martes, 20 de marzo de 2012

La discriminación, por Natalia Cervantes

"La prostitución, o sea tener sexo a cambio de dinero, no lastima ni denigra a quién la ejerce, el malestar proviene de la gente necia (que) no quiere aceptar que la prostitución es un servicio necesario".

Natalia Cervantes, prostituta en activo



En numerosas ocasiones he tratado en este blog el tema del estigma, del desprecio o minusvaloración que padecen las prostitutas, pues es uno de los principales problemas que han de afrontar. De manera automática e inmediata se las encasilla: ah, es puta. ¿Qué quiere decir esto? Pues que ya se da por sentado que esa persona ha debido tener una serie de problemas, que debe sentirse a disgusto con lo que hace o que no recibió una educación adecuada en sun infancia. Además se supone que el hecho de dedicarse a la prostitución agravaría los problemas que ya tienen. Pues no, los problemas se los están dando ustedes al discriminarlas presuponiendo que no son como cualquier otra persona.

Hace tiempo leí unos folletos de la comunidad LGTB en los que un grupo de chicos se hacían pasar por muy guais y tolerantes diciendo a un compañero homosexual que no pasaba nada, que comprendían lo suyo y les parecía normal. Éste les respondía que igualmente el entendía que ellos fueran heteros y les respetaba, que no le suponía ningún problema. Eso es lo que nos pasa a nosotros, por vivir esta vida no necesitamos que nos digáis que somos normales. YA LO SABEMOS. Como cualquier persona tendremos virtudes y defectos, que tuvimos antes de entrar en este mundo y seguiremos teniendo aunque lo abandonemos.

En cuanto a nosotros, los clientes, también se supone que debe pasarnos algo. Que hemos de ser feos, tímidos, solitarios, discapacitados o que algo nos debe pasar. Porque una persona "normal" no puede ir de putas. Oiga, ¿y se necesita ser anormal para acudir a una peluquería, a un restaurante o para coger un taxi? ¿Acaso usted no puede cortarse el pelo, hacerse la comida o conducir su coche? Claro que puede, pero por rapidez, comodidad, o sencillamente porque LE DA LA GANA paga por ello. Usted es LIBRE y hace con SU dinero lo que QUIERE. Si a nadie se le hace de menos por el hecho de pagar para que le preparen la comida... ¿por qué a nosotros sí por pagar para echar un polvo? Oiga, ¿y si consideramos que, dentro de las opciones que tenemos, es la más conveniente? ¿Y si es que nos gusta precisamente con esa mujer y no con otra aunque nos lo dé gratis? Que yo me he ido de putitas pudiendo haber jincado gratis, pero no con quien quería. ¿Por qué va uno a un restaurante cuando puede comer en casa por una fracción de lo que le cuesta? Pues porque le dan todo hecho y, si se lo hacen bien (la comida, digo), queda como Dios. La misma lógica tiene irse de putas, no hace falta ser un asocial o un adefesio, sencillamente es el deseo de satisfacer una necesidad. A veces vas siempre al mismo restaurante porque te encanta cómo se come allí, otras veces cambias porque en la variedad está en gusto, otras tienes mucha prisa y no puedes parar por casa... y otras comes en casa. Ya está, no tiene más ciencia.

Natalia Cervantes es una escort o prostituta de alto caché que, harta de las actitudes que frecuentemente ha de soportar, ha escrito un fabuloso texto en el que relata esta discriminación cotidiana:




He estado leyendo sus mensajes y algunos me dejan una sensación no del todo buena. Por ejemplo los que dicen algo así como "Independientemente de a lo que te dedicas creo que eres una excelente persona", o "No importa que seas prostituta mereces respeto".

¿Pueden notar la discriminación vedada en ellos? O sea, yo no me siento ciudadana de segunda por ser prostituta, no necesito que me lo aclaren.

