miércoles, 3 de junio de 2015

El sexo en la prostitución

"Quien crea que a los hombres no les importa el placer de la puta, sabe poco sobre follar".

"La gente asume que este trabajo es horrible y que las mujeres sufrimos mucho. Lo repiten mil veces personas que hablan en nuestro nombre, y claro, al final esa idea se queda en el cerebro popular de quienes no se cuestionan mucho nada. Luego, cuando sale la puta a contar su realidad, una en donde no hay llantos, hay corridas y happiness, se la cuestiona y se pone en duda o rechaza todo lo que dice".
Natalia Ferrari Diaz, prostituta



A pesar de que éste es un blog sobre prostitución y lo primero que se nos viene a la cabeza cuando se habla de "putas" es el ñaca-ñaca (o bunga-bunga, que diría el Berluscoño), lo cierto es que casi no he tratado nada el tema de las relaciones sexuales en sí dentro del ámbito de la prostitución. Sé que hablar de prostitución sin mencionar el sexo le resulta chocante a mucha gente, incluso soy muy consciente de que muchos de quienes entran lo hacen buscando relatos de mis "aventuras" y abandonan el blog defraudados al no encontrarlos. No lo hago básicamente por tres motivos: el primero es porque es algo que no he considerado muy relevante, ya que cada uno hace lo que le gusta (hay gente que entra para follar, otros para hablar, otros para drogarse en compañía...). El segundo es por respeto a la privacidad de las chicas, ya que no las gustaría que fuese cascando lo que hago o dejo de hacer con ellas. Y el tercero, porque pensé que le restaría seriedad y rigor al blog. Se cree que los puteros somos básicamente penes con patas a quienes el riego se nos queda a mitad de camino, al igual que mucha gente suele desestimar el testimonio de las prostitutas por pensar que son "tontitas" y que sólo son capaces de abrirle las patas a cualquier gañán por cuatro duros.

Pero ya es hora de hacerlo, sobre todo cuando veo que las propias chicas cuentan sus experiencias sin complejos. Mujeres como Roco, Anna Alba o Natalia Ferrari han decidido relatar sus encuentros sexuales para que se vea que, en contra de la creencia generalizada, ellas ni lo pasan mal ni tienen por qué hacer lo que el cliente le da la gana. Básicamente esa es la moraleja de todos los relatos que ustedes pueden encontrar. Y ya me adelanto yo al más que previsible comentario de quien dice, "¿y qué te van a contar si te están cobrando, que no les gusta?". Pues os puedo asegurar que cuando una chica no está a gusto SE NOTA y hace lo posible por acabar pronto o por escaquearse. Lo mismo que cuando una chica se encuentra bien con el cliente, se ve que disfruta y no mira el reloj. Se lo dije hace unas semanas a Adela Úcar, cuando me preguntó que si yo creía que las putas se lo pasaban bien conmigo. A ver, es que hay respuestas físicas muy evidentes. La más clara de todas es que se mojan, para mí no hay nada más placentero que ver que a la chica con la que estoy le babea el coño como un caracol. Sexualmente, lo que encuentro más excitante es ver mi polla bañada en los jugos vaginales de una mujer hermosa. Me hace sentirme el hombre más afortunado del mundo, estar viendo cómo le doy placer a una mujer que podría tener a cualquier hombre y que es precisamente con mi polla con la que en ese momento está gozando. Obviamente no digo que sea algo que sucede siempre, de putero novel era algo que no lograba pero cuando vas adquiriendo experiencia sabes que LO PRIMERO que hay que conseguir para pasarlo bien con una puta es que a ella también le resulte agradable (es algo de sentido común, pero como suele decirse: es el menos común de los sentidos).

¿Qué hay entre puta y putero más allá del pago, de ese primer contacto? ¿Realmente se condiciona toda la relación sexual posterior? ¿Es la puta, como amante experta, la que lleva las riendas? ¿O todo lo dirige el cliente, que para eso es el que ha pagado? ¿O quizás, como asegura la señora Rius, nos vemos como noviecitos y sólo nos importa pasar un buen rato?



