Mª Elvira Villa Camarma, Antropóloga (URV & UCM)
Hoy voy a tratar uno de los temas sobre los que existe más desconocimiento, pero no porque se hable poco, sino porque toda la información que recibimos proviene de una única fuente y no realizamos el menor esfuerzo para contrastarla. Por lo que veo, cuando se habla de prostitución y muy particularmente en lo que respecta a los aspectos referentes al crimen y a las operaciones policiales solamente existe una versión, la verdad oficial. Desde el primer momento quiero aclarar que me merece el máximo respeto y que mi intención al escribir esta entrada no es menoscabar la credibilidad de nuestras autoridades sino arrojar luz sobre un tema que parece preocupar a bastantes personas quienes, sin embargo, carecen de cualquier contacto directo con la materia. Obviamente aclaro que hablo desde mi experiencia personal, que podrá ser más objetiva o parcial, más completa o limitada, más representativa o anecdótica... pero es la mía, la que conozco y he vivido. Acepto todos los "peros", condicionantes y objeciones que queráis, aún así a lo largo de los años he ido siendo testigo de cómo las historias que nos llegan desde los mass media no parecen casar muy bien con lo que me he ido encontrando.
La semana pasada, el Ministerio del Interior publicó una noticia en la que un grupo de mujeres rumanas eran liberadas, a la vez que se arrestaba a sus proxenetas. Al igual que nos contaba la página web de la policía hace unos meses o el periódico el Mundo el año pasado, eran captadas por el llamado “metodo Lover Boy” que consiste en que (cito) "el proxeneta “enamora” a la víctima en su país de origen con falsas promesas de un futuro común y la convence para viajar al extranjero, donde en realidad es obligada a prostituirse (...) el reclutador es un tipo carismático y apuesto, que se acerca a la víctima actuando como si estuviera interesado en mantener una relación sentimental. Poco a poco se gana su confianza y la de su familia, llegando a convertirse en su novio. Después le propone que viajen juntos a un país extranjero con la excusa de unas vacaciones, para trabajar, un futuro nuevo… La víctima acepta y cuando llegan a su destino éste le reclama que se ha gastado todo el dinero y que debe prostituirse “por el bien de la pareja” y la asegura que “la seguirá queriendo como siempre”, comenzando así su explotación sexual". Así pues, bajo la supuesta relación sentimental se encuentra un muy elaborado ardid para engañar a la víctima e inducirla a ejercer la prostitución. Ese "novio" en apariencia, en realidad sería su "chulo".
La figura comúnmente aceptada del "chulo" es la de un hombre que capta, incita y mantiene a una o varias mujeres en la prostitución empleando diversos métodos, desde la violencia más explícita (amenazas, palizas, castigos...) a la más sutil como sería la dependencia emocional. Es lo que vemos en las películas.
Hasta aquí tienen la información que encontrarán en el 99% de páginas de internet que existen. Es un relato que, en principio, resulta verosímil como tantos otros que se nos relatan sobre la prostitución. Las mujeres que se hallan atrapadas en este mundo no han llegado a él por su propio pié, ¿cómo vamos a creer otra cosa desde la comodidad de nuestros hogares? En nuestra vida diaria, en nuestro entorno, la prostitución es vista como lo último de lo último... ¿Quién podría escoger esa vida? Nadie, ergo han de llegar ahí forzadas o engañadas.
Efectivamente, hay víctimas. Y son ustedes: víctimas de los prejuicios, la incultura, la ignorancia, una educación que no les ha enseñado a pensar por su cuenta, del miedo a lo desconocido y de la manipulación de nuestros dirigentes. La credulidad y el desconocimiento han sido históricamente aprovechados por las élites dominantes para hacernos comulgar con ruedas de molino. Nos han vendido religiones, naciones y multitud de otras ficciones que siempre les servían para lo mismo, permanecer en el machito mientras ordeñaban la vaca a base de bien. Nos hablan de hechos diferenciales, de cursos de formación, de energías renovables, de obras públicas, de cooperación internacional, de protección de la mujer y mil gaitas más que, en realidad, sirven de justificación para que se lo lleven crudito. Desde el origen de los tiempos, no hay nada como una buena causa para robar.
¿No se cuestionan cómo es posible que estas supuestas mafias puedan, continuamente, seguir engañando a mujeres que ya deberían estar más que escarmentadas? ¿Creen de verdad que las prostitutas son unas cándidas adolescentes que han confiado en el primero que se les presenta? Deberían aprender de ellas y ser más escépticos. No se fían de cualquiera, pero ustedes sí, se comen con patatas lo que escuchan... ¡en televisión! ¿Quién es el inocentón? ¿Saben qué es lo que REALMENTE OCURRE?
