La prostitución es un tema muy controvertido, no sólo debido a su condición de tabú (lo que conlleva su ocultación a la luz pública) sino porque además refleja de manera meridiana valores y principios contrapuestos. Es por ello que los diversos enfoques existentes sobre la misma son absolutamente irreconciliables.
Soy un cliente y amigo de prostitutas que, preocupado ante el debate social generado, ha decidido romper su silencio y aportar su novedoso punto de vista.
Quiero aprovechar estas fechas para regalaros buena música, obviamente relacionada con la temática de este blog. Villancicos no pueden ser, lo siento. Como he visto que no andáis muy puestos en rock, me he dicho que habrá que sacar una de las mejores canciones que tenía en reserva. Es fin de año y la ocasión lo merece.
Así que os traigo una de las melodías más conocidas de uno de los más grandes, míticos y mejores grupos del rock español: los legendarios Barricada. Para hacerme feliz sólo hacen falta tres cosas: buena música, mujeres bonitas y bajos impuestos. Con eso ya estoy contento, son mis obsesiones en la vida.
“Pídemelo otra vez” hace referencia a la prostitución de calle (o al menos así la interpreto yo, en mi enfermiza mente) y a la soledad y tristeza que supone en muchas ocasiones buscar clientes en las calles vacías. Ciertamente una de las principales quejas de las chicas es la falta de clientela: a diferencia de las historias abolicionistas que cuentan cómo las chicas acaban con el coño como un bebedero de patos tras pasarse por la piedra a 30 o 40 tipos en un día, en realidad las hacen falta clientes. Es muy jodido pasarse dos y tres horas seguidas sin hacerse una sola “cama” o “pase” mientras aguantas el frío, la lluvia y el viento. De eso obviamente las feministas no van a hablar, unas porque desconocen la realidad y otras porque son totalmente insensibles a los problemas de las chicas.
He tratado de encontrar algún vídeo de esta canción de cuando todavía estaba “El Drogas”, histórico componente de Barricada. No ha podido ser pero aún así estoy seguro de que la disfrutaréis. Os dejo con dos directos, el primero en un FNAC de Bilbao y el segundo corresponde a un concierto en Ansoáin hace tres meses. Que tengáis un feliz año.
PÍDEMELO OTRA VEZ - BARRICADA
Óyeme, no llores más, cúbrete la cara.
Mírame, todo va bien, dame una palabra.
Solitaria, en un portal, diste tu cuerpo a un príncipe vulgar.
¿Dónde están esos ojos
los días de lluvia?
¿Dónde vas vendiendo tu amor por calles vacías?
Es tan fácil recordar buscando algo
a cambio de una sombra.
Llegará la madrugada, pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.
Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.
¿Dónde están esos ojos
los días de lluvia?
¿Dónde vas vendiendo tu amor
por calles vacías?
Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.
Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.
BONUS TRACK: Ésta es una noche de Rock & Roll. Otro de los grandes y más famosos éxitos de esta banda, en directo. Más abajo está la excepcional versión de Lujuria (grupo de la anterior entrada de música, con la canción "Cae la máscara").
¿Tú crees que para un cliente es distinto la trata que la prostitución, que él va donde hay mujeres prostituidas y les pregunta, antes de sacar la billetera, les dice: oye, dime, tú que eres, de la trata o de las del libre consentimiento? ¿Tú crees que eso lo pregunta algún cliente, entre comillas? Entonces ya ahí no es distinta la trata de la prostitución. Para el cliente, entre comillas, no lo es.
Ana de Miguel, filósofa feminista
Hay dos aspectos de la prostitución que resultan muy llamativos para los abolicionistas, el del cliente y el de la trata de mujeres. En numerosas ocasiones he abordado ambos temas, tanto de manera separada como relacionándolos. Pero lo que quiero hacer hoy es abrir el debate entre los clientes, ya que me siguen varios de ellos, sobre la incidencia de la trata y existencia de mujeres forzadas a prostituirse (“prostituidas”). Por supuesto pueden participar y plantearnos cualquier cuestión todas aquellas personas que lo deseen.