Siempre habrá quien me tache de mentiroso o de sobrado, pero os puedo asegurar que ni me invento ni exagero nada. He hecho mojarse y correrse a muchas putas. Me ha pasado un montón de veces que las chicas, al estar a gusto conmigo, me hayan quitado la goma o directamente me hayan dejado follarlas sin ella. Algunas me han besado con un apasionamiento idéntico al de cualquier noviecita o ligue. Y también he estado con muchas de ellas sin pagar: porque descansaban y me invitaban a su casa, porque subíamos un tiempo y me invitaban a otro, porque querían entrar conmigo y sólo me pedían lo de la habitación, porque como esa noche no podían trabajar ya que la policía las molestaba se quedaban conmigo hasta el día siguiente, porque conocía a una amiga suya y la chica me tenía ganas, porque me quedaba a dormir en su casa y surgía el sexo, porque me tenían de noviecito... Es decir, que como dicen "una no es de piedra". Que las putas son mujeres como las demás y por eso sienten lo mismo. Es verdad que al tener muchas relaciones van a ser más exigentes, por eso mismo te da un "subidón" tremendo ponerlas a tono. Para que me entendáis, es un poco como calzarte a una chica que sepas que tiene novio... Sabes que ya la están cubriendo, que no la falta sexo, pero a pesar de todo te está follando la viciosa de ella. Vale, ahora vais a pensar que soy un cacho cabrón del quince, pero os repito que tan sólo cuento las cosas como son. A los tíos (bueno, a algunos... entre los que me encuentro) nos encanta meternos en las bragas ajenas, ir picoteando de flor en flor saboreando los diferentes néctares, dejar nuestra simiente en cuerpos desconocidos. Puede ser muy excitante el mero hecho de estar con una persona que sabes que no te correspondería estar con ella o que en circunstancias normales no hubieses conocido.

Obviamente no todo el monte es orégano. También he tenido mis patinazos y he encontrado casos de que la chica follaba mecánicamente o incluso en los que se veía que no estaba por la labor. Por supuesto, eso pasa y no puedo negarlo. Pero lo mismo que hay una cruz, hay una cara... ¡Y es lo que tanto cuesta hacer ver a la sociedad! Miren, las chicas que he encontrado y que no estaban a gusto puteando (que no han sido pocas) NO HAN DURADO. Veían esto como algo temporal, para sacarse un dinero. Lo hacían durante unos meses o incluso apenas unas semanas, y dejaban este mundo por sí mismas sin necesidad de que ninguna oenejeta las sacase de ahí. Incluso he conocido (¿veis como cuento TODO, tanto lo bueno como lo malo?) chicas que quedaron tocadas por esta experiencia, fuertemente traumatizadas, para quienes la prostitución supuso un sufrimiento constante. Casos extremos como éstos han sido muy excepcionales, y las razones era básicamente porque tenían convicciones religiosas muy fuertes (así que creían estar pecando contra Dios) o porque eran lesbianas. Es evidente que si tienes una barrera mental o física tan fuerte frente al sexo de pago con hombres, la prostitución no es lo tuyo. Es como si ponen a un tartamudo como presidente de un partido político o a un vegano de carnicero: pues chico, en su vida personal no me meto y podrán ser las mejores personas del mundo, pero es evidente que como mínimo van a encontrarse a disgusto desempeñando su función e incluso es posible que sus circunstancias no les permitan desarrollar adecuadamente el trabajo que tienen encomendado.

Es corriente que se caricaturice el sexo de pago como angustioso e incluso desagradable, sin embargo vemos en muchos relatos de prostitutas que no lo conciben así. Hoy les traigo el testimonio de Natalia Ferrari, pero si investigan un poco en el blog podrán encontrar muchos otros que al igual que el suyo desmontan este prejuicio. Tranquilos, es normal pensar así, yo también es lo que creía... cuando no conocía a ninguna prostituta. 



