jueves, 19 de noviembre de 2009

Los liberales y la prostitución IV: Francisco Capella

Voy a retomar la temática del liberalismo y la prostitución, en su día la entrada de D.Federico generó muchos comentarios por lo que considero que este tema resulta de especial interés entre mis lectores.

Hoy abordaremos la prostitución desde el punto de vista de Francisco Capella, director del área de Ciencia y Ética del Instituto Juan de Mariana y creador del proyecto Inteligencia y libertad. Además es colaborador frecuente del periódico on-line Libertad Digital.

Ha escrito dos artículos al respecto, en el primero analiza este asunto desde una racionalidad estrictamente liberal. El respeto a las decisiones individuales es el eje vertebrador de su discurso, por tanto considera legítimo cobrar por mantener relaciones sexuales e incluso el proxenetismo libremente aceptado (que no suene raro, en Hetaira también proponen derogar el artículo 188 del CP que lo tipifica como delito). Al hablar de libertad lo hace en todos los sentidos, así tanto el cliente como la prostituta tendrían que consentir para mantener el encuentro, bastando el desacuerdo de una de las partes para que no tuviese lugar la relación. Es decir, habla de una NEGOCIACIÓN ENTRE IGUALES, algo que los abolicionistas niegan pero que de hecho es la norma en este tipo de encuentros.

Se muestra claramente contrario a las prohibiciones estatales, las cuales -fundamentadas en rígidas concepciones morales- no provocarían más que una mayor marginación y empeoramiento de las condiciones laborales de las prostitutas. Esto es exactamente lo mismo que decimos los regulacionistas y no es exclusivo del argumentario liberal, por ejemplo CCOO lo suscribe. Aduce que las ideas proteccionistas y redentoras aplastan al individuo, no tienen en cuenta nuestras preferencias subjetivas. El liberal es un relativista cultural, entiende que no todos los individuos compartimos los mismos valores y busca respetar y ser respetado.

Pero su análisis liberal va más allá, es llevado al extremo. Así también llama la atención a quienes buscamos la normalización social de la prostitución pues no podemos decirles a los demás cómo han de valorar esta actividad. Defiende el derecho a la discriminación, que no es mas que el derecho a la libertad de pensamiento. Por supuesto concuerdo con él, nosotros sencillamente estamos empleando la libertad de expresión para comunicar una idea que puede ser libremente aceptada o rechazada por los demás. En numerosas ocasiones lo he dejado bien claro, yo creo tener la razón (por eso digo lo que digo), pero en ningún caso pretendo imponer mis convicciones y además admito que no son inamovibles, que están en todo momento abiertas a la crítica y a la revisión. ¿Pero que sigo siendo rechazado a pesar de poder expresar mis argumentos? De acuerdo, persistir en el error o en las convicciones irracionales es una opción totalmente legítima. Los liberales creemos que son las propias personas las que deben detectar y, si lo consideran oportuno, corregir sus equivocaciones.

Sin embargo, Capella no es un regulacionista ya que considera que "obliga a los trabajadores del sexo a pagar impuestos confiscatorios y a participar en el sistema coactivo y fraudulento de la seguridad social". Bueno, esto y lo de que no se deban emplear recursos públicos para posibilitar encontrar otro trabajo a las prostitutas ya es más bien propio de un ultraliberal, de un anti-estatalista, posición que no comparto en absoluto. Yo creo en cierta intervención del poder público, siempre que esté orientada a beneficiar a la ciudadanía, se rija por los principios de eficacia, eficiencia y economía y se ajuste a derecho. La Constitución declara que es obligación de los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad e igualdad de los individuos sean reales, por lo tanto yo implementaría cursos de formación o planes de empleo para que (tanto ellas como cualquier otro sector de la población que lo desease) pudiesen mejorar sus opciones laborales. Y por supuesto que, como a cualquier otro trabajador, les reconocería unos derechos que llevan ligados unos deberes (carga impositiva). ¿Que nuestro sistema de seguridad social es manifiestamente mejorable? Desde luego lo es, pero no porque sea deficiente vamos a renunciar a él. Aun así creo que su situación mejoraría ostensiblemente como señala en el segundo párrafo, además es preferible que ese dinero se lo lleve el Estado que no los policías-proxenetas extorsionadores.




Libertad Digital suplementos, 29/06/2001



El ser humano es propietario pleno de sí mismo, de su mente y su cuerpo. Las personas pueden tener relaciones sexuales de cualquier tipo con quien libremente deseen si respetan la propiedad privada, si la relación es aceptada voluntariamente por las partes implicadas. Una persona puede proponer a otra las condiciones que desee para practicar el sexo, como por ejemplo una contraprestación económica. Es legítimo dar y recibir dinero a cambio de sexo.

La prostitución no es un delito por ninguna de las partes, prostituta (gigoló) o cliente. Si la relación entre prostituta y cliente es voluntaria, su prohibición perjudica a ambos. La criminalización de la prostitución provoca su marginación, la clandestinidad, aumenta su precio, dificulta los controles de calidad (por ejemplo sanitarios), hace posibles abusos de los policías y fomenta la existencia y el enriquecimiento de grupos criminales que la controlan en un mercado negro.

La persona que se prostituye puede trabajar por libre de forma autónoma, puede integrarse como asalariada en una empresa de servicios sexuales o puede contratar con un especialista la protección y gestión de su actividad. El proxeneta no es un delincuente si su relación con la prostituta es voluntaria y no violenta. Obligar a otra persona por la fuerza a ejercer la prostitución es un delito, igual que robarle sus ingresos. Igual que un cliente puede seleccionar qué prostituta desea, una prostituta puede negarse a mantener relaciones sexuales sin más explicaciones. La mujer no es necesariamente la parte más débil. Una prostituta no es necesariamente una víctima. Para muchas, la prostitución es sólo un trabajo, una forma de ganar dinero más interesante que otras alternativas menos atractivas.

Las prohibiciones, regulaciones o restricciones estatales a la actividad sexual son violaciones de la propiedad privada típicas de autoritarismos conservadores que pretenden imponer por la fuerza su moral arbitraria particular, y dañan a todas las partes que están dispuestas a mantener relaciones sexuales libremente consentidas. Algunas leyes son tan arbitrarias y absurdas que prohíben la prostitución pero permiten la pornografía, en la cual no sólo hay sexo a cambio de dinero sino que además se filma y se difunde. No son tan extraños los casos de individuos hipócritas que condenan en público la prostitución pero se sirven de ella en privado.

Es propio de los "autoritaristas conservadores" (más conocidos como progres) imponer su moral particular a los demás. No respetan, no aceptan, no toleran a los demás ni otros modelos de vida. Al ver mensajes como éste, que pretenden imponer el pensamiento único, siento que la libertad peligra.



Basar la prohibición de la prostitución en la dignidad del ser humano o la degradación de la mujer es tratar a las mujeres como un colectivo uniforme, o quedarse en una idea abstracta disociada de la realidad. Cada mujer es un ser humano diferente, con sus preferencias subjetivas y sus capacidades concretas. Lo que para una persona es denigrante para otra puede ser algo placentero, o algo molesto pero que merece la pena por lo que se obtiene a cambio. Los puritanos o reprimidos intentan imponer su estrecha moral a los demás de forma coactiva, tal vez envidiosos del poder sexual de una prostituta.

Algunas prostitutas pueden sentirse molestas por lo que otras personas piensan de ellas o por la mala imagen de su profesión, por un posible estigma social. Las prostitutas no tienen derecho a controlar las mentes de las demás personas, a decidir qué es adecuado que piensen de ellas. No pueden pretender mantener un honor o prestigio de forma coactiva. Toda persona es dueña de sus pensamientos, opiniones y declaraciones, y puede pensar y decir lo que quiera acerca de la prostitución. La honorabilidad es una cuestión subjetiva que no puede imponerse legalmente. Por otra parte, lo que la mayor parte de la sociedad piense acerca de la prostitución es irrelevante para su carácter ético y no les da derecho a legislar al respecto.

La regulación estatal es mejor que la prohibición, pero no es lo mismo que el ejercicio libre de la prostitución. La regulación no defiende derechos sino que los agrede: impide el anonimato y la confidencialidad, y obliga a los trabajadores del sexo a pagar impuestos confiscatorios y a participar en el sistema coactivo y fraudulento de la seguridad social. Una mujer que desea dejar de ejercer la prostitución puede naturalmente hacerlo, pero no tiene derecho a utilizar recursos ajenos para recibir formación o encontrar otro trabajo.

El problema de las prostitutas que buscan clientes en espacios públicos como calles o parques está causado porque dichos lugares son públicos y su utilización origina conflictos de intereses. La acotación estatal de zonas donde se permite o prohíbe la prostitución es arbitraria. El propietario de un espacio privado es quien está legitimado para decidir qué actividades son permitidas o prohibidas en el mismo.