Desde el abolicionismo se nos acusa de no interesarnos, de “hacernos los sordos” ante la “realidad de la explotación sexual”. El hecho de que los clientes consideremos que las prostitutas ejercen esta actividad libremente estaría causado bien por nuestra desidia y falta de interés en conocer la situación de estas personas, bien por el deseo de curarnos en conciencia. Estas mujeres evidentemente serían víctimas de sus proxenetas y si no manifiestan la realidad que padecen es por el terror que tienen a estas mafias. Así me lo decía hace unos meses un lector/a anónimo:
Me da la impresión de que crees que por el hecho de ser cliente y haber tratado con prostitutas conoces su verdadera situación. No entro a valorar el tema de la prostitución voluntaria porque me extendería bastante, sino de la trata de personas. Creo que te pones una venda porque no quieres ser cómplice de ello, porque no quieres pagar los servicios de una prostituta sabiendo que estás contribuyendo a la trata de personas, contribuyendo a que esa persona sea una esclava a la que solo se la valore su cuerpo y no su vida, y contribuyendo también a que esa mujer tenga un dueño, que como bien sabes es el proxeneta. Puede ser que algunos clientes sean tan ignorantes como para no darse cuenta de que la mujer con la que se están acostando puede ser una victima pero otros muchos lo saben e ignoran el problema y, por tanto, contribuyen a que el problema no solo no se erradique sino que aumente. Por último, me gustaría hacerte una pregunta, ¿esperas que una prostituta reconozca que está en ese lugar por obligación para así comenzar a verlo como un problema de explotación? Bien, sigue con tu venda entonces porque estas mujeres raramente reconocen el problema que tienen, ni a clientes, ni a profesionales, ni a la policia. No lo dirán porque tienen miedo (a lo que pueda pasarles a ellas y a la familia que han dejado en su lugar de origen, entre otras cosas) y porque su único propósito es pagar la deuda que el proxeneta les ha puesto. Que no lo cuenten no quiere decir que el problema no exista y que, como ya he dicho, el cliente forme parte de ello.
La figura del cliente de prostitutas -ya muy denostada por relacionarse con la falta de virilidad, de habilidades sociales o de respeto hacia la mujer- queda aún más desprestigiada al hacerle responsable de la trata de mujeres y la explotación sexual. De acuerdo al imaginario social ampliamente extendido, nuestro interés en las prostitutas se circunscribiría únicamente al plano sexual: escogemos a la mujer más exuberante, la pagamos, la follamos y no cruzamos casi ninguna palabra con ella. Sin embargo los relatos de los clientes muestran que semejante prejuicio dista mucho de ser verídico, ya que no sólo hablamos con las chicas y nos interesamos por ellas sino que incluso llegamos a establecer relaciones de confianza y amistad gracias a las cuales vamos conociendo cómo viven el trabajo sexual, los problemas que enfrentan y hasta la naturaleza de las autenticas mafias que las extorsionan.
Bien, como sabe todo aquel que venga siguiendo este blog nunca he sido insensible al problema de la trata. De hecho, cuando todavía desconocía el mundo de la prostitución y apenas era un cliente ocasional, era un asunto que me preocupaba profundamente. En todo momento albergaba la sospecha de que las mujeres en situación de prostitución tenían detrás un proxeneta, puesto que por una parte eso era lo que oía de continuo en los medios de comunicación y por otra me dictaba mi sentido común (lleno de prejuicios y moralina): ¿Cómo iban a llegar tantas mujeres jóvenes, bonitas y extranjeras (algunas incluso sin conocer el idioma) a los pisos y clubes de nuestras ciudades? La existencia de la trata de mujeres con fines de explotación sexual me resultaba una verdad tan evidente e incuestionable como, por citar otros dogmas a los que se han referido en la anterior entrada, el cambio climático o el SIDA. Quien negase la existencia de estos fenómenos no es que estuviese equivocado, es que era un loco peligroso con perversos intereses contrarios al bienestar general. ¿Qué podía ser más importante que la libertad de las mujeres, el medio ambiente o la salud pública? Ni se me pasaba por la imaginación que un grupo de listillos pudiesen estar haciendo caja a costa de la ingenuidad y buenas intenciones de la gente.
¿Cómo fui cambiando mi postura y cuestionando las creencias que en un principio mantenía? Estando con prostitutas. Y más que preguntarlas lo que hice fue ESCUCHARLAS. Ya sabemos que el método de las preguntas directas y cerradas no resulta de ninguna utilidad, por lo general lo emplean ciertos periodistas para reafirmar sus prejuicios ya que invariablemente las chicas las responden que no hay chulo, que trabajan por libre y que dejen de molestarlas que quieren trabajar. La conclusión que sacan los reporteros es que no solo están obligadas, sino que no pueden reconocerlo por mor a las represalias. No hay escapatoria: tanto si dicen que sí, que no o no contestan han de trabajar para un chulo. Esa era una vía cerrada que no conducía a ninguna parte.
En cambio lo que hice fue, de manera natural al pasar mucho tiempo con ellas, ganarme su confianza. Me ayudó mucho el convivir con ellas fuera del trabajo, aspecto que usualmente olvidan los abolicionistas. Las tuve de vecinas, de amigas y de novias. Y leñe, no veía por ninguna parte ni chulos ni mujeres forzadas. ¿Es que era muy poco observador? ¿Acaso sabían ocultarse tan bien? ¿O es que no eran ciertas las historias que venía escuchando desde pequeñito? Porque os aseguro que de haber encontrado alguna mujer en situación de esclavitud sexual lo habría contado, en este blog no pretendo defender ninguna visión predeterminada de la prostitución sino simplemente mostrarla tal y como yo la he conocido.
Las abolicionistas, como Ana de Miguel, aseveran que la mayor parte de las mujeres prostituidas son víctimas de la trata y que los clientes no deseamos informarnos de las redes mafiosas que puede haber tras ellas. Por suerte o desgracia, conozco mejor estas mafias de lo que desearía. Y probablemente Ana también pero no quiera perder las subvenciones.
