Los periódicos abren hoy con el debate del Parlamento de Cataluña en el que se discute acerca del futuro de las corridas de toros en esta autonomía. En sí mismo no es éste un tema que me llame la atención lo más mínimo, las corridas que me interesan son otras, en cambio el trasfondo existente -la lucha entre los demócratas y los totalitarios- merece que dedique al menos una entrada.
En principio las demandas y argumentos de toda esta serie de activistas sociales (feministas, ecologetas, antitaurinos...) pueden resultar atractivas e incluso justas para una buena parte de la ciudadanía. Supuestamente no están pidiendo más que reformas de sentido común, que podrían mejorar nuestra existencia en muchos sentidos, mediante una mayor igualdad, un mejor cuidado del medio ambiente, un trato digno y adecuado a los demás animales... es completamente normal picar en el anzuelo cuando se desconocen los temas de los que se habla, y especialmente cuando se ignora cómo funcionan estos grupos y sus reivindicaciones últimas.
Sin embargo uno va comprobando que su discurso al completo se sustenta o bien en prejuicios ideológicos difícilmente demostrables, o directamente en mentiras descaradas; una muestra clara es el conocido escándalo del "Climagate". Quienes conocemos el Mundo de la prostitución ya estamos curados de sustos ante las mentiras abolicionistas, que son tan variadas como inverosímiles: mayoría de prostitución forzada (cuando no toda), graves trastornos psicológicos como consecuencia del ejercicio de la prostitución, alta incidencia de ETS, violencia y abusos por parte del cliente, relaciones asimétricas (en esto sí llevan razón, pero suelen ser a favor de la trabajadora sexual) y un largo etcétera con el que no continúo porque esta cantinela ya me aburre. Resulta que los "salvadores del Mundo" no son tales, sino en unos casos unos carcas reaccionarios opuestos a todo cambio, en otros unos oportunistas interesados en hacer negocio con las preocupaciones creadas (el caso de Al Gore es paradigmático) y muchas veces unos intolerantes incapaces tan siquiera de considerar las opiniones ajenas.
Esto sucede en todos los ámbitos, por poner nuevos ejemplos podríamos citar la polémica sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la crítica al falso feminismo imperante o la vergonzosa imposición lingüística. Suelen surgir unos pocos héroes (Albert Rivera, Gloria Lago, el juez Francisco Serrano de quien ya he escrito en este blog...) que plantan cara ante estas injusticias manifiestas que invariablemente conducen a un abuso de poder, pero son todavía menos los que señalan la relación que vincula a todos estos temas. En última instancia estamos hablando de libertad, de si queremos una sociedad plural y abierta o un régimen "semifascista" tal y como lo califica hoy Eduardo Arroyo en el País. Ha acertado de pleno, el problema es la falta de respeto a las LIBERTADES PERSONALES. Estoy seguro de que todos tenemos en nuestra cabeza cómo debería ser el Mundo ideal, sabemos qué cosas nos gustan y cuales no, qué consideramos admisible y qué desaprobamos; y estamos en nuestro derecho, faltaría más, de intentar conseguirlo. Pero no a costa del prójimo, no es legítimo alcanzar nuestro paraíso a costa de su infierno. O por lo menos no para un liberal como yo, que vea como iguales a los demás y respete su vida, propiedades y deseos. Dentro de lo posible me parece que habría que construir una sociedad en la que tuviesen cabida el mayor número de personas, con sus sensibilidades y opciones diferentes. No vamos a acabar nunca con los problemas que toda convivencia comporta, pero sí podemos encauzarlos y minimizar su impacto.