En los países más pobres, las mujeres que trabajan en el sexo pueden ser el principal o el único soporte económico de su familia, y no tienen por qué avergonzarse de ello. Prohibir su actividad implica condenarlas a la pobreza o a actividades más duras o menos productivas. Respecto a las inmigrantes ilegales o a las drogadictas que se prostituyen, los problemas están en la inmigración ilegal (por la violencia y la pobreza de los lugares de origen) y en la prohibición de las drogas.

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En su segundo escrito aplica estos principios a un caso concreto: la cerrada oposición de Botella a la prostitución. La segunda teniente de alcalde escribió en Mayo de este año un triunfalista artículo (Capella lo linka en el suyo) en el que está encantada de haberse conocido y emplea, uno tras otro, los manidos tópicos abolicionistas. Como liberal me horroriza la carga de moralina que destilan las palabras de una personalidad pública tan relevante (y poderosa, eso es lo peor). Pero como cliente además he de añadir que sus palabras muestran un colosal DESCONOCIMIENTO de la realidad. O si somos malpensados (que con los políticos suele ser una opción recomendable), que únicamente se está sirviendo de un discurso solidario y comprometido para justificar su visceral aversión hacia la prostitución. Soy partidario de esta última posibilidad, por eso mantengo que los abolicionistas no están equivocados: ellos tienen clara su estrategia, que es servirse de la repulsa existente y del desconocimiento de esta realidad para atacarla. Somos nosotros los errados, al no percatarnos de sus movimientos y denunciarlos públicamente. Los abolicionistas no son tontos, son muy listos y tan mentirosos que no dicen la verdad ni a su médico. Y como nosotros somos unos inocentones que tratamos de "convencerles" y "dialogar" con ellos, vamos un paso por detrás. Ellos no van a cambiar, están manipulando CONSCIENTEMENTE; así que hemos de adelantarles y mostrar a la sociedad no sólo que ENGAÑAN, sino ser capaces de explicar por qué lo hacen.



Libertad Digital, 20/05/2009



Parece que Ana Botella ha alcanzado ya el estado de fusión política con sus gobernados: asegura que Madrid tenía razón cuando lo que parece querer decir es "Yo, Ana Botella, tenía razón". ¿Fusión o confusión?

La segunda teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid pretende tener razón en su cruzada personal contra la prostitución y, fina socióloga que es, tiene "la impresión de que está cambiando algo la percepción social de la prostitución". Su sermón moralizante se resume en recordar que se trata de "una realidad que debería avergonzarnos a todos". No se conforma con gobernar la ciudad de Madrid, también quiere controlar nuestras mentes y ordenarnos qué debe avergonzarnos, y no sólo a unos cuantos sino a todos.

Botella se refiere a "la violencia y las condiciones de esclavitud que sufren las mujeres prostituidas". Mete a todas las prostitutas en la misma categoría de esclavas violentadas, lo cual puede ser cierto para muchas pero seguro que no lo es para todas: conviene saber distinguir.

Critica que "durante mucho tiempo en nuestra sociedad ha predominado una actitud complaciente y permisiva, por no decir cínica e hipócrita". No especifica si ese "mucho tiempo" son días o siglos; y quienes no estén de acuerdo con su autoritarismo prohibicionista son cínicos e hipócritas.

"En la Europa del siglo XXI, son muchos los que todavía defienden que se trata de un trabajo más. Una posición fácil cuando se trata de personas desconocidas. Habría que comprobar esta opinión si la 'trabajadora' en cuestión fuese un familiar".

Resaltar en qué continente estamos y en qué siglo no parece muy informativo: pero la prostitución es un trabajo, una forma de ganarse la vida; diferente de los demás por la percepción moral de algunos (especialmente los más estrictos puritanos), pero perfectamente legítima mientras sea una decisión libre en la que no medie agresión de o a terceras personas. En el ámbito social de la señora Botella seguramente esté muy mal visto tener familiares prostitutas (o clientes): pero convendría que recordara que existen prostitutas que ejercen libremente y que tienen parientes a quienes no parece haber consultado. Además ¿desde cuándo la opinión de los parientes puede utilizarse para limitar la libertad de las personas?

Botella resalta que "estamos demasiado acostumbrados a mirar hacia otro lado", pero que "muchos reaccionan cuando se produce en su propia calle". Tal vez sabemos que hay realidades humanas que podemos deplorar pero que difícilmente vamos a cambiar mediante la coacción política. Y pedimos a nuestros representantes que al menos se ocupen de gestionar con un mínimo de eficiencia algo que es bastante público, las calles: es perfectamente consistente defender la prostitución voluntaria pero exigir que no se practique en ámbitos públicos.

Curiosamente la señora Botella, conocida representante de las posturas más reaccionarias, coincide en su análisis de la prostitución con el de los sectores más "progres". Este cartel guerracivilista de la CNT propugna la redención de las prostitutas, otorgándolas por fin "una existencia humana".



Botella está tan perdida en sus malos argumentos que no para de darse la razón a sí misma, siempre escondida tras un plural mayestático: "Ante todo, teníamos razón cuando afirmamos que la prostitución atentaba contra la dignidad de la persona. Pues es una forma de explotación inhumana y degradante, cuya legalización atentaría contra derechos fundamentales". Cuando alguien no tiene argumentos sólidos en un discurso moral recurre al vaporoso concepto de la dignidad humana, en el cual cabe todo aquello que le disguste profundamente y que además no pueda aceptar que otros lo toleren. ¿En qué consiste la explotación si se presta un servicio voluntariamente a cambio de dinero? Lo de degradante es claramente su visión particular disfrazada de hecho objetivo. Y el derecho fundamental, el de la propiedad de cada persona sobre sí misma, difícilmente sufre en relaciones voluntarias.

Sigue: "Teníamos razón cuando defendimos que la prostitución es una forma de esclavitud... las mujeres son retenidas contra su voluntad, ellas y sus familias sufren amenazas y son coaccionadas mediante todo tipo de métodos, como palizas o violaciones en grupo". Algunas mujeres, quizás muchas, pueden estar esclavizadas para el sexo. Y los poderes públicos revelan su sistemática incompetencia al no ser capaces de solucionar esta lacra y proteger los derechos más elementales a la seguridad física; para distraer la atención, atacan a todas las prostitutas y a todos los clientes en general, y así de paso imponen su moral a todos.

Y sigue: "También teníamos razón cuando sostuvimos que la prostitución era una forma de violencia de género. A nadie se le escapa que las víctimas de prostitución y tráfico de personas son mujeres y que los mal llamados 'clientes' son hombres". En la categoría de violencia de género, que sobre todo se refiere a las relaciones afectivas, ya cabe cualquier cosa. ¿Es que las víctimas de la violencia tienen más derechos por ser mujeres? Parece que la igualdad ante la ley está muy pasada de moda.

No para: "Por tanto, el rechazo social de esta práctica debe ir paralelo a nuestra condena de la violencia de género en el ámbito doméstico. Para concluir, también teníamos razón cuando lanzamos el mensaje de que el cliente era cómplice y tenía una responsabilidad en la explotación sexual de cientos de miles de mujeres". Tenemos que mezclarlo y rechazarlo todo en bloque, sin hacer distinciones que sobrecarguen la inteligencia: la violencia en la pareja, la violencia de la explotación sexual y la prostitución consentida. Las cruzadas morales son así.

34 comentarios:

Anónimo dijo...

De asturiano:

De la exposición que realizas en el siguiente apartado, me quedo con esto que escribes -y con lo que te desmarcas de la posición de Francisco Capella:

"Yo creo en cierta intervención del poder público, siempre que esté orientada a beneficiar a la ciudadanía, se rija por los principios de eficacia, eficiencia y economía y se ajuste a derecho. La Constitución declara que es obligación de los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad e igualdad de los individuos sean reales, por lo tanto yo implementaría cursos de formación o planes de empleo para que (tanto ellas como cualquier otro sector de la población que lo desease) pudiesen mejorar sus opciones laborales."

Marta dijo...

Pues yo me quedo con lo mismo que Asturiano, claro que yo liberal no soy :-). La crítica a la Botella y al moralismo disfrazado de discurso comprometido, en éste y en otros muchos casos (creo que en todos no, hay excepciones), la suscribo.
Lo que no he acabado de entender es la postura frente al trabajo sexual de calle. La acotación de zonas por parte del Estado o las administraciones locales la critica, sin embargo lo cierto es que en la práctica la presión policial ya es utilizada como instrumento de zonificación y ya existen zonas de tolerancia, que van variando con mayor o menor frecuencia en función, a menudo, de intereses inmobiliarios especulativos.