Durante un época no podía explicarme cómo podía existir esa falta de concordancia entre lo que veía con mis propios ojos y la imagen que tenía anteriormente de la prostitución. Me resultaba indignante que se dijese lo que no era, especialmente porque esa visión falseada del trabajo sexual la sostenían personas que aseguraban tratar con prostitutas e incluso trabajar a su favor. ¡Pero si veía que en realidad las estaban perjudicando! ¡Cómo iba eso a ser posible! ¿Y qué me dicen de las autoridades públicas? ¿Es que acaso no se daban cuenta de que les estaban engañando para agarrar subvenciones?
Claro que todavía no había indagado lo suficiente como para responder a todas las preguntas que tenía, únicamente tenía claro que nuestras autoridades desconocían la realidad de la prostitución (lo que luego se mostraría erróneo... nuestra clase política no es tonta, más bien se pasa de lista) y así malamente podrían solucionar nada. Pero estaba muy equivocado. O más que equivocado, resultaba que aun ignoraba aspectos fundamentales que harían que todo cobrase sentido. Como he contado, la clave para conocer la situación real de la prostitución fue crear lazos de amistad con las chicas. Después todo vino dado, no tuve que buscar las cosas porque vinieron a mí. El pasar noches enteras con ellas me hizo ser testigo de multitud de acontecimientos, el ganarme su confianza que me desvelasen sus historias, preocupaciones y secretos. Entonces me contaron lo que siempre había estado buscando, la confesión que cualquier reportero sensacionalista desearía obtener. Que efectivamente había chulos, mafias y ellas no se quedaban con todo el dinero que ganaban. El corazón me dio un vuelco.
¿Cómo era posible que estuviese ante mis narices y no lo hubiese visto? ¿Y si a mí me lo decían, por qué no a la policía para librarse de tan salvaje opresión? ¿Necesitaban guardar el secreto porque estaban amenazadas?
Se nos asegura que las prostitutas viven coaccionadas por unas terribles organizaciones criminales que pueden hacer con ellas lo que quieran, llegando al punto de disponer de sus vidas. A pesar del férreo control que ejercerían sobre estas mujeres, la mayoría de la población no sería consciente de su existencia. Muy a mi pesar he de reconocer la autenticidad de esta afirmación.
Si con anterioridad se me habían caído los esquemas, la nueva noticia constituyó un auténtico mazazo. En el plazo de varios meses varias de las chicas me fueron contando, por su propia iniciativa, cómo tenían que pagar para que las dejasen trabajar. Podían hacerlo a través de la chula, con quien se repartían las ganancias al 50%, o directamente a los policías en cuyo caso el pago consistía en una cantidad fija semanal o diaria. A lo largo de los años sus historias cobrarían cada vez mayor consistencia al ser sostenidas por mujeres de diversas procedencias, que no se conocían entre sí y relataban exactamente las mismas situaciones. Incluso un par de veces llegué a presenciar en persona las extorsiones, la primera a una chica joven a la que dos policías de paisano la pararon cuando iba conmigo porque esa semana no les había pagado y la segunda a una señora algo más mayor que pagó 400 euros en mi propia cara a una pareja de “secretas” (uno de ellos mujer) a plena luz del día. Después me dijo, bromeando, que todas las chicas les tenían que “dar los papeles”. Pues vaya, ese término cobra un nuevo e inquietante significado…
No estaba preparado para semejante revelación pues a nadie le escuché nada parecido anteriormente. Para empezar, a las chicas no las obligaban a prostituirse sino que tenían que pagar para poder hacerlo. Además las mafias no estarían controlando a las chicas sino las zonas de prostitución y obligarían a las chicas a ceñirse a un horario, a pagar una tasa, a someterse a controles médicos y en varios casos a vivir en determinadas pensiones donde tenerlas controladas. Pero es que el remate final estaba en el hecho de que fuesen los propios agentes de la autoridad quienes estuviesen detrás de todo, y además no de una manera puntual sino que se tratase de un dominio ejercido de manera sistemática. Coooño. Ahora las cosas cobraban sentido. El por qué de la existencia de una versión oficial falaz impulsada desde las instituciones, la razón de que las asociaciones abolicionistas recibiesen tan cuantiosas ayudas e incluso en muy notables casos estuviesen directamente impulsadas por la administración (caso de la Federación de Mujeres Progresistas) y, sobre todo, el status de alegalidad del trabajo sexual en nuestro país que permite que las autoridades cometan todo tipo de arbitrariedades, coacciones y excesos contra quienes deciden ejercer el trabajo sexual.