De todas formas, sé que muchos/as sois como Tomás que necesitáis meter el dedo en la llaga para creer y por mucho que las chicas o los clientes os contemos nuestras vivencias necesitáis ver con esos ojitos que se os comerán los gusanos un polvo entre una puta y un putero. El año pasado escribí una entrada en la que enlazaba un vídeo de Jenni Lee en la que se representaba un polvo de pago, y a pesar de que la escena estaba bien hecha y la interacción entre ellos resultaba verosímil no es más que una actuación. Muy auténtica, pero actuación al fin y al cabo. Obviamente yo no me voy a grabar dándole al tema con ninguna chica, porque ellas tienen familia y no quieren que se sepa qué están haciendo y además porque como he comentado unas líneas más arriba suelo tener un trato "preferente" que ellas siempre desean mantener en secreto. Pero resulta que recientemente encontré una serie de vídeos en las que un tipo se graba follando con profesionales del sexo checas, Y NO ES UN MONTAJE al contrario que tantos otros vídeos de castings o cámaras ocultas. Lo digo casi con total seguridad: por los diálogos y cómo actúan las chicas, porque son mujeres que no se ven en ninguna otra parte de Internet y, sobre todo, por su físico. En varios casos se aprecia claramente que han sido mamás, que con su cuerpo no podrían trabajar en la industria del porno. Estas chicas son putas de verdad, y si no lo fuesen lo parecen. El caso es que para quienes tengáis esa curiosidad (o morbo) de saber cómo es en sí echar un kiki de putero, he seleccionado unos vídeos de "Czech Bitch" en los que podéis hacerlo. Atención, es material explícitamente pornográfico, podéis descargaros aquí una escena o ver esta otra online. Como siempre, apuesto por la mayor transparencia, aquí luz y taquígrafos. Y eso que el tipo hace algunas cosas que no apruebo, pero que sé que pasan porque las chicas me las han contado... 

Y del mismo modo que he hablado con innumerables putas para poder decir lo que digo con la convicción con que lo hago, resulta que cada vez más periodistas están entrevistando a estas mujeres y dando a conocer sus vivencias. Espero que gracias a testimonios como el de Natalia la prostitución pueda ir perdiendo esta mala imagen que acarrea, porque lo cierto es que si tanto la chica como el cliente quedamos contentos y no perjudicamos a nadie... ¿a quién le puede parecer mal?



27 de Mayo de 2015, por Natalia Ferrari Diaz

Esta tarde estuve con dos clientes. Antes de hoy, no había visto a ninguno de esos hombres en mi vida. En los primeros meses me hubiera inquietado no saber con quién me encontraría al abrir la puerta, pero desde hace tiempo esa incertidumbre forma parte del morbo inherente a mi trabajo.

Cuando eres puta te vuelves una experta en averiguar cómo son las personas hablando por teléfono. Cómo se expresan y lo que dicen te da una imagen bastante clara de quién está al otro lado y qué está buscando. Después de unos minutos hablando con D sé que tiene poca (o ninguna) experiencia con prostitutas, se siente solo y cuando llegue estará visiblemente nervioso. Me cuenta que vio mi anuncio hace meses y le costó decidirse a llamarme. "No soy el típico putero", dice. Yo me pregunto quién sí lo es. Que la prostitución mueva tanto dinero es un claro indicador de que los puteros son nuestros primos, padres, abuelos, hermanos, amigos, compañeros de clase o de trabajo, exparejas y parejas actuales. Cualquiera de ellos. Todos ellos.

De acuerdo a Natalia, eso de follar con desconocidos es algo que la gusta. ¿Entonces por qué cobra, se preguntará algún despistado? Pues hombre, porque no va a vivir del aire, y si puede cobrar por lo que haría incluso gratis (como me han comentado muchas chicas), ¿por qué no hacerlo? Las chicas que conozco dicen que ellas son prostitutas, porque cobran. Que las putas son quienes lo hacen gratis. Lo cierto es que, desde su perspectiva, razón no les falta...