Si Capella no admite la creación de "barrios de tolerancia", ¿considera que las trabajadoras sexuales deben poder ejercer sus servicios en el espacio público eligiendo las zonas o calles donde quieren trabajar o que no deben poder hacerlo? Lo comento porque yo, al menos, tengo mis dudas sobre lo indicado de los barrios rojos. Pero las tengo porque creo que el espacio público es, por definición, el espacio destinado al uso y disfrute de toda la ciudadanía (en su definición ideal, claro, que ya sabemos que dista bastante de la realidad). Así que las trabajadoras sexuales, a mi entender, deberían poder ofrecer sus servicios donde gusten (no consumarlos), del mismo modo que, por ejemplo, quienes reparten publicidad te interpelan para darte folletos o quienes promocionan restaurantes o discotecas se colocan en sus puertas y hacen lo propio con los viandantes. Ahora bien, si hay conflictos porque se ocasionan molestias, se tendrán que discutir y negociar cosas como las tácticas para captar clientes, los horarios de apertura y ubicación de meublés, etc. ENTRE TODOS LOS AGENTES IMPLICADOS, pero sin imposiciones unilaterales. Lo de los barrios rojos me parecería más bien una solución a la desesperada, si es que lo anterior fuera realmente imposible. Pero no deja de resultarme injusto.

Tampoco entiendo mucho la alusión a la coacción sobre aquellas personas que sostengan una mirada estigmatizadora hacia las trabajadoras sexuales. No sé qué entiende por coacción. Desde luego no se va a perseguir o coaccionar a nadie por ser imbécil, pero si su imbecilidad tiene consecuencias prácticas y adopta la forma de agresiones, como ha pasado en contextos urbanos con ciertos vecinos, algún tipo de sanción no estaría de más (no se le pueden tirar huevos a nadie, sea a una trabajadora sexual o a un carpintero que pasaba por allí). Y del mismo modo que uno no puede hacer apología del terrorismo o del racismo, tampoco debería poder colgar pancartas con la leyenda "putas al patíbulo".

Después, la educación en la igualdad de género ya es una realidad, ¿no?. Y pregunto: ¿los liberales se oponen a la pedagogía necesaria en este sentido? Pues no veo el motivo por el que no se pueda tratar la cuestión del estigma de la puta, por ejemplo, hasta en las escuelas.

Anónimo dijo...

De asturiano:

Yo coincido con Marta en que, en algunas otras cosas, el análisis de Francisco Capella se queda algo corto. Así por ejemplo, yo no comparto con él la idea de que el 'contrato de prostitución' resulte ser con frecuencia un contrato entre personas adultas e iguales (una mujer y un hombre; un transgénero y un hombre; un hombre y otro hombre) cuando se realiza por voluntad de ambas partes. El género y la clase social,y en concreto fenómenos como situaciones de pobreza sobrevenida; falta de oportunidades, escasa formación, discriminación (sexual, social, laboral...y o falta de reconocimiento social, no son raros en las personas oferentes, y también en algunos de los hombres demandantes.
Un ejemplo claro de esto serían por ejemplo las 'identidades reactivas' que algunas mujeres adoptan porque en su biografía han sido etiquetadas como'putas' por su forma de relacionarse con los hombres, por su independencia, o por su forma de realizar la sexualidad. Estas mujeres adoptan la prostitución como una forma de 'autoafirmación reactiva'; una situación de desigualdad vivenciada, unida a otros factores como la falta de reconocimiento (a su valía y su inteligencia, y la dificultad de un empleo conforme a sus expectativas, por ejemplo, favorece que tales mujeres cobren por tener sexo con hombres anónimos. Unas mujeres (*) que actúan de un modo 'rebelde', sociológicamente hablando cuando adoptan la prostitución como una forma de dar salida a una forma de 'anomia social' [Teoría de la 'Anomia' de Robert K. Merton; planteamientos de Dolores Juliano de la prostitución como una práctica muy funcional y "alternativa" al camino de la delincuencia para las mujeres].
Unos hombres clientes con biografías también muy diferentes: algunos no han podido tener problemas de socialización y dificultad de relación con las mujeres, otros desean tener mucho sexo gratificante con mujeres diferentes, otros tienen idealizadas a ciertos modelos de mujer y esperan de la 'prostituta' algo único, etc. etc.

Yo tengo más o menos claro que el contrato de prostitución no es precisamente un contrato en igualdad para las personas adultas que lo realizan, aunque éstas lo hagan voluntariamente.
Hay muchos elementos que condicionan esta clase de relaciones entre las personas (y en el caso particular que yo analizo, entre hombres y mujeres), aunque casi siempre estos elementos parecen quedar oscurecidos o en la sombra, sobre todo para nosotros los varones. Las mujeres oferentes parecen ser más conscientes de tales desigualdades, por lo general.

(*) Mujeres oferentes que adoptaron esa 'identidad reactiva' y que dieron cuenta de ella con sus testimonios habrían sido bastantes a mi entender: Myriam (del blog eraputa; Carla Corso; Paula Vip; Alejandra Duque, ("La agenda de Virginia"); es posible que la propia Grisèlidis Rèal, y tantas otras cuyos testimonios no se han hecho públicos, e incluso un poco también me parece que la propia Montse.

Me resulta muy curioso que el feminismo pro-derechos o simpatizante de la línea pro-derechos muy rara vez haga mención a este tema [sólo le escuché decir algo en una ocasión a Maria José Capellín en un debate]. Quizás lo eviten en pos de una hipotética auto-determinación de las mujeres que para este feminismo es lo que importa [adoptando de este modo una perspectiva más individualista y algo desconectada del problema de la igualdad entre hombres y mujeres vista como problema cultural y estructural].

Espero haberme explicado con claridad.

Montse Neira dijo...

Cómo se complica todo!!!

Alguien me puede decir dónde se dan relaciones de igualdad totales y absolutas....Porque yo no conozco ningún ámbito donde se den relaciones de igualdad
Como ya he mentado más de una y dos veces para que hubiera relaciones de igualdad, tendriamos que tener todos las mismas oportunidades, la misma personalidad, la mismas referencias. Y no acotarlo sólo a la clase social o al ¿cuánto dinero se tiene?
¿Alguien se ha parado a pensar que ciertamente muchas mujeres empezamos a ejercer la prostitución porque queremos ganar dinero, punto vulnerable,¿ pero que en otros aspectos (tangibles o tangibles)tenemos muchos más recursos que los clientes que acceden nosotras?

Asturiano de verdad crees ¿que he asumido una identidad reactiva?

Quizás fuese así en mis inicios, el primer ano, porque accedí a la prstitución con muchos prejuicios cognitivos, pero te aseguro que al menos desde que soy independiente no.
Lo que si he hecho es cuestionarme mucho la socialización que tuve en aspectos como el matrimonio y el laboral y la sexualidad en una primera instancia, y después empecé a analizar y observar todo lo que hay detrás de la fachada...Tuve que borrar el disco duro, todo lo aprendido y volver a empezar de cero.

En cuanto te quitas todo el estigma de la prostitución y lo que significa pagar por sexo-afecto, todo tiene otro color y más en un mundo que todo está mercantilizado, empezando por la alimentación que es vital para sobrevivir.

Todavía estoy esperando que alguien me explique en qué concretamos la palabra "igualdad".

Corto aqui porque esto es muy latgo y sólo son cuestiones que dejo para que se mediten

Anónimo dijo...

De asturiano:

Para Montse:
Montse, a lo que me preguntas en relación de esas 'identidades reactivas' de algunas mujeres que se hicieron oferentes de sexo de pago, a las que me refiero, responderte lo siguiente:

Ciertamente, después de haber tenido un buen número de conversaciones por escrito contigo -vía e-mail y a través del blog- tiendo a pensar que tú tienes más bien muy poco o nada de tales 'identidades reactivas', pero si lo he sugerido en el comentario anterior, es porque alguna declaración pública tuya me ha dejado sorprendido: cuando dices que no te planteas dejar la actividad a corto-medio plazo porque por el momento la misma te reporta unos ingresos que necesitas para poder vivir como tú quieres, y porque te encuentras a gusto realizando dicho trabajo.
No sé, es que a mí esto no me acaba de encajar: se supone que, al menos, a medio plazo, con tu título (de) y formación como polítologa, tú deberías tener el proyecto o, al menos, la ilusión, de trabajar en algo relacionado con esto en lo que te has formado, un trabajo más normalizado y reconocido socialmente que la 'prostitución'
A mí me parece que si una mujer que ha sido oferente y que ha reflexionado críticamente sobre el problema del 'estigma de puta', ante propuestas de un trabajo diferente que se le pudieran presentar y con las que podría sentirse realizada, actuara, rechazándolas, sólo para autoafirmarse como 'trabajadora del sexo'm y llevar la contraria a la "sociedad bienpensante", entonces esa mujer estaría actuando -con rebeldía- en base a la adopción de una 'identidad reactiva'. Y a mi juicio esta actitud no sería la más inteligente: hay otras maneras de comprometerse en la lucha contra el 'estigma de puta' diferentes al ejercicio de la 'actividad prostitutiva'.

