Rocío Nieto, presidenta de APRAMP
Al igual que otros años aprovecho la celebración del "día internacional contra la trata de personas" para ir colgando y comentando las intervenciones que, a mi juicio, resultan de mayor interés. A pesar de la multitud de actos que se organizan (generalmente financiados con dinero público), y de los que ya me he hecho eco en anteriores entradas, he de hacer notar la existencia de un denominador común en todos ellos: la ausencia de víctimas de este delito entre los ponentes. En estas charlas, jornadas o coloquios el mundo institucional se halla abundantemente representando: encontramos a políticos, sindicalistas, policías, feministas, trabajadores sociales, periodistas... pero jamás de los jamases hallaremos a una de esas prostitutas liberadas de las que nos hablan los medios (principalmente porque lo de "liberarlas" suele ser el eufemismo de "deportarlas", o cuando menos "detenerlas").
¿Significa esto que no exista alguna "mujer prostituida" que hable contra la trata? Sí, claro que la hay. Pocas, muy poquitas, eso cierto. Pero aunque sólo hubiese una su testimonio debería tenerse muy en cuenta, y eso es lo que les traigo hoy: a la ex-prostituta Sonia Sánchez, convertida en activista anti-prostitución.
En este programa, que fue grabado el año pasado y tuve a bien en guardar porque ya no se puede encontrar en ninguna otra parte de la web (mantengo mi costumbre de ofrecerles contenido EXCLUSIVO), Sonia no se queda únicamente en la denuncia de la trata como gravísimo delito que atenta contra los derechos humanos. No, al igual que otros abolicionistas aprovecha para arremeter contra la prostitución en sí misma, entiende que la prostitución es "per se" reprobable y ha de ser social (y legalmente) rechazada. La apelación a la trata -que les recuerdo a ustedes que conlleva el recurso a la fuerza, amenazas u otras formas de coacción- es meramente instrumental, un recurso táctico. Es la justificación empleada para atacar en sí al trabajo sexual, que es su objetivo estratégico.
Evidentemente me sumo a la condena a la trata. Pero del mismo modo he de censurar a quienes, haciendo un "tótum revolútum", la mezclan con tráfico de personas y con prostitución. Son conceptos que hacen referencia a realidades muy diferentes, y considero de una vergonzosa (amén de peligrosa) irresponsabilidad meterlos en el mismo saco. Aunque bueno, así funcionan los politicastros, cerrando los ojos ante los problemas reales mientras se inventan los que les convienen y les permiten llenarse los bolsillos. ¿A quién le conviene crear alarma social ante un problema "invisible", que consume abundantes fondos públicos y permite colocar a multitud de amiguetes y paniaguados en oenejetas, fundaciones y otros entes generosamente subvencionados? NO A LOS CARADURAS.
Así pues la coincidencia de Sonia tanto con los postulados como con las estrategias abolicionistas es plena. Únicamente difiere de las feministas institucionales en su abierta crítica a las autoridades, algo comprensible pues como tantas prostitutas padeció abusos policiales (aunque al parecer ahora colabora con ellos, gana dinero impartiéndoles "cursos de capacitación"). Lo deja muy claro, la prostitución no puede considerarse una actividad laboral equiparable a cualquier otra debido al significado que ella le asigna. No importa que se halla llegado a ella por una situación de graves necesidades económicas (como fue su caso), de coacción directa (lo que les sucedería a las "víctimas de trata") o que se ejerza voluntariamente y por propia iniciativa (como tantos ejemplos que vengo mostrando): en todo caso y circunstancia es INADMISIBLE por el mensaje que manda a la sociedad de que "las mujeres están en venta", como muestra el cartel de los socialistas, y es que como dice "NINGUNA MUJER NACE PARA PUTA". Totalitarismo puro y duro, al igual que los fanáticos fundamentalistas mantiene una idea (más bien un slogan) inquebrantable que la lleva a implantar por la fuerza su concepción de la realidad.
Nosotros no decimos que "todas" las mujeres nazcan para putas o que tengan que serlo. Decimos que la prostitución debería ser una opción tan legítima y respetable como cualquier otra, que nos parece muy bien que alguien no desee ofertar/demandar servicios sexuales... pero que vaya, que a nosotros nos dejen en paz. Que no sean como el perro del hortelano, allá ellos con lo que hacen y cómo quieren ganarse el pan o vivir su sexualidad, lo que no tienen derecho alguno es a imponernos su modo de vida. ¿Que habría que evitar que acabase siendo una salida desesperada para ciertas personas en situaciones extremas? Pues claro que sí, por supuesto. Pero es que la prostitución no es necesariamente el último recurso. Ni tampoco el peor, si me permiten la opinión.
Hoy escúchenla a ella, próximamente les traeré a otra puta de similar extracción social que defiende una postura antagónica tanto en el fondo (por su asimilación de la prostitución como un trabajo, para acabar con el estigma social así como con la discriminación legal y las extralimitaciones de los agentes del orden) como en la forma (emana tranquilidad, mientras Sonia... bueno, mi apreciación personal es que suena como una desquiciada, un tanto fuera de sí). Disfruten de la entrevista, ya saben que en este blog se habla de prostitución todos y cada uno de los días de año: