porque iban a abrir un sex-shop donde podrían trabajar. ¿Un sex-shop? ¿Un local comercial en medio de la Montera? Auguré que iba a durar dos telediarios. Lo inauguraron y las chicas estaban más contentas que un tonto con un lápiz, en teoría era la respuesta a todos los problemas: el lugar era limpio y bonito, NO PERJUDICABA DE MANERA ALGUNA A LOS VECINOS, daba puestos de trabajo y, sobre todo, era muy discreto. Pero la realidad era muy diferente. El problema no es que se causasen molestias a los vecinos, el problema son las propias prostitutas en sí. Ni educadas ni groseras, ni bien o mal vestidas, ni libres o esclavizadas; hay algunos intolerantes que no quieren verlas DE NINGUNA MANERA, ni en pintura. Así que ni cortos ni perezosos se pusieron en contacto con Miguel Temprano, quien junto a Luis Troya realizó un "reportaje" cuyo objetivo declarado era provocar su clausura.
El sex-shop momentos antes de ser precintado por las autoridades. No originaba ruidos, ni desperdicios, ni siquiera daba mala imagen. ¿Qué molestia causaba?
La vida del local fue de dos meses escasos. Supuestamente lo cerraron por razones administrativas, por carecer de extractores de aire o algo así, justificaciones baratas. Eso es como cuando Chávez cierra emisoras y televisiones, tendrá un argumento legal pero todos sabemos qué hay detrás. ¿Provocó esto la reacción de las chicas? Ni mucho menos. Me decían que, como el propietario del negocio tenía mucho dinero (al parecer todo el mundo le conoce, yo no tengo el gusto), lo reabrirían al poco. Bueno, pues hasta hoy. No se dan cuenta del ENORME PODER DE LOS MASS MEDIA, por algo se le denomina "el cuarto poder" (doy por sentado que el lector conoce la separación de poderes del Estado formulada por Montesquieu). La policía actúa con contundencia siempre y cuando haya salido una noticia en la tv o en la prensa. Por eso cuando ésta se produce aviso raudo a las chicas, la catástrofe no tarda en llegar.
Tras la noticia del País, la policía se adueñó de la zona de prostitución callejera. Reacción más que previsible, con policía ya no hay chicas. Si bien no en la misma medida, este acoso también se produce en Madrid a pesar de que no existe una ordenanza que le dé cobertura legal. Se pide la documentación a los posibles usuarios (a mí sólo una vez, y me hice el despistado, como el que pasaba por casualidad), y a las chicas las adjudican los lugares donde esperar (aunque esto es normal, como ya he dicho los municipales son sus "jefes"). Lo peor que he visto es que no dejen trabajar a una chica por no pagarles "el impuesto", entonces la chica tiene tres opciones: o se marcha por donde ha venido, o se queda esperando dentro de una de las casas para que no la vean e intenta hacerse algún cliente, o bien se va toda la noche a casa de un cliente amigo.
Pero continuemos con el relato, ya verán como el patrón se repite indefectiblemente. En Montera sólo quedaba un piso, tenían la victoria al alcance de la mano. Como Rommel cuando avanzaba por el norte de África no tienen más que aplicar reiterativamente la misma fórmula ganadora: de nuevo llamaron a Antena 3 y sacaron una noticia donde el reportero graba unas tomas con cámara oculta (para ver el vídeo tenéis que darle al icono de la cámara). Este recurso les favorece aún más, ya que la cámara oculta causa la percepción en el espectador de que aquello que se graba es necesariamente oscuro, sórdido, un submundo cercano al delito. El resultado fue matemático, al día siguiente la secreta chapó el piso y las chicas tuvieron que ir a un hostal donde por término medio esperaban UNA HORA antes de atenderse. El empeoramiento de sus condiciones ya era muy notorio, incluso alguna acabó desistiendo pues no la compensaba estar toda una noche para hacerse menos de cien euros.
Justo antes de marcharme de Madrid la situación mejoró ligeramente al abrir dos nuevos pisos (cuya localización no revelaré, al menos hasta que los cierren). Tampoco creo que duren mucho, uno se halla en una finca muy bonita y aunque suben pocas chicas "canta" demasiado; y el otro se halla más resguardado pero tarde o temprano seguirá el camino de todos. La primera noticia que tuve ahora al regresar, a primeros de mes, fue que "el histórico", "el inamovible", "el eterno" piso de Caballero de Gracia había caido (en este caso NADIE lo esperaba... menos yo, "el loco"). Lo dije. Cada día nosotros somos más débiles y ellos más fuertes, por fortuna las chicas se están dando cuenta de la certeza de mis predicciones y se comienza a vislumbrar la posibilidad de emprender algún tipo de acción organizada. Me formulan preguntas, se interesan sobre noticias del resto de España, incluso me han llegado a pedir documentación (informes, noticias, legislación...). Ya es un primer paso, el siguiente consiste en llegar a los medios y a través de ellos a la sociedad (y quizá así influir en las instituciones políticas). Ahora tengo un doble trabajo, por una parte lograr convencer a los medios de que tengo una historia que merece ser escuchada y por otra ayudar a las chicas a superar el miedo al estigma. Ninguna de las dos tareas va a ser sencilla, pero tampoco soy yo un hombre que se rinda fácilmente.
El tiempo apremia, el señor (es un decir) Hereu ya ha anunciado una caza de brujas contra nosotros. Me niego a que las chicas o nosotros seamos tratados como delincuentes, que se nos persiga como a ratas. Parece que quieran hacer con las prostitutas lo mismo que Ahmadineyad con los judíos: echarlos al mar. No, la represión no es la solución, hay que ofrecer alternativas. Si en Barcelona no quieren ver a gente culeando en plena vía pública, que habiliten centros donde puedan hacerlo. Si en Madrid no les agrada que haya chicas en la calle (que por otra parte están en su derecho) ¿por qué no se negocian los espacios públicos, por ejemplo ofreciendo algún parque?
Nuestro alcalde, el señor (y éste sí es un señor, aunque nunca olvidaré lo que hizo a don Federico) Gallardón abrió una narcosala en las barranquillas (principal punto de expendio de drogas en Madrid) para que los yonkis tuviesen garantizadas unas condiciones sanitarias dignas, y además de paso contentó a quienes no querían verles ni a ellos ni a los desperdicios que originaban por las calles. Es que en esto consiste la política en última instancia, en lograr la conciliación de los intereses de los diversos sectores para lograr una sociedad más armónica y gobernable. Si el dinero público se gestionase con más cabeza, si se destinase a proporcionar a las prostitutas lugares para trabajar con todo aquello que necesitan (ducha, preservativos, lubricantes, etc) en vez de andar tras ellas tocándolas los ovarios, ni ellas tendrían que follar en la vía pública, ni los vecinos verlo, ni los turistas llevarse una mala impresión de Barcelona.
El poder público -nunca lo repetiré suficientemente- no puede, no debe imponerse a la sociedad civil. Los políticos son SERVIDORES de la sociedad, no sus AMOS. Por tanto si la sociedad demanda prostitución no deben dictar un juicio moral sobre su conveniencia o, peor aún, tratar de hacer experimentos de ingeniería social para modificarla. Su deber consiste en trabajar para que ésta se realice en las mejores condiciones posibles.