Cuando el reloj da las 13:00h, D me llama para avisarme de que está frente a mi portal. Estoy relajada y excitada. He pillado la costumbre de masturbarme unos minutos antes de cada cita. Las hormonas que sueltan los orgasmos hacen maravillas y después de correrme la primera vez, mi cuerpo queda con ganas de más. Por su voz estaba casi segura de que sería un chico joven. Como mínimo, D me dobla la edad. Efectivamente está nervioso, me mira con una sonrisa tímida y espera a que guíe la situación. Empatizo con él desde el primer momento. Es fácil hacerlo cuando un completo desconocido se muestra vulnerable y confía en ti a este nivel. Después de saludarnos pasamos a mi habitación. Mientras se quita la chaqueta me paga lo acordado y nos sentamos en el borde la cama. Le pregunto cosas, a la gente le gusta hablar de sí misma. Según me responde lo acaricio. Le cuesta hacer contacto visual. Noto que tiene las manos sudadas y el ritmo cardíaco acelerado. Hago amagos de besos, me divierte mucho provocar. Normalmente después de diez minutos de roces se desentienden de inseguridades y la agitación que tienen en el cuerpo es por las ansias de empezar a follarme. Le indico que es momento de pasar a la ducha. Poco después vuelve a mi habitación solo con una toalla en la cintura.

Es muy delicado y suave. Pasamos la mayor parte del tiempo tocándonos todo el cuerpo. Los hombres que superan los 40 años suelen experimentar el sexo más tranquilos y la penetración no es un objetivo, solo una parte del juego. Después de desnudarme se dedica a pasar sus manos y boca por todos los rincones de mi cuerpo hasta que se tumba boca arriba y me deja hacer con él lo que me da la gana. Me gusta la facilidad con la que se entregan a disfrutar conmigo. Cuando un cliente y una puta follan, no hay tonterías. Me pide varias veces que me mueva más despacio porque aún no quiere correrse. En el momento en que está dentro de mí se puede ver cómo se olvida de todo. D se desinhibe completamente. A veces me gustaría poder grabar las expresiones en sus rostros justo cuando se corren y compararlas con otras parejas sexuales en su vida. ¿Se dejarán llevar igual? El resto del tiempo que queda prácticamente no hablamos, apenas sabemos nada el uno del otro y no nos hace ninguna falta. Estamos ambos enredados con nuestras piernas acariciándonos. D tiene una sonrisa de satisfacción permanente y yo la piel tan sensible que se pone de gallina en cuanto me pasa los dedos por cualquier lugar. Mi móvil me avisa de que la cita ha llegado a su final. Pasa a la ducha y cuando vuelve, mientras se viste hablamos de cosas que no recuerdo. Me da las gracias más de una vez, nos abrazamos y según cierro la puerta cada uno vuelve a su vida. En cuatro horas tengo la cita con J.

Uno de los prejuicios que tanto las chicas como los clientes nos tenemos que esforzar más en combatir es la creencia generalizada de que es el cliente, quien paga, el que "manda". El asunto es que desde que se paga, que es al principio (curiosa distinción con cualquier otro tipo de servicio, donde se paga al final), ya estás en manos de la chica y ella puede en realidad hacer lo que la dé la gana. De acuerdo a mi experiencia, no es tanto una cuestión de quién paga o de si es hombre o mujer, sino de la personalidad y los conocimientos de cada uno: lo normal es que la chica esté más fogueada que el cliente y por tanto que le lleve por donde ella quiere, pero en el caso de un putero curtido cuando encuentra a una novata es él quien se acaba saliendo con la suya (por eso nos gustan tanto las que están empezando, como dicen sus compañeras "están tontas" y es que todavía no han aprendido a tomar el control).