Espero haberme explicado mejor ahora.

Anónimo dijo...

De asturiano:

Fé de erratas:

Repasando los tipos de respuestas que damos los individuos ante una situación de 'anomia social' según la teoría de Robert K. Merton, me he dado cuenta de que he utilizado un término inapropiado que podría dar lugar a confusión.

Así donde escribí:

"Unas mujeres (*) que actúan de un modo 'rebelde', sociológicamente hablando cuando adoptan la prostitución como una forma de dar salida a una forma de 'anomia social' [Teoría de la 'Anomia' de Robert K. Merton;"

debería poner:

"Unas mujeres (*) que actúan de un modo 'innovador', sociológicamente hablando, cuando adoptan la prostitución como una forma de dar salida a una forma de 'anomia social' [Teoría de la 'Anomia' de Robert K. Merton;" .

Marta dijo...

A Asturiano:

En relación a los olvidos del feminismo pro-derechos no sé bien si te refieres al desigual acceso a los recursos según el género que condiciona la entrada en prostitución de la mayoría de mujeres, o a lo de las identidades reactivas. Supongo que te refieres a lo segundo, porque de lo primero que yo sepa al menos buena parte del discurso no se ha olvidado.

Conozco un caso, con una historia detrás muy larga como para explicarla aquí pero de lo más rocambolesca, en el que una chica (española) de procedencia claramente marginal se inició en la prostitución como respuesta a una situación realmente desesperada, en ausencia absoluta de recursos sociales o materiales que le permitieran sobrevivir de forma inmediata. En efecto, fue una clara alternativa a la delincuencia, como señalas que dice Juliano. En primer lugar, es evidente que lo que hace rasgarse las vestiduras es que alguien pueda encontrarse en esa tesitura. Sencillamente, esto debería ser imposible. En segundo lugar, creo que también es necesario poner el acento en el hecho de que sin causar daño a nadie y sin delinquir, a la prostituta se la criminaliza sin distinción. Ahora bien, si las circunstancias descritas fueron las que definieron la entrada de esta mujer en prostitución, hoy por hoy, ejerce voluntariamente el trabajo sexual. Y lo vive en términos de opción laboral, o sea,como una actividad que realiza durante unas horas al día, para nada como una identidad esencial y permanente . Lo digo porque incluso ha probado otros trabajos dentro de sus posibilidades que son limitadas. Estuvo un tiempo contratada en una panadería, y se despidió justamente por no tolerar muchas de las situaciones abusivas que se aguantan comunmente en numerosos ámbitos laborales, en los que como comenta Marien también puede haber una desigualdad manifiesta que a menudo afecta al género (horarios abusivos con tiempo extra no remunerado, realizar tareas de limpieza que no le correspondían por contrato, soportar gritos y malas maneras de la encargada, etc). Es decir, que además de los motivos y la voluntariedad o no de entrada en la prostitución, hay que tener en cuenta los motivos y la voluntariedad de permanencia. Puede haber trayectorias e historias bien distintas.

Respecto a que una mujer entre en prostitución porque el sistema la haya caracterizado y estigmatizado previamente como puta (por tener un comportamiento sexual fuera de las normas, por ser madre soltera, por ser una mujer sola sin tutela masculina -ni marido, ni padre, ni hermanos-, etc), garantizando así la existencia de un contingente de mujeres a su disposición para tal uso, sabemos que históricamente ha pasado. Pero también sabemos que las únicas alternativas entonces eran el matrimonio con un hombre o con Dios, opciones éstas que según los casos ofrecerían distintos, y muchas veces menores(depende de los casos), márgenes de resistencia. No sé si hoy por hoy la mayoría de mujeres se inician por estas circunstancias. Teniendo en cuenta que hablamos de un 90% o más que proceden de la inmigración internacional, parece que muchas vienen a nuestro país con la idea de dedicarse a otros menesteres, pero se decantan por el trabajo sexual porque el servicio doméstico suele ser la única posibilidad recurrente y no da para cubrir ciertas expectativas (que son personales) en un tiempo limitado. Otras, en efecto, llegarán directamente con la idea de ejercer: algunas ya lo habrían hecho antes y algunas no. No sé cuántas de ellas se habrían apartado previamente de ciertas normas condicionando así su decisión, habrá otro tanto, claro.

En cualquier caso, las concepciones funcionales del estigma a veces no reparan en los procesos por los que se imponen los significados. Es decir, el “desviado”, en este caso la “desviada”, puede ser una persona que transgrede ciertas normas sancionadas por grupos hegemónicos, que son los que cuentan con la capacidad de imponer las reglas cuya vulneración hará del infractor un desviado (y será estigmatizado como tal).

Marta dijo...

Por tanto, la desviación no es una cualidad inherente a los individuos y a sus actos que amenaza el orden social vigente, sino una persona propicia a ser calificada así por haber transgredido ciertas normas. Y aunque esa persona pueda no compartir los valores implícitos en dichas normas, el trato dispensado por los otros y el carácter integrado de las convenciones sociales (si has transgredido una norma se da por hecho que las puedes transgredir todas), pueden confluir en un proceso de reorganización de la identidad en torno a la actividad desviada de que se trate (la prostitución), que dé lugar a la creación de subculturas marginales. Y ya tenemos la profecía autocumplida. Supongo que con lo de las identidades reactivas te refieres a esta posibilidad, y seguro que en muchos casos no te falta razón. Pero es justamente por esto, creo yo, por lo que el mismo feminismo pro-derechos (o algunos sectores) insiste en que no se debería hablar de prostitutas sino de trabajadoras sexuales. Porque prostituta es una etiqueta que designa una identidad, una serie de cualidades supuestamente esenciales y diferenciales de un tipo de mujer. Es decir, una identidad estigmatizadora e integral que convierte a algunas mujeres en seres hipersexualizados a tiempo completo, que por tanto no pueden ser ninguna otra cosa (de hecho, hay quienes consideran que no pueden ser madres o buenas madres, hijas, amigas, novias, esposas...). Y al menos en los casos que conozco, la mayoría de mujeres no son prostitutas a tiempo completo sino que trabajan de prostitutas, que es otra cosa. Y a veces adoptan ciertas actitudes, apariencias o comportamientos como parte de un rol mientras ejercen, y después cambian de piel. Y precisamente como hay quien no lo entiende, están obligadas a llevar una doble vida.

En lo de que para combatir el estigma de la puta no hace falta ser una trabajadora sexual, estamos de acuerdo. De hecho, puestos a ser subversivos, siguiendo la misma lógica de alguien como Bea Espejo, sería infinitamente más liberador transgredir ciertas normas sin cobrar que cobrando. Y es evidente que muchas mujeres lo hacen. Pero es que Asturiano, a lo mejor a Marien le gusta su trabajo, o no le disgusta independientemente de su provocación hacia la sociedad bienpensante. No sé, habría que preguntárselo a ella... Y bueno, al margen de Marien, a la que deseo que pueda hacer lo que quiera y cuando quiera, lo cierto es que ya puedes tener mil años de formación y tres carreras, que para muchos empleadores de este sistema tan justo e igualitario con 35 años empiezas a ser un desecho. Claro que siempre queda el funcionariado:-).

Anónimo dijo...

De asturiano:

Para Marta:

Creo que más o menos me entendiste lo que quise decir en relación a las 'identidades reactivas'.

Pero sobre esto que has escrito:

"Pero es justamente por esto, creo yo, por lo que el mismo feminismo pro-derechos (o algunos sectores) insiste en que no se debería hablar de prostitutas sino de trabajadoras sexuales. Porque prostituta es una etiqueta que designa una identidad, una serie de cualidades supuestamente esenciales y diferenciales de un tipo de mujer."

yo, poniéndolo en relación con el tema de las 'identidades reactivas', te podría replicar que entonces esa nueva reasignación de identidad a las 'prostitutas' como 'trabajadoras del sexo' supone la asignación de una identidad social, al fín y al cabo (lo mismo que otras identidades como pueden ser la de 'ingeniero', la de 'jueza', la de 'camarera', la de 'jardinera', etc. Unas nuevas identidades sociales para esas mujeres que precisan para su cumplimiento o realización de los hombres, y, sobre todo de unos 'hombres clientes', a los que parece inevitable asignarles una serie de características identitarias que les hacen estar necesitados de 'La mujer'. Unos hombres que a mí se me aparecen con frecuencia como 'hombres infantilizados' u hombres que son 'eternos niños'. ['Cliente X' quizás sería una excepción].
No sé, quizás lo estoy simplificando demasiado y me estoy equivocando, pero es que no acabo de ver nada clara la idea del 'trabajo sexual'.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Ibán, ahora te entendido mejor, rspecto a lo de identidad reactiva.