Cuando recién comencé en este negocio pensé que ser sexoservidora era tan mal visto como ser consumidor de drogas: Te convierte en alguien que está haciendo algo malo y feo y la sociedad espera que recapacites y vuelvas al camino del bien.
Pero creo que el ánimo despreciativo es más fuerte que eso. La gente te rebaja al nivel de "negro", "indígena", o "gente con alguna discapacidad física y/o intelectual", es decir, al nivel de ciudadanos que no se pueden "curar" de aquello que supuestamente los vuelve inferiores.

Las prostitutas son rechazadas por el mero hecho de serlo. Como tantas discriminaciones (por razón de piel, de opción sexual, de género...) supone un grave atentado a la igualdad y no tiene sustento real alguno sino que se fundamenta en atávicos prejuicios.



¡Qué ridículo! ¿Cuando van a entender que no existe tal cosa como personas Alfa, Beta y Gama?

Al menos aquí en México, entre el sector de clase media sobre todo, sigue existiendo la necesidad de rebajar a una condición inferior a otros individuos. Esto se debe a la dificultad de alcanzar el progreso. Entonces en vez de elevarse un escalón buscan poner a otros en un peldaño más abajo. Ya sea de manera real -cerrándoles puertas y obstaculizando su búsqueda de oportunidades- o solo dentro de la imaginación colectiva.

Ya he mencionado que no soy una persona así muy inteligente, la verdad es que el éxito es esa cosa que se me escapa de las manos. Pero me causa mucha molestia que supongan que mi "condición de prostituta" es la causa de mis males, cuando mis limitantes son mi falta de visión, de asertividad y mi miedo a tomar decisiones.

Más adelante explicaré porqué la prostitución, o sea tener sexo a cambio de dinero, no lastima ni denigra a quién la ejerce, el malestar proviene de la gente necia no quiere aceptar que la prostitución es un servicio necesario y que realmente no se puede concebir la sociedad tal y como la conocemos sin esta.

Otro artículo de Natalia, que en su día tuvo mucho éxito:
· La prostituta y sus clientes, un texto de Natalia Cervantes

2 comentarios:

Macaba dijo...

Completamente de acuerdo. Un excelente post. sin duda el lenguaje nos puede a todos, a mí la primera. Pero hay que reconocer que esa percepción dels exo de pago como algo nocivo está tan arraigada que cuesta salirse de lo que nos marca la sociedad.

Cliente X dijo...

Ok, mira, he visitado tu blog pero no me deja comentar así que te pongo aquí la respuesta que he escrito a tu entrada "derechos y torcidos":

No creo que la situación de alegalidad actual sea fruto ni de la casualidad ni de rancias concepciones morales. Es cierto que se emplea toda una serie de argumentos como la defensa de la dignidad o la protección de la mujer para evitar que la prostitución sea reconocida como un trabajo equiparable en derechos y obligaciones a cualquier otro. Sin embargo considero que no son más que un barniz para recubrir sus auténticas intenciones.

Con total acierto has señalado que la situación actual a quien beneficia no es a las trabajadoras sexuales sino a quienes les conviene que esta actividad se mueva en las sombras. En realidad el problema no es de convicciones aunque algún incauto pueda creerlo así, sino económico. Se mueve mucho dinero en este negocio, dinero que no se quiere que esté fiscalizado y controlado. ¿Cuánto ingresan las ONGs feministas, en las que los partidos colocan a muchas de sus militantes, en concepto de subvenciones? ¿Cuánto cobran los Ayuntamientos por debajo de la mesa para permitir abrir a los puticlubs a los que, de manera totalmente consciente, demoran la concesión de licencias años y años? ¿Cuánto ganan los cuerpos de policía mediante las confiscaciones a los pisos o las tasas que cobran a las chicas de la calle y las habitaciones en las que se atienden? No sólo es mucho dinero, sino que además como son unos ingresos que como oficialmente no existen NADIE ha de responder por ellos y se pueden gastar con total discrecionalidad.

Nuestra clase política no va a legislar en contra de sus intereses a no ser que se vea obligada a ello, hemos de denunciar sus abusos e irregularidades para lograr que se autolimiten. No es sencillo, pero tenemos dos armas importantes: la palabra y el voto.