Ésta es la experiencia de los "puteros" con la trata. No es sólo una mentira, es una mentira interesada y peligrosa construida con el propósito de mantener sin derechos a las prostitutas y encubrir a los auténticos mafiosos. Como probablemente lo que les acabo de relatar les resulte tan impactante como a mí en un su día, quiero acabar añadiendo el relato de otro cliente. Es un tal “Mandeville” quien, respondiendo a un artículo de esos que relatan una serie infinita de horrores y miserias que acompañan a la prostitución, viene a decir lo mismo que yo. Su caso es el de un hombre que pasó de ser cliente a marido de una prostituta -situación nada infrecuente, por cierto- y para quien las historias abolicionistas son películas sin la menor credibilidad. Ni él ni su mujer jamás vieron “trata”, en cambio son conocedores de las extorsiones policiales (a las que muy acertadamente califica como el mayor problema de las prostitutas, también las chicas que conozco me indican que es con lo que están más descontentas) y el claro interés de las asociaciones feministas en chupar del bote mientras proclaman ayudar a las prostitutas y se alían con los verdaderos proxenetas.
Probablemente no les guste lo que los clientes contamos, pero es lo que vemos y lo que nos dicen las chicas. Que en definitiva es lo que hay.
Conozco el mundo de la prostitución. He sido usuario y mi mujer, con
la que tengo dos hijos, es ex-prostituta. Conocí a mi mujer, baiana,
(así se conoce en Brasil a las naturales de Salvador de Bahía) como
prostituta en un club de Navarra. Fui cliente suyo, entablé una amistad y
finalmente me enamoré de ella. Le pedí que dejara su trabajo y viniera a
vivir conmigo y con mi madre. Soy agricultor con una explotación de
regadío y viveros en un pueblo de Navarra y tenía entonces 42 años. Mi
mujer tenía entonces 28. De esto hace ya 8 años.
Ella dudó al
principio. Tenía una hija en Brasil (no reconocida por su padre y a la
que yo he adoptado) y quería ganar dinero para hacerse una casa en
Brasil. Finalmente aceptó y al cabo de 4 meses de convivencia decidimos
casarnos. Luego trajimos a nuestra hija, a los dos años nació nuestro
hijo y decidí darle mis apellidos a la niña.
A lo que iba. Mi mujer y
todas las chicas que ha conocido durante su época de prostituta
emigraron a España para trabajar en la prostitución. La mayoría vinieron
por su cuenta, si bien otras ya tenían contactos en España. Casi todas,
para pagarse el pasaje (ida y vuelta que se pierde) y el dinero para
sus gastos durante su estancia en España (si no hay pasaje de vuelta y
dinero no les dejan entrar en España, han tenido que pedir prestado (a
un prestamista particular, a sus padres o a otros familiares) y claro,
deben devolver ese dinero, pero nadie les obliga a hacerlo. Es igual que
aquí cuando te prestan, que tienes que devolver y también igual que
todos los inmigrantes, vengan a la prostitución o a otra actividad, que
tiene que pedir para el viaje y luego devolverlo. El mayor problema de
estas chicas es en muchos caso la propia policía que las acosa y en
algunos casos incluso las extorsiona. A mi mujer no le ha pasado, pero
hay chicas que se han echado de novios o amigos a policías y
guardiaciviles pensando que así estarían más seguras en España y resulta
que estos las "chulean" y les quitan el dinero, y de ayudarles con
papeles nada.
La mayoría de las chicas, como en el caso de mi mujer, son
humildes y con algún hijo o familiar que mantener y saben que en otros
trabajos -si es que los encuentran- ganarían mucho menos. Que los
clientes las obligan a hacer cosas raras no es cierto. Las chicas
ofrecen sus servicios, de un tipo u otro. Mi mujer, por ejemplo, no
besaba ni hacia el griego (penetración anal) y eso ya lo sabíamos sus
clientes. No nos besamos hasta que tuvimos cierta amistad y la
penetración anal no hemos hecho nunca, ni ahora de casados, sé que no le
gusta y a mi tampoco, soy bastante tradicional y pienso que el culo es
para cagar. En fin, ahora mi mujer trabaja conmigo ayudándome en mi
explotación y está muy integrada en el pueblo. Mi madre y mis hermanas
la quieren mucho. Nadie sabe su vida anterior o al menos nadie nos lo
dice a la cara, pero aunque así fuera a mí no me importa. Era humilde y
decidió salir de la pobreza por ese medio y no creo que nadie pueda
reprochárselo ni reprochar a ninguna mujer por intentar dejar de ser
pobre. Nos hemos casado y nos ha salido bien, formamos una familia y
espero que así sigamos, pero si no hubiera sido así, estoy seguro que mi
mujer hubiera conseguido, de prostituta, su casa y su negocio en Brasil
y habría salido de la miseria a la que en otro caso estaba condenada.
Es lista, cariñosa, buena y honrada. Mucho más honrada que todas esas
ONGS, que solo quieren sacar subvenciones a costa de las chicas y que no
hacen otra cosa que un proxenetismo indirecto (se forran a subvenciones
a costa de las chicas). La crisis que tenemos es muy mala, pero algo
bueno puede salir de ella y es que se acaben las subvenciones para las
ONGS de todo tipo. El que quiera ayudar a las prostitutas o a
cualesquiera otras personas puede y debe hacerlo, pero con su dinero, no
con el de todos.
“People in the sex industry deserve the same protection of the law as everyone else. We will only have this when prostitution is decriminalised”. "Quienes están en la industria del sexo merecen la misma protección legal que las demás personas. Únicamente lo conseguiremos cuando la prostitución deje de ser criminalizada".