Te aclaro también yo respecto a esto
"tú deberías tener el proyecto o, al menos, la ilusión, de trabajar en algo relacionado con esto en lo que te has formado, un trabajo más normalizado y reconocido socialmente que la 'prostitución'
A mí me parece que si una mujer que ha sido oferente y que ha reflexionado críticamente sobre el problema del 'estigma de puta', ante propuestas de un trabajo diferente que se le pudieran presentar y con las que podría sentirse realizada"

Ya ves que tengo el proyecto y la ilusión, por eso sigo estudiando y fomándome. Digamos que como estoy a gusto y me la paso bien ejerciendo la prostitución,y me deja tiempo libre a la vez que me permite ganar dinero y además me siento realizada con la vida que llevo. Mientras no encuentre otro trabajo que me "llene" y me pueda expresar como yo quiero", voy a seguir, aunque me imagino que antes los clientes se cansarán de mi ya que soy "vieja";-)))

Te aseguro que no es una "rebeldía" para "fastidiar" al resto de la sociedad. Pero si quiero dejar claro que tal y cómo se puede constatar es una opción tan válida como otra cualquiera. Muy tonta sería si esa fuera mi actitud, soy yo la que tiene que ser feliz, independientemente de lo que piensen los demás. Sería mujy masoca porque ya ves que las consecuencias del estigma las tengo que aguantar.

Anónimo dijo...

Releyendo no sé si he sido capaz de transmitir el mensaje que quiero dar. Y a lo mejor si que se interprenta como identidad reactiva.

A ver si me explico mejor.

La prostitución no la tengo que dejar porque no sea un trabajo normalizado y no esté reconocido socialmente.
La tengo que dejar el día que yo lo considere oportuno igual que en su día tome la decisión de dejar otros trabajos, aara mejorar mi situación (fuese por horarios o sueldos) o de ponerme a estudiar porque tenía inquietudes

Además (esto si que es rebeldía total y absolta) Maldigo al que se inventó, el que sea,que el trabajo, es uno de los ámbitos por los que tengamos que realizarnos como personas,(el trabajo dignifica, el trabajo os hará libres) esto ha sido una engañifa para que los poderosos y los que tienen la propiedad de los recursos nos tengan atados, y controlados. El habernos creído esto y haberlo idealizado, es lo que ha comportado y comporta tantas frustraciones.
El día que realmente todos y todas tengamos las mismas oportunidades, entonces hablamos.

¡qué a gusto me he quedado!

Cliente X dijo...

Estoy por prohibir los comentarios anónimos porque, aunque yo sepa que eres tú -Marien- la que has escrito, otros no. ¿Tanto cuesta poner el nombre o entrar con la cuenta? No me gusta ponerme así pero como sabeis uno de mis defectos es que soy muy organizado (en esto, para otras cosas soy un completo caos).

Anónimo dijo...

Si que cuesta cliente X, si, ya sabes que no tengo tiempo de nada.
Y es más fácil no tener que escribir todo.
También el problema es que ya estamos entre "coleguis" y me "olvido hasta de firmar"

en fin asumo el mea culpa y ya procuraré que no pase más
Montse

Marta dijo...

Hola Asturiano:

Cuando decía que las concepciones funcionales del estigma son peligrosas porque no dan cuenta de los procesos por los que se considera a alguien “desviado” (tremenda palabra, que viene a designar una patología), y como consecuencia se le estigmatiza, me refería a algo de lo que alertaron los teóricos del etiquetaje social. O sea, que el problema es que aunque muchas trabajadoras sexuales en base a su experiencia no compartan los significados que se atribuyen a sus actos, ni se adhieran a los valores implícitos en las normas que transgreden, el estigma cumple una importante función de silenciamiento y exclusión. Y como “los normales” son quienes tienen la hegemonía para imponer la definición de la situación, condenándolas a la marginalidad, en ocasiones y como consecuencia de una PREVIA MARGINACIÓN se forman subculturas específicas y se confirman las peores sospechas de las almas bienpensantes. Ahora bien, se puede pensar que los márgenes, al definir los límites de algunas estructuras, permiten su mantenimiento (sin estigmatizados no hay normales que valgan, los necesitan para existir y para pensarse a sí mismos), o se puede poner el acento en su potencial a la hora de cuestionar dichas estructuras, tal y como hace Juliano cuando afirma de las prostitutas : “En cuanto sector estigmatizado son no un pilar del sistema patriarcal sino una cuña insertada en el mismo. Como todas las cuñas, puede servir para mantener la estructura del sistema mientras nadie la mueva, mientras esté quieta, pero apenas se mueva un poco puede hacer venir abajo todo el andamiaje” (“ El peso de la discriminación: debates teóricos y fundamentaciones” en Raquel Osborne [de.], Trabajadoxs del sexo. derechos, migraciones y tráfico en el siglo XXI. p.46)


Más cosas. 'Trabajadoras sexuales' si quieres designa una identidad social o laboral, vale. Pero es que tiene connotaciones muy distintas a lo que el imaginario suele vincular a una prostituta. Prostituta define lo que se conoce como un 'master status', o sea, una única identidad globalizadora que excluye todas las demás dimensiones de un individuo o roles que pueda desempeñar, o los/las supedita a ella (en sentido negativo). Es una etiqueta que no remite tanto a la realización transitoria de una actividad o al ejercicio de un trabajo (que como tal se puede abandonar por otro), como a una condición ontológica, pues designa el extremo negativo de dos modelos de feminidad que aparecen como radicalmente enfrentados, y de ahí el estigma: mujer mala hipersexualizada sin capacidad de autocontrol corporal y moral. De hecho, resulta curioso ver cómo a algunos clientes de los foros de sexo de pago les revienta el término 'trabajadoras sexuales' o incluso aceptar que algunas profesionales se definen y reivindican sus derechos en esos términos; o cómo en algunos conflictos vecinales por la presencia de prostitutas en sus calles, se da por hecho que cualquier hombre puede ser confundido con un cliente potencial, pero no que cualquier mujer pueda ser confundida con una prostituta, lo cual, cuando pasa, les resulta insólito : algo esencial, alguna cualidad inherente a sí mismas, tendría que diferenciar a una mujer de otra. Y obviamente, no es así.

Respecto a los clientes que criticas, creo (y ya lo he dicho), que el cambio en la imagen social de las prostitutas (mujeres normales y corrientes que durante unas horas al día ejercen una actividad, y no seres hipersexualizados y viciosos), su reconocimiento como sujetos de derecho (y no como objetos vulnerables ) y la deconstrucción del estigma que les devuelva la voz, pudiendo contribuir a redifinir su función o funciones, probablemente también desalentarían algunos de los usos de la prostitución.

Marta dijo...

Carla Corso hizo una importante crítica de muchos de sus clientes. Me consta que la has leído. En un momento dado dice que incluso se sintió culpable por confirmar algunas de sus expectativas (de los clientes, digo), contribuyendo a reafirmar modelos de masculinidad que le resultaban patéticos. Y luego se pregunta hasta qué punto debe atribuirse ella tanta responsabilidad. Y es que, digo yo, por un lado las esposas de dichos clientes o la institución del matrimonio (eran casados), si nos ponemos así, también apuntalaban, en estos casos concretos, esos mismos modelos de masculinidad basados en la contraposición entre la esposa y la puta. Y lo que hay que explicar es por qué narices se le pide a la prostitución y no a otras instituciones (pues cualquiera perteneciente a un sistema determinado estará atravesada por las estructuras de dominación de género, de clase, etc. que forman parte de ese sistema y, si asumimos la perspectiva estructural-funcionalista estricta con que se interpreta la prostitución, contribuirá a su sostenimiento) que lleve todo el peso a la hora acabar con el patriarcado, la desigualdad de género o lo que sea de lo que se la responsabilice. Y la respuesta en el caso de las posturas abolicionistas parece ser que detrás de una supuesta teoría política feminista, o además de dicha teoría, lo que hay muy a menudo es un planteamiento moral determinado sobre la sexualidad, a la que se le concede un peso desmesurado en el mantenimiento de la desigualdad de género sin explicar este agravio comparativo. ¿Por qué se asume que el resto de instituciones han podido adoptar significados distintos con el paso del tiempo sin haber sido abolidas y esto resulta inconcebible en el caso de la prostitución?

Y pregunto también, dado que aún nadie lo ha sabido responder: ¿Por qué legalizamos el trabajo doméstico femenino remunerado? ¿no confluyen también el patriarcado y el capitalismo en la mercantilización de esta actividad?

Saludos

Anónimo dijo...

De asturiano:

Para Marta:

Sólo comentando algo de lo que apuntas:

"Y lo que hay que explicar es por qué narices se le pide a la prostitución y no a otras instituciones [...] que lleve todo el peso a la hora acabar con el patriarcado, la desigualdad de género o lo que sea de lo que se la responsabilice."