Suelo decir que no sé si soy contrario a los progres porque apoyo la prostitución o es que apoyo la prostitución porque soy contrario a los progres. Es cierto que, como cliente y amigo de prostitutas, todo lo relativo a la prostitución me resulta muy atractivo; pero es que aparte, como demócrata liberal, no puedo obviar que los ataques que sufrimos también erosionan a la sociedad libre, o lo que va quedando de ella. Debería resultarnos llamativo el comprobar que quienes son contrarios a la prostitución comparten muchas otras afinidades, como ser favorables al independentismo (caciquismo, más bien) o en este caso apoyar a los antitaurinos. ¿Qué sucede? Que lo que se camufla tras cada una de estas protestas no es más que la más profunda intolerancia de quienes comparten un proyecto político excluyente como señala Juan Fernando Iturralde. Ecologetas, nazionalistas, antitaurinos, retrofeministas y en general toda la patulea progre "se creen superiores al resto, dueños absolutos de la verdad, imponen su ideología e insultan, agreden, y censuran a quienes no piensan como ellos". No sólo es lo que defienden, sino cómo lo hacen. Es fácilmente comprobable cómo las tesis fascistas que propugnan sólo pueden defenderse por medios fascistas. Absolutamente siempre comienzan por descalificar al adversario, para ellos somos puteros, asesinos (los taurinos), machistas y maltratadores, españolistas, neoliberales salvajes (los negacionistas), en fin, "la derecha"; la casposa, rancia y cavernaria derecha que habría que extinguir. Un toro puede ser para ellos un animal noble al que hay que proteger, pero todavía les gusta más si sirve para cargar contra esos odiados derechistas que, ni de lejos, seríamos merecedores de los mismos derechos. Un simio sería más humano que nosotros, en su sociedad idílica nuestro lugar estaría o en el cementerio o en el gulag.
Del mismo modo Juan Manuel Moreno Menor, secretario general de la Unión Nacional de Empresarios Taurinos, ha entendido que lo que se popone el legislativo-ejecutivo (porque la separación de poderes hoy por hoy es una ilusión) es purgar de Cataluña todo lo que resulte incómodo al régimen. La Fiesta Nacional representaría al "españolismo" por antonomasia, así que su prohibición simbolizaría tanto sacudirse el yugo del perverso "Estado Central" como mostrar que los catalanes son diferentes y mejores a nosotros, ya que han sido lo suficientemente civilizados como para suprimir una práctica vista por la progresía como grotesca y salvaje. Jose María Carrascal, en el ABC, va más allá al asegurar que la decisión ya está tomada y que todo el debate parlamentario no es más que una farsa. Le creo, pues con la prostitución ocurrió exactamente lo mismo, la Comisión parlamentaria formada para estudiar este problema llegó a unas conclusiones que perfectamente se podían haber escrito sin necesidad de escuchar ni a uno sólo de los ponentes. En política, y machaco mucho con esta idea, resulta más importante la fuerza en cuanto a redes de apoyo que se tengan que la veracidad o la racionalidad. El movimiento pro derechos todavía ha sido incapaz de encontrar un apoyo político que le convierta en una opción seria. En cambio los abolicionistas cuentan con toda una serie de pesos pesados (Tomás Gómez, Delia Blanco, Ángeles Álvarez, Elena Valenciano o Lourdes Muñoz, entre otros) dentro del PSOE y algún que otro acomplejado o carca en el PP.
No sé si las relaciones que he señalado, propósito principal de esta entrada, os resultan igualmente evidentes. Según mi criterio poco o nada avanzaremos si seguimos desvinculándonos de otras luchas y abordando cada problema de manera fragmentaria. Unos defenderemos la prostitución, otros los toros, éstos el derecho a que a sus hijos el Estado no les adoctrine, aquellos la pluralidad lingüística, los de más allá la veracidad de información sobre el clima... pero TODOS estamos a favor de la libertad y en contra del totalitarismo progre. O combatimos unidos o iremos sucumbiendo poco a poco, ¿quién pensaría que se llegarían a prohibir "los toros" en una parte de España? Pues hoy muchos consideran imposible que se haga lo mismo con la prostitución, hasta que llegue el día y nos preguntemos cómo hemos llegado a eso. La respuesta es sencilla y la anticipo: haciendo lo que hacemos ahora, pasar los días mano sobre mano viendo cómo avanzan sin reaccionar.
2 comentarios:
Sólo para evitar confusiones decir que el tema de aolir la fiesta taurina es una ILP. Ha sido una iniciativa ciudadana y han recogido las 185.000 firmas que se necesitaban para que el parlament debata.
El caso de los sectores abolicionistas de la prosti es diferente porque se ganan la vida difundiendo la ideología,(con las subvenciones) si quisieran llevar a término una ILP ya lo habrían hecho porque medios tienen pero saben que ni de coña recojerian las 500.000 firmas. (esto es algo que tenemos a favor)
No las necesitan, tienen suficientes apoyos dentro del partido de gobierno.
De todas formas lo que interesa es mantener las cosas como están pero empleando un lenguaje políticamente correcto, el discurso abolicionista. Cada vez tengo más claro que si la prostitución no se regula no es por motivos ideológicos o de valores sino puramente económicos.
C-X
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