Catherine Stephens, IUSW activist
(International Union of Sex Workers - Sindicato Internacional de Trabajadores Sexuales)
Una de las fechas más importantes que celebran los trabajadores sexuales organizados y sus aliados (como un servidor), es el Día Internacional para acabar con la violencia contra los trabajadores sexuales. Y es que, contrariamente a lo que suele creerse, lo peor de trabajar en la prostitución no acostarse con muchas personas, ni no tener un sueldo fijo y cobrar 100% a comisión o no cotizar a la seguridad social (realmente esto es una bendición). No, lo que realmente perjudica a estas personas es aquello de lo que menos se habla, la VIOLENCIA y discriminaciones que padecen por dedicarse a esta actividad.
En esta efeméride se trata de concienciar a la sociedad de la violencia cometida contra los trabajadores sexuales. Quienes ejercen la prostitución aún son vistos como una especie de "parias" no merecedores del mismo respeto que el resto de personas, cualquier acto de violencia en su contra no se halla tan mal considerado como si se perpetrase contra una persona "decente".
Eso es algo que no va intrínsecamente ligado al hecho en sí de prostituirse, que no es más que intercambiar servicios (de naturaleza sexual) por dinero. Sin embargo, nuestra sociedad ha criminalizado este acto hasta el punto de que se considera que tanto las prostitutas como muchas personas de su entorno (clientes, familiares, trabajadores no sexuales en locales de prostitución...) somos auténticos delincuentes. Y claro, entonces se hallan justificados y hasta legitimados los abusos que se cometen contra nosotros. Desde los informales por parte de ciertos viandantes como insultos, hasta los más organizados como las extorsiones realizadas por algunos agentes policiales.
Hemos de denunciar y denunciamos que el moralismo hipócrita que condena un acto QUE NO PERJUDICA A NADIE (lo que los ingleses llaman un "victimless crime", crimen sin víctimas) respalda la estigmatización social que pesa sobre los trabajadores sexuales y que alienta todo tipo de actos violentos cometidos en su contra. Discriminar a una persona por ejercer una determinada actividad laboral es tan reprobable como rechazarla por la religión que profese, el color de su piel o su orientación sexual. Al igual que vamos superando atávicos prejuicios contra diferentes grupos sociales (judíos, negros, homosexuales, etc) es preciso que avancemos otro paso más y aceptemos como iguales a quienes realizan un trabajo tan digno y necesario como cualquier otro.
Gráfico que muestra el número de actos de violencia cometidos contra las trabajadoras sexuales en Bengala Occidental (India). En cabeza se encuentra la policía, seguida por los vándalos locales, sus parejas, madams y propietarios. En comparación, los abusos perpetrados por clientes y "chulos" representan apenas una minúscula fracción del total.
La falta de reconocimiento del trabajo sexual conlleva numerosos abusos. Por ejemplo, las prostitutas no pueden justificar de dónde obtienen sus ingresos y por consiguiente la policía se los puede incautar. Tampoco pueden servirse de esta actividad para regularizar su situación laboral y conseguir los papeles, encontrándose por tanto en situación administrativa irregular lo que las pone en mano de funcionarios públicos faltos de escrúpulos que se aprovechan de ello. Asimismo tampoco van a poder obtener un crédito o una vivienda en alquiler si se les exige presentar una nómina. En muchos casos se ven obligadas a vivir en pensiones controladas por la policía por las que han de pagar elevados alquileres.
Pero es que además, en los últimos años se han multiplicado los reglamentos que sancionan directamente a aquellas prostitutas que captan a su clientela en la calle. Eso precariza aún más su situación pues se ven abocadas a llegar a acuerdos con la policía para que las permita trabajar, disminuyendo sus ya menguados ingresos. Por supuesto como ahora infringen una disposición legal no van a encontrar amparo alguno en la administración pública (ya totalmente desprestigiada ante sus ojos). Y la opinión social va a considerarlas cada vez más unas pseudo-delincuentes, que están perseguidas legalmente y a quienes se puede -como se dice vulgarmente- "dar caña". Habrá cada vez más niñatos que las falten al respeto, vecinos que las arrojen desperdicios desde sus balcones o comerciantes que las prohíban entrar en sus locales. Ahora no serán unos intolerantes sino personas respetables que no quieren ver mugre en su calle.
En España el principal enemigo de las prostitutas son las diferentes administraciones públicas, particularmente las locales. Bajo la justificación de proteger a las mujeres, combatir la trata, garantizar la convivencia e incluso aduciendo motivos de seguridad vial se han aprobado ordenanzas municipales que penalizan el ofrecimiento de servicios sexuales en la vía pública.