J apenas llega a los 30 años y tiene una actitud más segura y despreocupada. No quiere relaciones serias ni le gusta perder el tiempo ligando. A mí tampoco. Ventaja nº 300 de ser puta: vida sexual activa y variada a domicilio. La nº 301 es que encima me pagan. Pasado todo el protocolo inicial de conversación, entrega de dinero y ducha, J procede a manejarme a su antojo. Es curioso como incluso en los polvos donde el cliente es más dominante se sigue asumiendo que la figura de control soy yo. Podemos jugar a que él tiene el poder, pero en realidad estamos haciendo lo que yo quiero.

Camina hacia mi empujándome con su cuerpo contra la pared. Me pongo de espaldas y le pido que me muerda la nuca, lo hace un buen rato mientras pone mis manos donde a él le interesa que estén. Los hombres que saben lo que quieren me ponen especialmente cachonda y cuando no lo estoy tocando entre sus piernas, me estoy tocando entre las mías. Sudamos mucho, hay hilos de babas sobre partes sensibles y nos miramos todo el rato a los ojos. Quien crea que a los hombres no les importa el placer de la puta, sabe poco sobre follar. J se excita más cuando me masturbo con él dentro de mí y se corre viéndome gemir. Durante los próximos 10 minutos decimos estupideces y nos reímos el uno del otro. Nótese que los datos que doy sobre mis clientes poco tienen que ver con su físico. Me da exactamente igual el alto y ancho de sus cuerpos, firmeza de la piel, cantidad de pelo o tamaño de la polla, la conexión entre dos personas la determina el carácter y la atracción sexual, al menos yo, la encuentro en el contexto. J tiene mucho sentido del humor y pocas cosas me ponen más que alguien que sabe reírse de sí mismo. No tarda en querer follarme otra vez. Más de lo mismo; revolcones en la cama variando de postura según nos miramos desafiantes y nos divertimos con lo guarros que somos. Si le cojo del cuello, le tiro de los pelos o le pongo los dedos en la boca él hace seguidamente lo mismo conmigo. Así, hasta que se vuelve a correr. Como en cada encuentro, cuando mi reloj dice que es la hora, la cita se acaba. Nos besamos un rato en la puerta mientras nos despedimos. Me dice que nos volveremos a ver. Quito las sábanas de la cama, recojo los condones del suelo, me ducho y ceno mirando el último capítulo de Games of Thrones.

Mañana he quedado con P, será la cuarta vez que nos veamos. En este punto siento que se ha creado una confianza con la que puede contarme cualquier cosa. Sé todo sobre su familia, su trabajo y sus ambiciones en la vida. A veces me resulta difícil intimar así con tantas personas, cuando esto me pasa, dejo de trabajar hasta que echo de menos follar y enciendo de nuevo el teléfono. Ahí va la ventaja nº 302.

7 comentarios:

Lilith dijo...

De todo hay, las mujeres no somos de palo y cuando alguien nos gusta y hay química las cosas se dan muy placenteras incluso en el mundo de la prostitución. Obviamente también es muy mito que siempre se disfruta, las chicas de la merced llegan a atender hasta 20 canijos en un día y a destajo, y pues no siempre hay placer.
No es lo mismo atender en un hotel bonito ya con un cliente fijo que te cae bien y te gusta que a destajo x 15, 20 minutos en algún camastro de una vecindad con el padrote contando el tiempo.

Pero aquí son casos muy extremos, pero una cosa que dices es muy cierta cuando una ya tiene bastante experiencia, la mujer va marcando el ritmo y eso hace incluso la experiencia más sensual y placentera para el hombre , ya sea en la prostitución, pareja o aventura de una noche.

Porque el hombre en general es muy básico en su sexualidad, incluso clientes o no clientes hacen casi lo mismo uno o dos besos, hacerles sexo oral, y dos o tres posiciones.

Lilith dijo...

Hay un libro que se llama La Señora de los Sueños de Sara Sefchovich, allí hay un cuento de una musulmana que nunca pudo "arder" con su marido apesar se el amor y respeto que el le tenía y por azares de la vida cae en la prostitución y ella dice que allí con los clientes aprendió a "arder" como nunca pudo, a sentir incluso a tener que morderte los labios para que sus gemidos no molestarán a los clientes, claro que es un cuento pero no dudo que a algunas mujeres les pase.