¿No les parece más probable que realmente esos "chulos" sí que sean sus parejas? Es que eso es lo que me he encontrado una vez tras otra. Las chicas estaban a gusto con sus compañeros, las palabras que la policía nos presenta como un ejemplo de cinismo (lo de trabajar para el bien de ambos o que no la van a querer menos por prostituirse) son ciertas y ejemplo del auténtico cariño que se profesan. Pero claro, viene una pareja de rumanos (extranjeros y pobres) y comienza a hacer miles de euros sin necesidad de haber cursado estudios, ni invertir capital alguno... y llegan las mafias atraídas como moscas a la miel. ¿Qué se han creído estos, que pueden "entrar" en "NUESTRO" país y hacer lo que quieran? Comienzan las extorsiones, y la excusa del proxenetismo resulta ideal. Nadie apoyará al extranjero, que como sabemos (porque nos lo dice la tele, aunque la realidad desmienta semejante propaganda) "viene a robar". Todos respaldaremos a la policía, de la que también la caja tonta se encarga de fabricar una imagen como si fuesen casi superhéroes (lo cual no es más que una ficción y contrasta fuertemente con el sentir popular).
He conocido a unas cuantas de estas parejas, cuando el chico no ha tratado bien a la mujer que se prostituye ella le manda a tomar viento rápidamente (este hecho ha sido documentado en trabajos etnográficos de varios de los más prestigiosos antropólogos y sociólogos que han estudiado este fenómeno). Con el novio está porque quiere, disfrutando el mismo de ciertos privilegios (como no tener que pagar o follar sin goma, aspecto que ha sido criticado por determinadas ONGs y expertos sanitarios) pero también debiendo asumir obligaciones (acompañarla cuando se lo pide o va a hacer un domicilio, manteniendo relaciones no al comienzo sino al fin de la jornada porque de otro modo "la sala el día" -da mala suerte- o haciendo de "amo de casa"). Pero es un hombre que está con una puta, lo que en el imaginario social le convierte en su chulo. Eso lo aprovecha de maravilla la policía, que comienza a exigir el pago de una cantidad periódica para no detenerle. Por eso suelen escuchar en las noticias que las detenciones se producen tras una larga "investigación", según el protocolo de actuación contra la trata la actuación policial debería ser inmediata pero eso no es lo que interesa. No, lo que importa es estar haciendo caja hasta que los rumanos se cansan, o dejan de ser rentables, o se hace necesario colgarse medallas. Para la policía el hecho de que la chica pague para que no se lleven a su novio refuerza sus convicciones de que está siendo "prostituida", pues el hombre se beneficia directamente de su actividad (no va preso). El razonamiento es delirante, pero ocurre así. Y cualquier muestra de que la chica realmente le quiere es interpretada por ellos como un indicativo mayor de su dependencia y "alienación". Así, si se queda embarazada es que el chulo la ha preñado para poder manejarla mejor. O si ella es capaz de esperarle hasta que termine de cumplir condena no es porque le ame, no, sino debido a la tremenda manipulación a la que ha sido sometida.
Cada vez nos encontramos con más testimonios que contradicen las historias que vemos cada poco en los telediarios y reportajes "de investigación", de hecho todavía no he podido hallar UNO SÓLO que las confirme. Desde el conocido vídeo de AIPPEL en el que varias chicas paraguayas cuentan "la verdad sobre la intervención policial" a la soberbia investigación que Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta realizaron sobre la cacareada Operación Afrodita, ABSOLUTAMENTE TODAS las operaciones en torno al proxenetismo, que claman "liberar mujeres" (liberación que consiste en detenerlas, enviarlas a los calabozos y abrirlas un procedimiento de expulsión si se hallan en situación irregular), son un MONTAJE de principio a fin. Da igual que los clubes abran sus puertas e inviten a quienquiera a comprobar si entre sus paredes hay mujeres forzadas, como hacen los de ANELA, JAMÁS existe rectificación. Y con esto no sólo se desinforma a la población sobre la realidad de prostitución. No sólo se fomenta el estigma que rodea a estas personas. No sólo no se les presta ningún tipo de ayuda. Lo peor de todo es que se ampara y encubre a los auténticos delincuentes.