Las discriminaciones siempre se han alimentado de la deshumanización del contrario, por eso es tan importante que demos la cara. Para poner freno a la estigmatización tenemos que hacernos oír y, a ser posible, también ver. Mostrándonos como somos, dando la cara, es más sencillo que vayamos recabando apoyos y simpatías. Que se vea que las putas son personas como cualquiera: son madres, hermanas e hijas, son tus vecinas, tus compañeras de clase y de trabajo, no son apestadas que sólo salen de sus escondites para putear. Alto y claro hemos de exigir que se acabe la criminalización social y los abusos institucionales, que se reconozca el trabajo sexual como trabajo auténtico, que seamos aceptados como ciudadanos de pleno derecho y totalmente integrados en esta sociedad ya que no le hacemos ningún daño, y sí mucho bien, a nuestros conciudadanos.
Esto es lo que hicieron el año pasado los compañeros del Sindicato Internacional de Trabajadores Sexuales:
¡NO A LA CRIMINALIZACIÓN DE LOS TRABAJADORES SEXUALES!
Antes de conocer el mundo de la prostitución, el argumento que consideraba definitivo contra aquellos partidarios de aceptar esta actividad como un trabajo era plantearles que alguien próximo a ellos se prostituyese. Si, tal y como aseguraban, la prostitución era "un trabajo más" entonces no habría problema en que su madre, hija o esposa lo hiciese, ¿verdad? Como obviamente entendía que nadie podría desear a sus seres queridos tan infame destino, tenía preparada la conclusión: lo que no quieras para tu familia, no se lo desees a los demás.
Jamás había llegado a formular esta cuestión a ningún cliente de prostitutas, sin embargo estaba muy seguro de lo que me respondería porque en esa época ni se me habría pasado por la imaginación cuestionar los estereotipos existentes. Para mí no se ejercía la prostitución, sino que "se era" puta. Una vez una mujer tomase ese camino ya quedaba marcada, si te prostituías era como si asesinases: quedabas manchado de por vida y aunque te arrepintieses el mal ya lo habías hecho. Del mismo modo aquel hombre que se fuese con una puta, ya fuese por una vez en la vida, también habría perdido toda su dignidad cayendo en lo más bajo: pagar por algo que no tiene precio, ser amado. Ser puta o putero era algo consustancialmente negativo y que, como todo dogma, no necesitaba explicación.
Mensajes como éste no requieren argumentación alguna porque apelan a la irracionalidad y los prejuicios. Quienes conocemos bien la prostitución consideramos que en sí misma no es una ocupación indeseable, sino que son otros factores externos como la minusvaloración social o su status de alegalidad los causantes de la mayoría de los problemas y abusos que padecen las trabajadoras del sexo.
Como personas pecadoras, debían recibir su castigo y me parecía justa (y divina) venganza contra ellos que se diese una situación como la descrita en la canción que hoy les traigo, descubrirse mutuamente. Que el padre supiese que su hija era puta y la hija que su padre era un putero de primera mano, dándose de bruces. Jiajiajia, ¡sus lo merecéis! ¡Por pecadores, impuros y lascivos!
Pues como yo, muchos otros han sido desde pequeños educados en este visceral rechazo hacia la prostitución. Por eso tanto las chicas como sus clientes nos vemos obligados a ocultar nuestra condición, sabemos perfectamente que no vamos a ser aceptados. Es más, que una vez seamos conocidos públicamente como "la puta" o "el putero" ya no vamos a tener nada que hacer: será una losa que nos acompañe de por vida. No es de extrañar entonces que nuestra reacción sea la de hacer todo lo posible para evitar el castigo social, probablemente el aspecto más nocivo de la prostitución.
¿Cómo consiguen las chicas evitar "que se sepa"? Fácil, viajando tan lejos del hogar familiar como sea posible. Suele creerse que la principal razón de que las prostitutas sean extranjeras es porque quieren salir de la pobreza y, aunque indudablemente el factor económico es clave, cuando hablas con ellas te aseguran que lo mismo que hacen aquí no podrían hacerlo en su ciudad AUNQUE LAS PAGASEN IGUAL DE BIEN. Porque no quieren problemas con la policía, los conocidos, la familia... Prefieren recorrer medio mundo para que nadie las conozca y luego volver a su país donde serán consideradas unas señoras moralmente intachables. ¿Es eso hipocresía? No, es supervivencia social. El gran problema de la prostitución es su falta de aceptación, que es por lo que estamos trabajando.
Luego resulta que este rechazo o estigma que sufren las prostitutas es la vía hacia nuevos abusos. El temor a que alguien que no debe se entere de su "vida secreta" pende sobre ellas como espada de Damocles, y suele ser usado en su contra. Por ejemplo, la policía suele amenazarlas con dar a conocer su situación a su familia (especialmente en el caso de las rumanas, prostituirse es delito en ese país y a las chicas las pueden llevar a la cárcel y quitarlas sus pertenencias). Pero incluso las chicas que son de aquí y no están chantajeadas sufren un muy mal rato teniendo que llevar una doble vida para que nadie se entere de cómo se ganan el pan.
La canción que hoy comparto con vosotros va de esta situación, como tanto a un padre como a una hija modélicos se les "cae la máscara" al verse involucrados en el negocio de la prostitución.
CAE LA MÁSCARA - LUJURIA
Padre ejemplar y todo un gran empresario, era un modelo para el vecindario.