Yo creo que quizás en este punto no debamos responsabilizar tanto a la prostituición en tanto que 'institución social' como a (quizás) algunas de las personas que se dedican a esta actividad: a aquellas que teniendo opciones laborales alternativas dignas a las que dedicarse, permanecen en la 'prostitución' realizando dicha actividad con 'mala fé', esto es: sospechando o teniendo la certeza de que la mayor parte de los hombres que son sus clientes mediante la práctica de relacionarse con ellas en ese contexto de relaciones sexuales y sexo-afectivas pagadas, lo que pueden estar haciendo es apuntalar determinados modelos patriarcales y no igualitarios de ser varón.
Mo obstante, el problema con este planteamiento, es que me parece que son pocas las mujeres [o transgéneros u hombres] oferentes que parecen darse cuenta de esto a partir de sus experiencias con esos hombres clientes. El ejemplo -ya conocido- de Carla Corso y la desagradable sorpresa que se llevó cuando investigó a algunos de sus clientes, apuntaría a esta dificultad.

Cliente X dijo...

Sí que os gustó la entrada, vaya sorpresa… Lamento no haber podido responder hasta ahora. Seguramente me deje muchas cosas en el tintero, pero como siempre ya me las recordaréis.

A ver, Marta me plantea el tema de los barrios rojos. En principio nosotros podemos mantener una posición contraria, porque estaría restringiendo la prostitución a unas zonas delimitadas. Sin embargo la realidad es que las propias prostitutas son favorables a ellos porque es donde se trabaja. Los clientes “saben” dónde las pueden encontrar, resulta más cómodo para todos tener una zona conocida donde poder contactar. El centro suele ser la zona de tolerancia por excelencia ya que resulta fácilmente accesible, pasan muchos turistas (potenciales clientes), existe fuerte presencia policial (esto es una ventaja únicamente para la administración, que así las tiene controladas), existen infraestructuras de apoyo necesarias (desde restaurantes para comer a pensiones para atenderse, pasando por farmacias para adquirir preservativos, lubricantes y otro material logístico), etc.

Otro punto es la negociación entre actores. Sería lo ideal, pero para lograrlo hemos de estar organizados. Una negociación es una cuestión de fuerza, de presión, no de un debate racional y desapasionado. Hablamos de la calle del siglo XXI, no del parlamentarismo del XIX. Hoy por hoy somos “el rival más débil” y por lo tanto seguirán dándonos estopa por todos lados hasta que espabilemos, la igualdad de condiciones la tenemos que buscar nosotros, no nos la van a dar ellos.

Coincido en el análisis de Bea Espejo en que la prostitución resulta transgresora por el conjunto de prácticas y tipo de relaciones que promueve, pero que lo sería mucho más si no se cobrase. Yo la defiendo por el mismo motivo, considero que la prostitución es una auténtica “punta de lanza” de la liberación sexual y que acabará “muriendo de éxito” al contagiar al resto de la sociedad. Acabaremos teniendo una sociedad sin prostitución, pero hija de ella. Como tantas otras instituciones su significado ha ido modificándose, y en la actualidad en lugar de sostener a lo que se denomina como “sistema patriarcal” resulta ser su peor amenaza.

Con Iván ya he hablado de la igualdad de relación entre cliente y prostituta. Es un acuerdo voluntario entre ambas partes, o incluso favorable a la mujer: como han dicho varias de ellas (por ejemplo la propia Gisélidis Rèal) la “parte fuerte” es la mujer porque es la que pone sus condiciones y límites. Por lo general sólo se hace lo que la chica quiere, si bien es cierto que nosotros tenemos la libertad de volver o no con ella así que existe un cierto incentivo a que nos ofrezcan un buen trato. Pero por el mismo motivo nosotros también tendemos a ser amables y considerados con ellas, ya que si esperamos volver a verlas querremos que la experiencia nuevamente sea gratificante. Es algo positivo para ambas partes, por lo que por regla general este tipo de relaciones suelen estar presididas por el respeto mutuo, la educación e incluso por el cariño.

Desconozco hasta qué punto algunas mujeres puedan sostener esa “identidad reactiva”, pero yo no considero que sea algo negativo. Ante una ofensa tú tomas la decisión de plantar cara en vez de amilanarte. Yo no sólo no me avergüenzo de ser tachado de “putero”, sino que he aprendido a apreciar esta categoría, cada vez que soy insultado de esta manera me adscribo más a ella. ¿Rebeldía? ¿Defensa del débil? ¿Encanto del perdedor? Habrá un poco de cada, pero no es algo exclusivamente nuestro, si no que se lo pregunten a los colchoneros…



Cliente X, un putero liberado

Marta dijo...

Cliente X, ¿qué entiendes tú por "liberación sexual"? Es que a veces te pones de un mesiánico...¡que pasamos de Málaga a Malagón, hombre:-)!
Un saludo

Marta dijo...

Otra cosa suelta, por lo de los barrios de tolerancia:
Si lo que decía es que, aunque se esté en contra de la acotación por intervención pública de ciertas zonas, lo cierto es que esto, en la práctica y de modo oficioso, ya se hace a base de presión policial. Aquí también ha habido siempre trabajadoras sexuales en el centro (de calle y de bar), lo que pasa es que los centros históricos de muchas ciudades a menudo han sido zonas depauperadas, donde la prostitución no molestaba (a la vista de la gente de bien, que de vez en cuando hacía sus incursiones para regresar después a salvo a sus barrios de Yupi) y por eso era tolerada. Cuando en esos centros se han iniciado procesos de reforma con su consecuente especulación urbanística, seguía interesando que hubiera prostitutas porque abarataban precios del suelo. Luego ya, cuando se va culminando la "regeneración", no suelen interesar tanto, y entonces se mete la policía a saco. Presión y desplazamiento a otras zonas, muchas veces periféricas (otras no), sin farmacias, ni bares, ni meublés en condiciones, ni iluminación, ni nada.

Así que si los liberales se oponen a los barrios de tolerancia,entiendo que se opondrán también a la presión policial para zonificar (pero en la práctica no sé yo...), luego las protiutas deberán ejercer donde les plazca, ¿no?. Y como dices, lo mejor son las zonas concurridas y con servicios.

Cliente X dijo...

Por mi parte no sólo no objeto nada a que las prostitutas se situasen en cualquier parte, sino que me parecería estupendo ¡ni una esquina sin su puta! Sin embargo como mencioné es beneficioso para ellas mismas encontrarse en una zona con más compañeras, porque así están más seguras, se entretienen hablando con las amigas, se crean negocios paralelos como pensiones y tienen acceso a una mayor cantidad de clientes.

¿La presión policial? Pues es una mierda, pero es lo que hay. Me jode reconocer que bastantes chicas son favorables a la regulación de facto que imponen las fuerzas de seguridad. Argumentan que así se protegen de los vecinos, que es más barato pagarles a ellos que a un club o ir a medias en un piso, que evitan que haya demasiada competencia al establecer horarios y límites a la cantidad de chicas en la calle (parecen no ver que sus rivales no son las otras chicas de la calle, sino las que trabajan en otros ámbitos), o que salvaguardan su salud al sacar del trabajo a aquellas que enferman.

Para acabar te contesto qué concibo yo como “liberación sexual”. Voy a responderte con ejemplos en vez de con una disertación teórica, que se ve mejor. ¿Leíste a Marien en “100 españoles hablan de sexo”? Contaba que si un hombre la quería no la pediría que dejase de ejercer la prostitución. ¿Viste en el reciente programa de Banda Ampla a Mónica Coronado? Afirmaba que, frente a la creencia generalizada, a ella no la molestaría lo más mínimo que su hija fuese puta. Es a cosas como éstas a las que me refiero, cuando yo oigo hablar a las prostitutas veo que se ha ido produciendo una TRANSFORMACIÓN directamente derivada del ejercicio de la prostitución tal y como afirman los abolicionistas, sólo que en sentido opuesto. Han ido abriendo sus mentes, externalizando su sexualidad, cuestionándose viejos y sólidos tabús, han logrado ABRIR LOS OJOS. Se han liberado sexualmente gracias a la prostitución, de ahí el título de mi blog: “espacio sexual liberado”. Las concepciones tradicionales sobre sexualidad y prostitución como son que ésta es una actividad indigna, que si amas a otra persona no puedes soportar que se acueste con otros, que es natural no desear que un familiar se prostituya, etc son confrontadas por ellas. Ésta subversión de valores creo que es la que está detrás del temor existente hacia la prostitución.



Cliente X, siempre contracorriente

Montse Neira dijo...

Hablando de indentidad reactiva. Para quien no termine de entender el concepto y como se llega a concretar...
Yo no me considero ni catalana ni española siempre digo qwue soy "terraquea" porque he nacido donde he nacido por purito azar. Pero al final me voy a volver catalanista de pro. Mira que el sr. Jimenez Losantos decir que para los"nazistas catalanes" españa son los judíos..

