viernes, 27 de abril de 2012

Ni eso ni ésta, por Paula VIP (por la aceptación social de la prostitución)

"Cuando yo me planteé por primera vez trabajar como prostituta, no podía imaginar cuán distinto era porque yo partía de una base falsa, la que siempre nos enseñan los medios de comunicación".

Paula VIP, mujer que trabaja de "eso", digo de prostituta

"The prostitute does not look upon the sale of sex as demeaning". 
"La prostituta no considera la venta de sexo como degradante".

Walter Block, economista y escritor estadounidense



La prostitución es una actividad sobre la que pesa un importante estigma social, creo que ésta es una de las pocas afirmaciones tajantes que pueden hacerse sobre esta realidad y que cualquier persona puede asumir.

En algunos casos la discriminación se expone abiertamente, como cuando una maruja grita ante las cámaras que no quiere ver a esas "guarras" delante de su portal. En muchos casos los problemas de "convivencia" que se esgrimen para acometer medidas represivas contra la prostitución no se fundamentan en hechos concretos que generen un problema real sino en su simple presencia. Lo que molesta no es lo que las putas hagan o dejen de hacer. Lo que no se quiere es ver putas. El problema no se puede evitar porque se considera que ellas mismas son el problema.

Existe un discurso dominante que pretende controlar la sexualidad (particularmente la femenina, aunque no sólo) recurriendo a términos tan rimbombantes como vacíos: "dignidad", "valor", "moral"... Se busca que aceptemos sin discusión ni razonamiento alguno el hecho de que ciertos comportamientos o actividades, como la prostitución, son necesaria y connaturalmente vergonzosos. Pues no me vale, no creo en dogmas sino en argumentos.



Pero en otras ocasiones se hace de manera más velada. Probablemente sin mala intención, tratando con seguridad de tener tacto y no molestarnos, se cae en actitudes y expresiones que reflejan una predisposición negativa hacia las prostitutas y su actividad. No sean mojigatos y llamen a las cosas por su nombre: si asumimos que la prostitución es algo humillante y que no se puede ni nombrar estaremos apoyando -aunque no lo pretendamos- a quienes desean perpetuar esta situación. Me hago cargo de que nos enseñan desde pequeñitos a interiorizar una serie de creencias, pero créanme, si desean agradarnos contribuyan a la normalización de la prostitución no empleando ni eufemismos ni rodeos. Tranquilos que no nos ofenden, como dice Paula entendemos que lo vergonzoso de la prostitución es meramente una construcción cultural que puede deshacerse como se ha hecho con otras atávicas creencias antaño muy arraigadas: en nuestra sociedad se consideró "indigno" ser homosexual, no llegar virgen al matrimonio, dedicarse a oficios manuales... A mí mismo me pueden llamar "putero" con toda naturalidad, no me molesta en absoluto.

De todo esto y más habló Paula VIP, reconocida prostituta y activista a favor de la normalización social de la prostitución, en el artículo que reproduzco a continuación:




Hace mucho que recibo mails de mujeres que, en algún momento y de manera más o menos firme, están pensando en dedicarse al mundo de la prostitución como profesionales del sexo de pago. Sigo pensando que puta es una palabra más limpia y clara. Pero no quiero ofender a nadie con ella.
Lo que no deja de sorprenderme es, cómo se refieren a nuestro trabajo:

-Estaba pensando en meterme en esto-…
-No sé cómo puede irme en este mundillo-…
-De este ambiente no sé nada-…

Yo defiendo mi trabajo porque es mi manera de ganarme el sueldo, de pagar facturas y de salir adelante sin la ayuda de nadie. Lo defiendo porque, en su momento me salvó de una vida que no quería seguir viviendo y que más pronto que tarde, hubiese terminado conmigo y con mi hijo. Defiendo este trabajo porque me gusta, porque aprendo a diario, porque he conocido a hombres y mujeres excepcionales, porque he podido ver cuántas mentiras encierran los titulares de los periódicos y los programas de tv sensacionalistas y aprovechados.

La imagen que suelen trasladar los medios sobre la prostitución es de abuso, humillación y sometimiento hacia la mujer. Entregar "lo más íntimo de su ser" a cambio de unas monedas sería algo intrínsecamente degradante e indigno, de lo que habría que avergonzarse.



No me gusta que nadie llame “eso” a mi trabajo. Nadie llama “eso” al ejercicio de la medicina, a la arquitectura, al derecho o a la limpieza doméstica. No trabajo “en eso”. Soy prostituta, puta, trabajadora sexual. No soy “ésa”, y no trabajo en “eso”.

No estoy enfadada, aunque quizá por el tono, pudiera parecerlo, en realidad, estoy aturdida.

Intentas hacer llegar mil mensajes, mil consignas, mil verdades. En este blog, en GuiaGeisha, en el Facebook, en cada entrevista, en cada conversación, en cada mail, en cada llamada. Y sólo consigues que el resto del mundo siga refiriéndose a mi trabajo, como “eso”.

Yo no trabajo en un mundillo, ni en un ambiente, ni en “eso”. ¿Tan difícil resulta para la sociedad en general, llamar a las cosas por su nombre?

Con lo mucho que gusta ahora etiquetarlo todo, hay dos términos que la gente no usa. Uno es la palabra cáncer, -ahora se le llama larga y penosa enfermedad-, y a mi trabajo se lo denomina , “eso”.