Siempre de viaje por sus negocios,
en sus jornadas no existe el ocio.
Niña ejemplar, una gran estudiante, capricho de papá, moral intachable.
Besa a sus padres, luego les suelta:
"tengo un trabajo, hoy duermo fuera".
¡Cae la máscara!
y nadie es lo que aparenta ser.
¡Cae la máscara!
el que señala, señalado es. (x4)
Llega la noche y aquel padre ejemplar, hojea la prensa por la parte de atrás.
"Colegiala caliente busca profesor
que me dé unos azotes, no me se la lección".
Suena la puerta, sorpresa final. Sufre un infarto, al hospital. Con ropa sexy delante de él, su hija le dijo "yo soy tu pastel".
¡Cae la máscara!
y nadie es lo que aparenta ser.
¡Cae la máscara!
el que señala, señalado es. (x2)
¿Más metal, cabrones? Ahí va la BONUS TRACK: Corazón de Heavy Metal
Ayer recibí uno de tantos comentarios que, pretendiendo criticarme y cuestionarme, lo que hacen en realidad es reflejar muy claramente la discriminación y los prejuicios que hemos de afrontar los "defensores de la prostitución". Como ni dispongo de mucho tiempo ni ganas (estoy con gripe) y además la función de blogger que muestra los últimos comentarios se ha estropeado, rescato su mensaje para que reflexionemos sobre lo que nos dice. Seguro que más de uno de ustedes quiere contestarle:
Kementari dijo... A mí me gustaría saber cuántos de los defensores de la prostitución pondríais a una prostituta a cuidar a vuestra madre con Alzheimer.
Me parece fenomenal que una mujer cobre si encuentra un perdedor que es capaz de pagar por algo que los hombres normales consiguen gratis. Pero... ¿por qué sois tan hipócritas los usuarios de la prostitución? Si os llega un hijo y os dice "mira papá, es mi novia, lleva diez años de puta en la esquina de tal"; o vuestra hija os confía sus planes de futuro "papá, ya estoy yendo a un club para aprender a mamarla bien, así que a partir de este finde trabajo de puta, ¡cuánto dinero voy a ganar!".
Y la puta que lleva ya muchos años de servicio puede ser perfecta para cuidar de vuestra madre, como dije al principio. ¿O eso no?
En muchas otras ocasiones ya he comentado cómo se tiende a encasillarnos y prejuzgarnos cuando se opina de prostitución "desde fuera", habitualmente acusándonos de falta de coherencia. Quienes pretendemos acabar con el repudio existente hacia la prostitutas y su entorno evidentemente no compartimos los "valores", por llamarlos de algún modo, que expresa este lector. A ver, efectivamente no me agradaría ninguno de estos tres supuestos, pero NO porque sea uno de esos "hipócritas" que mientras "paga por algo que los hombres normales (?) consiguen gratis" se escandalizaría por tener una puta en su entorno. Ni mucho menos. No se debe como hace este lector a un rechazo intrínseco hacia la prostitución sino, por una parte, debido a las convicciones personales de mi madre y, por otra, a la situación legal de la prostitución en España.
Nada me gustaría más que si yo quedase incapacitado una prostituta cuidase cuidase de mí. Pero no pondría a ninguna con mi madre no por la prostituta sino por mi progenitora. No dudo de que la chica podría cuidarla estupendamente, sin embargo mi madre considera que estas mujeres son lo peor de lo peor y ELLA, no yo, no la aceptaría. Si la enfermedad fuese un Alzheimer las cosas quizá cambiarían, pues con sus capacidades disminuidas tal vez no pondría objeciones y a mí lo que me interesa es que mi madre esté bien atendida, en buenas manos.
En lo que respecta a la situación de que mi hija se prostituyese o mi retoño se casase con una de ellas, nuevamente no lo objetaría debido al hecho en sí de la prostitución sino al tratamiento legal que recibe esta actividad en nuestro país. Cualquier persona relacionada con una prostituta puede ser acusada de proxenetismo de acuerdo al código penal vigente, y no me gustaría que nadie de mi familia fuese a dar con sus huesos en los fríos calabozos como les ha sucedido a tantos parientes y amigos de chicas que conozco. De hecho, bajo una interpretación estricta de la Ley, yo sería culpable de un delito de proxenetismo ya que este domingo dos chicas me invitaron a comer a su casa (obtuve un beneficio proveniente de alguien que ejerce la prostitución, aún con su consentimiento). Estas objeciones desaparecerían con una eliminación o modificación del actual artículo 188 del CP, nuestra meta legal más inmediata.