Si a las prostitutas se nos atacan, nos defendemos como sabemos y podemos. (como los que residimos en Cataluña) que ya está el escarnio que estamos recibiendo por todos lados.

Marta me estás ayudando mucho con lo que explicas y como lo explicas ya que todavía tengo mucho que aprender en "redacción académica".

Respecto a esta "mala fe" que se nos achaca a las prostitutas reproducciendo roles machistas..
es que no voy a cansarme de decirlo es qu esto está pasando en todos lados, en cine mirar LUNA NUEVA, y que está atrapando a los adolescentes.

hace poco tuve la oportunidad de hablar con una chica que da clases de educación sexual en los institutos y me comentó que "no te puedes ni imaginar la de chicas que hay -adolescentes- que fingen orfgasmos, y si que lo sé porque lo puedo constatar con las amigas-conocidas y saludadas.

No es un porblema sólo de las relaciones de pago son todas de ahí en que siempre estoy inssistiendo en que se ha de educar desde muy jóvenes y que de nada sirve que haya prostitutas que "enseñemos" a los hombres a cambiar esquemas, si luego se enrrollan con una compañera de trabajo y "finge".

¿Porque será que tengo siempre la sensación de que las prostitutas somos el chivo expiatorio de todos estas, no se cómo "llamarlo"?

Montse Neira dijo...

Jopetas Ibán:

"a aquellas que teniendo opciones laborales alternativas dignas a las que dedicarse, permanecen en la 'prostitución' realizando dicha actividad con 'mala fé', esto es: sospechando o teniendo la certeza de que la mayor parte de los hombres que son sus clientes mediante la práctica de relacionarse con ellas en ese contexto de relaciones sexuales y sexo-afectivas pagadas, lo que pueden estar haciendo es apuntalar determinados modelos patriarcales y no igualitarios de ser varón."


Es que esto no sé porqué me suena como hasta conspiración.

Es que entonces tendríamos que menciaonar a todas aquellas mujeres (y criticarlas igualmente) que mantienes relaciones con hombres como Bertín Obsborne, Julio Iglesias etc etc, y anda que no son solicitados.

Y ya nos dedicamos a una actividad "digna", es que este discurso hay que cambiarlo...

Montse Neira dijo...

Cioran ha escrito que la mujer pública es la criatura menos dogmática:

“Vivir sin convicciones respecto a los hombres y a ella misma, esa es la gran enseñanza de la prostitución, academia ambulante de la lucidez”.

Anónimo dijo...

De asturiano:

Montse, has escrito:

"¿Porque será que tengo siempre la sensación de que las prostitutas somos el chivo expiatorio de todos estas, no se cómo "llamarlo"?"

Espero que el planteamiento crítico que he hecho en el anterior comentario sobre lo problemático que puede ser la prostitución como 'trabajo sexual', en lo que se refiere a que dicha actividad necesita de nosotros los varones para su realización o cumplimiento no lo entiendas de esta manera que apuntas: no creo que con esta problematización esté convirtiendo a las 'prostitutas' en 'chivos expiatorios':

Aunque no lo tengo muy claro, sólo he planteado que, en el caso hipotético de que existieran algunas mujeres (o personas) oferentes que gracias a su capacidad crítica, lucidez, o lo que fuera, se hubieran dado cuenta, si acaso, de que una porción de los hombres que se relacionaban con ellas habitualmente en contextos de prostitución, estarían cumpliendo con dicha práctica un modelo de masculinidad patriarcal, no igualitario, sexista o androcéntrico, alienante para ellos, infantilizador, o que no les permitiese evolucionar, entonces, a mi juicio si tales mujeres continuaran relacionándose con esos hombres -por la sola razón de no perderlos como clientes-, posiblemente estarían obrando con mala fé (en el sentido sartreano) con esos hombres, y entonces podríamos exigirles algo de responsabilidad desde el punto de vista de la idea de Igualdad. De un modo semejante -según lo entiendo- que podemos juzgar críticamente al propietario de un establecimiento de bebidas alcohólicas (bar, vinatería, sidrería, whiskería, restaurante, que, conociendo que uno de sus clientes se emboracha habitualmente, le sirve alcohol a éste, cada vez que éste se lo pide.

Por otra parte, quiero recordar que yo siempre me he manifestado a favor de la idea de que somo los varones los primeros que debemos responsabilizarnos de nuestros actos en lo que respecta a las relaciones con las mujeres, incluídas las relaciones que acontecen en contextos de prostitución. Siempre he dicho que posiblemente la mayor parte de los hombres que son clientes(habituales) debieran hacer algún tipo de auto-examen y auto-crítica de sus conductas de demandar y consumir prostitución y los modelos de masculinidad que puede esconder dicha práctica (paternalismo, posible sexismo, excesiva cosificación y erotización de las mujeres, mixtificación/idealización de algunas mujeres, procesos de auto-infantilización), así como igualmente de las formas de relacionarse con las mujeres en otros contextos: institución del noviazgo/matrimonio, contexto familiar y laboral, relaciones con las mujeres en general...

Espero que ahora se me haya entendido algo mejor.

Anónimo dijo...

Aclaración para Montse:

"Y ya nos dedicamos a una actividad "digna", es que este discurso hay que cambiarlo..."

A lo que me refería era a la circunstancia en que a la mujer oferente se le presente una alternativa laboral digna, ya que por lo que sabemos la mayoría de esas alternativas para las mujeres en situación de prostitución no suelen serlo -normalmente suelen ser: trabajos en los que se las explota y/o no se gana lo suficiente, ocupaciones muy poco interesantes o trabajos en que el trato dispensado por el empleador es rechazable.

Un saludo cordial.

Montse Neira dijo...

Gracias por contestar Ibán, te había entendido, pero es que siempre pongo enfásis en lo mismo,. Porque no sólo es en el ámbito de la prostitución en el que se dan los casos "de mala fe".
Y esto es lo que se ha de saber y no ehar la culpa solamente a lo que sucede en el entorno de la prostitución.
Mira por ejemplo, si no conoces casos en tu entorno real en que la mujer actue de mala fe con su marido, la pélicula "Muriel" :

"
"Aunque a menudo se culpabiliza a los hombres como colectivo del mantenimiento de la cultura del patriarcado, por el hecho de ser ellos quienes están en situación de poder en la relación de desigualdad y, por ello, gozan de privilegios, el papel de las mujeres en reproducir dicha estructura también debe ser tenido en cuenta. Muriel y su madre, por ejemplo, ilustran como se comportan las mujeres siguiendo las pautas patriarcales: por un lado, Muriel obsesionada por cumplir con las expectativas que se le asignan como mujer (casarse); y por otro lado, la madre, absolutamente subordinada a lo que diga y quiera el marido, obedeciendo órdenes sin rechistar y soportando la humillación hacia ella y hacia sus hijos e hijas. Pareciera que ha perdido por completo su autonomía personal y la capacidad de pensar y hacer cosas por si misma, con excepción de quitarse la vida cuando su marido la abandona"

Por eso he comentado que tengo la sensación de que las prostis seamos "chivo expiatorio o cabeza de turco" (no sé si es exactamente lo mismo. Porque las demás mujeres también lo hacen y no encuentro ningún estudio, ni ensayos que reflejen esto, tanto como en prostitución.

Ya vistéis el artículo de Tribuna que os envié, y como los comentarios de los lectores, en la mayoría, se le ehan encima (al articulista) por "culpabilizar a la mujer" de seguir reproduciendo roles desigualitarios.

Es decir, quiero que se critique constructivamente- igual a cualquier mujer, que "actúe de mala fe".

Anónimo dijo...

De asturiano:

Ahora, con los ejemplos que pones, creo haberte entendido con lo que quieres decir.

Supongo que empiezo a comprender y comparto este convencimiento al que llegas de que:

"Por eso he comentado que tengo la sensación de que las prostis seamos "chivo expiatorio o cabeza de turco" (no sé si es exactamente lo mismo. Porque las demás mujeres también lo hacen y no encuentro ningún estudio, ni ensayos que reflejen esto, tanto como en prostitución."

Los roles patriarcales también pueden ser reproducidos y ejercidos por las mujeres -y no sólo por los hombres- y además en contextos diversos -no sólo en la prostitución.

Anónimo dijo...

De asturiano:

Ahora, con los ejemplos que pones, creo haberte entendido con lo que quieres decir.

Supongo que empiezo a comprender y comparto este convencimiento al que llegas de que:

"Por eso he comentado que tengo la sensación de que las prostis seamos "chivo expiatorio o cabeza de turco" (no sé si es exactamente lo mismo. Porque las demás mujeres también lo hacen y no encuentro ningún estudio, ni ensayos que reflejen esto, tanto como en prostitución."