Incluso yo conocí algunas señoras prostitutas que decían alegremente que a ellas les gustaba mucho su trabajo y que hiban a ejercerlo hasta que el cuerpo aguantara. En su momento me era casi grotesco pero de todo se ve. Y como fueron aprendiendo de su propia sexualidad y de la sexualidad femenina en general, y que buenos consejos me dieron. Y entonces dejo de ser a mis ojos grotesco, y entendí que es válido si una mujer quiere vivir de su sexualidad. Además de aprender una infinidad de trucos para "mover" sexualmente a un hombre. Claro también he oído casos de chicas que no les gusta el sexo pero el dinero es por lo que lo hacen y que nisiquiera se vienen con los clientes pero fingen muy muy bien.

Algo que también es válido, a mis ojos. Lo que importa es que cada chica sea libre de llevar la prostitución y su sexualidad como ella lo decida, yo termine sin ganas de volver aunque el dinero y el ego me tientan pero no por eso voy a tratar de convencer a nadie.

Lilith dijo...

Y te voy a "robar" una de las fotos del post por que esta muy sexy

Cliente X dijo...

Hola de nuevo, Lilith. No, claro que no estoy diciendo que siempre disfruten. Lo que digo es que es falso que NUNCA lo hagan como se asegura. Yo al menos me esfuerzo en todo lo posible en que lo pasen bien, y creo que lo consigo.

Lo mismo afirman ellas, Roco, Natalia o Amarna se desgañitan para asegurar que es así, que para ellas también hay placer. Y esto no sucede sólo con chicas españolas, que cobran altas tarifas y tienen un nivel educativo elevado. También he escuchado testimonios similares a las putas de la calle, al equivalente de "La Merced". Por cierto, es más frecuente que atiendan a 2 que a 20. No sé cómo serán las cosas allá pero aquí la crisis ha pegado muy duro y la demanda de servicios sexuales ha caído en picado. Yo he conocido a muchas chicas que hacían (en sábados o días en los que ganaba un equipo de fútbol importante hasta 12 o 15 servicios). Veinte es una cifra alta, que no dudo que pueda darse como récord pero no es desde luego habitual. En la Montera los hacía "Miki", una chica a la que llamábamos "el ascensor" porque no paraba de subir y bajar.

Tb he oído a muchas que no habían disfrutado del sexo hasta que se hicieron putas. Mujeres que habían crecido en un ambiente sexual muy represivo (mezcla de machismo, religión y asexualidad impuesta por la sociedad), que pudieron "liberarse" gracias a la prostitución. El título del blog hace referencia a este hecho, la prostitución me ha ayudado mucho a crecer como persona y a conformar mi manera de ser actual.

Anónimo dijo...

Cliente x eres patético, obsesionado con las prostitutas porque una mujer en iguales condiciones no se fija en ti...
Es como pagar para que finjan ser tus amigas...

Tipico putero feo eres... ya te vi en videos.

Cliente X dijo...

No puedo discutir con prejuicios. Es imposible. Mira, lo que me ha obsesionado del mundo de la prostitución es encontrar que la realidad es tan distinta del discurso oficial. De hecho la gente que me conoce en la vida real se sorprende que vaya a putas porque ni me han faltado mujeres, ni me han visto carencia alguna o esas actitudes machistas que suponéis.

Lo que me parece fascinante de las prostitutas, y posiblemente también te engancharía si las escucharas, es la INFORMACIÓN que dan. Puedes ver varios vídeos q tengo colgados en el blog y en los que hablan de sus verdaderos problemas, preocupaciones y reivindicaciones.

Aunque no creo que te interese, he estado con muchas, pero MUCHAS, putas sin pagar. Pero te da igual, ¿a que sí? Vienes a soltar tu mierda y has tenido suerte, te he contestado.

con mujeres ardientes dijo...

Gracias por este artículo, súper interesante.
Tania