Os dejo con mi respuesta y me encantaría leer la vuestra:
Cliente X dijo... Pues yo querría que me explicases por qué una prostituta no puede cuidar de mi madre. O que no pueda ser buena novia para mi hijo. O que no me pueda sentir orgulloso de que mi hija se gane la vida "mamándola bien". ¿En qué me perjudicaría cualquiera de semejantes supuestos? ¿O lo que nos estás diciendo es que TÚ no aceptarías nada de esto porque DISCRIMINAS a estas personas? ¿Qué circunstancia impediría que, objetivamente, una persona que haya ejercido la prostitución pueda ocuparse de un enfermo de Alzheimer? No veo objeción alguna, es más, en mi caso personal sería la única posibilidad de llevar una puta a mi casa. Porque mi señora madre no quiere ver a una meretriz ni en pintura, sólo cuando ella estuviese bajo los efectos de una enfermedad degenerativa como el Alzheimer se me ocurriría cometer semejante temeridad. Da igual que vaya a ayudarla, a cuidar de ella. Muchas personas comparten tus prejuicios hacia estas personas. Cuando abrí el blog, puedes consultar las primeras entradas, conté que uno de los objetivos que me animaban a escribir este espacio era el de combatir los arraigados estereotipos que existen sobre las prostitutas. Se piensa lo peor de ellas, pero yo que las he tratado a lo largo de muchos años puedo decirte que no sólo no son peores que las demás personas sino que en muchos casos son bastante mejores (aunque, evidentemente, hay de todo). En la actualidad varias de mis mejores amistades son prostitutas. Trato de dar a conocer el mundo de la prostitución con el fin de que tanto las prostitutas como otras personas que se relacionan con ellas y también son estigmatizadas (como sus clientes, parejas, los empresarios...) vayan siendo aceptadas socialmente por quienes, no teniendo un contacto directo con ellas (como tú o mi madre) las rechazan de manera automática. Espero que sigas leyendo este blog y, según lo vayas haciendo, pierdas esa costra de intolerancia y prejuicios que, a ti sí, te hace mucho peor persona que las prostitutas y sus clientes.
Recibe un cordial saludo.
Ella dudó al principio. Tenía una hija en Brasil (no reconocida por su padre y a la que yo he adoptado) y quería ganar dinero para hacerse una casa en Brasil. Finalmente aceptó y al cabo de 4 meses de convivencia decidimos casarnos. Luego trajimos a nuestra hija, a los dos años nació nuestro hijo y decidí darle mis apellidos a la niña.
A lo que iba. Mi mujer y todas las chicas que ha conocido durante su época de prostituta emigraron a España para trabajar en la prostitución. La mayoría vinieron por su cuenta, si bien otras ya tenían contactos en España. Casi todas, para pagarse el pasaje (ida y vuelta que se pierde) y el dinero para sus gastos durante su estancia en España (si no hay pasaje de vuelta y dinero no les dejan entrar en España, han tenido que pedir prestado (a un prestamista particular, a sus padres o a otros familiares) y claro, deben devolver ese dinero, pero nadie les obliga a hacerlo. Es igual que aquí cuando te prestan, que tienes que devolver y también igual que todos los inmigrantes, vengan a la prostitución o a otra actividad, que tiene que pedir para el viaje y luego devolverlo. El mayor problema de estas chicas es en muchos caso la propia policía que las acosa y en algunos casos incluso las extorsiona. A mi mujer no le ha pasado, pero hay chicas que se han echado de novios o amigos a policías y guardiaciviles pensando que así estarían más seguras en España y resulta que estos las "chulean" y les quitan el dinero, y de ayudarles con papeles nada.
La mayoría de las chicas, como en el caso de mi mujer, son humildes y con algún hijo o familiar que mantener y saben que en otros trabajos -si es que los encuentran- ganarían mucho menos. Que los clientes las obligan a hacer cosas raras no es cierto. Las chicas ofrecen sus servicios, de un tipo u otro. Mi mujer, por ejemplo, no besaba ni hacia el griego (penetración anal) y eso ya lo sabíamos sus clientes. No nos besamos hasta que tuvimos cierta amistad y la penetración anal no hemos hecho nunca, ni ahora de casados, sé que no le gusta y a mi tampoco, soy bastante tradicional y pienso que el culo es para cagar. En fin, ahora mi mujer trabaja conmigo ayudándome en mi explotación y está muy integrada en el pueblo. Mi madre y mis hermanas la quieren mucho. Nadie sabe su vida anterior o al menos nadie nos lo dice a la cara, pero aunque así fuera a mí no me importa. Era humilde y decidió salir de la pobreza por ese medio y no creo que nadie pueda reprochárselo ni reprochar a ninguna mujer por intentar dejar de ser pobre. Nos hemos casado y nos ha salido bien, formamos una familia y espero que así sigamos, pero si no hubiera sido así, estoy seguro que mi mujer hubiera conseguido, de prostituta, su casa y su negocio en Brasil y habría salido de la miseria a la que en otro caso estaba condenada. Es lista, cariñosa, buena y honrada. Mucho más honrada que todas esas ONGS, que solo quieren sacar subvenciones a costa de las chicas y que no hacen otra cosa que un proxenetismo indirecto (se forran a subvenciones a costa de las chicas). La crisis que tenemos es muy mala, pero algo bueno puede salir de ella y es que se acaben las subvenciones para las ONGS de todo tipo. El que quiera ayudar a las prostitutas o a cualesquiera otras personas puede y debe hacerlo, pero con su dinero, no con el de todos.