Los roles patriarcales también pueden ser reproducidos y ejercidos por las mujeres -y no sólo por los hombres- y además en contextos diversos -no sólo en la prostitución.

Anónimo dijo...

De asturiano:

En el comentario que dejé el día 27, cuando me he referido a que los varones deberíamos responsabilizarnos de nuestros actos en las relaciones que mantenemos con las mujeres en todos los ámbitos, y a que deberíamos hacer más reflexión autocrítica, cuando he apuntado algunos ejemplos de rasgos de masculinidad que podrían estar subyaciendo en una buena parte de los hombres que recurren al sexo de pago y que deberían ser cambiados -ejemplos como los siguientes:

"... (paternalismo, posible sexismo, excesiva cosificación y erotización de las mujeres, mixtificación/idealización de algunas mujeres, procesos de auto-infantilización),..."

me olvidé de añadir algunos rasgos o características que también podrían estar presentes en algunos de esos hombres de modo significativo:

búsqueda de un sentimiento de 'ser importante' en la relación con esas mujeres a las que se paga; afán narcisista. Este narcisismo, en lo que tiene que ver con la realización de la sexualidad, el sociólogo Gilles Lipovetsky lo relaciona con el individualismo y el consumo, propios de nuestra época y nuestras sociedades. Separación entre sexo y sentimiento; sexo con total desapego. [Tomado del ibro de Rafael López Insausti y David Baringo: "Nadie va de putas: El hombre y la prostitución femenina"; pág. 32].

Lo grave de dicho rasgo narcisista es que me parece que se daría de un modo mucho más importante en los varones que en las mujeres, y no sólo en la prostitución; también en otros ámbitos.

Anónimo dijo...

De asturiano:

Marta, uno de los comentarios que realizas a esta entrada, lo terminas con la siguiente pregunta:

Y pregunto también, dado que aún nadie lo ha sabido responder:

¿Por qué legalizamos el trabajo doméstico femenino remunerado?, ¿no confluyen también el patriarcado y el capitalismo en la mercantilización de esta actividad?

Suponiendo que en el trabajo doméstico femenino remunerado confluyen el patriarcado y el capitalismo, entonces se me ocurre, al menos una diferencia importante entre el trabajo que pueden realizar las trabajadoras domésticas empleadas por terceros y el trabajo que desarrollan las mujeres en la prostitución.
En la prostitución el trabajo de las mujeres consiste precisamente en establecer relaciones con sus "empleadores", con los hombres que las pagan a ellas por el establecimiento de una relaciones (de naturaleza sexual o sexo-afectiva). Así pues, en la 'prostitución' -relaciones sexuales pagadas- ocurre algo que, "a priori" no suele ocurrir en el trabajo doméstico remunerado: el patriarcado -"asociado" con el capitalismo- sólo se termina de plasmar o concretar por la mediación directa y personal de los varones.
Y esto la mayoría de los hombres con uso de razón que han acudido alguna vez lo han debido sentir [independientemente de que se hayan comportado con la mujer a la que contrataban correctamente].


-Para Montse:

Has escrito:

"Cioran ha escrito que la mujer pública es la criatura menos dogmática:

“Vivir sin convicciones respecto a los hombres y a ella misma, esa es la gran enseñanza de la prostitución, academia ambulante de la lucidez”."

Bueno, no digo que esta afirmación de ese autor contenga algo de verdad, pero tengamos en cuenta también que Ciorán ha sido un escritor que

"Fascinado por instaurar un pensamiento a contracorriente, en el cual el cinismo tiene un lugar preponderante, escribió su obra aforística sin concesión alguna."
(...) Aunque muchas veces abogue por la nulidad de la vida, lo que cree es que los caminos que el hombre toma son casi siempre equivocados. Su palabra favorita: perecer. Su arma de destrucción masiva: la palabra, que es también la curación de todos los males. “Los charlatanes no frecuentan farmacias”[cita requerida].
Desprecia trabajar, tomar posicionamiento, tener que explicarse cuando se contradice y conceder entrevistas. No le gusta hacer planes (ya que todos son inútiles), desprecia a la mayoría de la gente..." [fragmentos tomados de la Wikipedia].

Por tanto, aunque no he leído a Emil M. Ciorán, me parece que este autor se decantó por un pensamiento tremendamente pesimista y nihilista, por lo que creo que deberíamos tener cuidado a la hora de validar sus aforismos.

Montse Neira dijo...

Respecto a esto:
En la prostitución el trabajo de las mujeres consiste precisamente en establecer relaciones con sus "empleadores", con los hombres que las pagan a ellas por el establecimiento de una relaciones (de naturaleza sexual o sexo-afectiva). Así pues, en la 'prostitución' -relaciones sexuales pagadas- ocurre algo que, "a priori" no suele ocurrir en el trabajo doméstico remunerado: el patriarcado -"asociado" con el capitalismo- sólo se termina de plasmar o concretar por la mediación directa y personal de los varones"

Normalmente es servicio dómestico lo contratan las mujeres y sustituye al trabajo que deben hacer mujeres porque no quieren o no pueden realizarlo porque tienen otro trabajo que les "realiza" o les reconforta más...Así las cosas, moralmente hablando que es peor ¿que el patriarcado lo reproduzcan los hombre o las mujeres? porque que yo sepa no se contrata a hombres para el servicio doméstico, a lo sumo mayordomos y no es lo mismo.

Que lo que haya escrito Ciorán sea criticable de acuerdo a otros puntos de vista no quiere deciar que se tenga que invalidar todo lo que dice. Las cosas no son blancas o negras, ni buenas ni malas. No hay nadie perfecto.

Y su observación respecto a las prostitutas tiene muho de realidad. es decir se puede comprobar empiricamente a poco que se observe

Montse Neira dijo...

Por cierto he mirado que quiere decir nihilista (porque no lo tenía muy claro) y no es una cncepción tan negativa:
Más bien es el hecho de ir contra dogmas. onsidero que hay que ir con mucha prudencia y no hacer juicios de valor así como así

http://es.wikipedia.org/wiki/Nihilismo

Al final de lo que se trata es de que las referencias que tenmos de los grandes pensadores y que han ido marcando las construcciones scilaes y culturales, las ideologías etc. se puedan contrastar con lo que vamos observando en nuestra vida cotidiana.

asturiano dijo...

Montse,

el 'nihilismo' es una forma de pensamiento demasiado 'irracionalista', lo mismo por ejemplo que algunos existencialismos como el del filósofo Kierkegaard.

Según mi parecer funcionar en un mundo como el nuestro con estas formas de pensamiento puede desmoralizar a las personas que lo portan y el aislamiento y la no aportación de casi nada constructivo a la sociedad. Un personaje popular televisivo, que a mí me parece bastante nihilista es Coto Matamoros -y ya ves que tipo de personalidad tiene. [No estoy diciendo que Coto Matamoros sea una mala persona o tonto; que a mí no me lo parece, pero sí me parece que puede estar algo alienado, debido a su nihilismo y a su rechazo de casi todo lo que él considera que hay en nuestra sociedad, que para él sería prácticamente todo miserias humanas o realidades relativizables... seguro que muy a su pesar. Y el problema está en que quizás ahora este personaje ya no puede o no sabe desprenderse de ese nihilismo. [NOTa: Coto habló en los últimos tiempos de la posibilidad de suicidarse. No lo olvidemos.
Un saludo.

asturiano dijo...

"Así las cosas, moralmente hablando que es peor ¿que el patriarcado lo reproduzcan los hombre o las mujeres? porque que yo sepa no se contrata a hombres para el servicio doméstico, a lo sumo mayordomos y no es lo mismo."

Supongo que las dos cosas son criticables, moralmente hablando.
Pero lo que yo quería expresar con lo de que veo una diferencia esencial entre el trabajo doméstico remunerado y la prostitución, es que el énfasis del problema también se puede poner por una vez en los varones que demandan prostitución, y no en las mujeres 'trabajadoras sexuales'; refiriéndome aquí a que los hombres no tendríamos que aguantar el que se nos coloque en esta posición de ejercer en una práctica de carácter contractual el patriarcado en una práctica social como la prostitución. El noventa y muchos por ciento de las personas que se relacionan con mujeres en la prostitución somos los hombres, y a nosotros nadie nos parece preguntar si deseamos seguir realizando dicha práctica o no. Sobre lo que sentimos realizándola y como nos vemos a nosotros mismos.
Esto quizás os suene raro, pero no debería serlo. Me parece que suena raro porque, se tiende a olvidar, cuando se piensa en la prostitución, que los varones que recurren a ella, también tienen unos sentimientos, un autoconcepto que se forma en función de lo que hacen y de cómo se relacionan, una identidad que se puede estar construyendo de modo importante a través de las experiencias con mujeres en contextos tan particulares como la prostitución, etc.

Ojalá ahora me haya explicado.