Quizá haya algún tipo de lazo que se me escapa, entre ambos términos. Entre cáncer y puta, quiero decir. Lo mismo que aún se asocian las ITS a las profesionales del sexo de pago que, somos las únicas que nos cuidamos y hacemos exámenes con meticulosa regularidad.

Soy puta y trabajo como puta. Si no les gusta, acepto meretriz, ramera, prostituta o trabajadora del sexo de pago. Pero ni “esa” ni “eso”. Las profesiones tienen nombre y el de la mía es muy claro.

En contra de lo que suele creer cuando no se conoce este mundo, resulta que muchas prostitutas declaran encontrarse a gusto ejerciendo su oficio. Normalmente los mayores inconvenientes que encuentran no se derivan del ejercicio propio de la prostitución sino de la minusvaloración social asociada a la misma.



Y siguiendo con el principio de esta entrada, me pregunto cómo una mujer, piensa en trabajar en algo a lo que ella misma denomina “eso”. Hace algún tiempo en este blog una chica nos hablaba de la vergüenza que experimentaba al trabajar como limpiadora y cómo le mentía a su propia familia, sobre su verdadera ocupación. Pero no la llamaba “eso”.

No me pregunto de dónde viene esa vergüenza porque... es simple. Es aprendida, adquirida. Nada nuevo. Pero sí me pregunto cómo te puedes imaginar trabajando como puta, si ni siquiera puedes nombrar a tu próximo oficio.

Cuando yo me planteé por primera vez trabajar como prostituta, cerré los ojos y me vi. No podía imaginar cuán distinto era porque yo partía de una base falsa, la que siempre nos enseñan los medios de comunicación. Pero, sí me veía intercambiando sexo por dinero con un desconocido. Luego, simplemente, adapté mi trabajo a mi manera de ser y le di mi toque. Como hacemos todos en nuestro puesto de trabajo.

Pero, pido por favor, a todas aquellas mujeres, jóvenes o maduras que, si no pueden autodenominarse puta, prostituta o trabajadora sexual y no pueden admitir que van a trabajar en el mundo del sexo de pago, en lugar de hacerlo en “eso”; que ni siquiera sigan imaginando, fabulando o pensando en entrar en esta profesión. 

¿Cómo es una prostituta? ¿La podrías diferenciar de cualquier otra mujer? Paula se muestra muy crítica hacia esa doble vara de medir que establece que quienes ejercen el trabajo sexual deben sufrir una consideración diferente: si son como cualquier otra persona, han de ser tratadas como cualquier otra persona.



Porque, no todo el mundo sirve para trabajar en cualquier ramo. Y no todas las mujeres, sirven para ser profesionales del sexo de pago. Putas, al fin y al cabo.

Somos muchas las que trabajamos para exigir nuestros derechos y nuestras obligaciones, para hacer que la sociedad conozca de primera mano lo que pensamos, sentimos y cómo trabajamos en nuestro día a día, sin permitir que otros lo hagan por nosotras de oídas.

Dignificamos nuestro trabajo, lo mismo que él nos ha devuelto nuestra dignidad a nosotras. Seguimos en él porque nos gusta y nos aporta mucho a nuestra vida. Porque, además podemos ayudar a otras personas y ser ayudadas a la par.

“Eso”, se llama prostitución y “ésta”, es Paula.

Gracias

PaulaVip

5 comentarios:

Ingrid Yrivarren dijo...

Bueno creo que es relativo el hecho de que si es bueno o malo o no es una actividad degradante la prostitución. Yo respeto mucho a las prostitutas, pero es cierto que se exponen a muchas enfermedades o peligros, por ello creen que realmente sea bueno o no degradante ser una prostituta??? Saludos,
Ingrid Yrivarren

Cliente X dijo...

Querida Ingrid; opino que la valoración social de la prostitución es una construcción cultural, que no es intrínsecamente "degradante" sino que éste carácter se lo dan las personas que la vinculan con esas enfermedades o peligros que tienen más que ver con la fantasía que con la realidad.

Pocas personas hay que cuiden más su salud que las prostitutas, he conocido muy pocos casos (alguno sí, es verdad) de prostitutas enfermas a causa de su trabajo. Hay otras ocupaciones que producen muchas más lesiones (minería) e incluso muertes (construcción) y no por ello se consideran "degradantes".

Por otra parte, la mayor parte de los peligros asociados a la prostitución provienen de su situación de alegalidad y desprotección jurídica. No de rasgos propios de la prostitución sino de la situación a la que nuestros dirigentes la han relegado.

Puta se nace dijo...

Gran blog. Muy esclarecedor.

PaulaVip dijo...

Nunca en todo el transcurso de mi vida laboral, me había sentido tan cómoda y a gusto, realizando un trabajo. Nunca me he sentido denigrada, ni humillada ni vejada en el transcurso de mi profesión con mis clientes. Sin embrago, sí siento el peso de la supuesta vergüenza cuándo alguien, que no tiene ni idea de lo que es la prostitución, me dice cómo debo sentirme y por qué.
Puta, soy puta y trabajo como puta, doy y recibo placer sexual, amén de otras muchísimas cosas, sentimientos, caricias, susurros, confidencias y mimos.
Sí. Soy puta porque quiero y porque puedo.

Un abrazote, ClienteX

Cliente X dijo...

Me sucede lo mismo, cuando me siento mal es cuando me veo obligado a soportar las MEMECES de quienes no conocen en realidad este mundo. Lo que me ofende no es la prostitución sino ellos, esos ignorantes que se creen con el derecho a despreciarnos.

Otro fuerte abrazo para tí